Arte callejero, una explosión de color

Street Art
Siempre se ha dicho que Buenos Aires es una ciudad que respira cultura. Hay múltiples lugares en los que disfrutar obras de teatro, cines, charlas y realizar deportes. Y las paredes no son una excepción. También tenemos street art, los murales con los cuales nos podemos cruzar en el lugar más inesperado de la ciudad. Los podemos ver por Palermo, Belgrano, Chacarita, hasta en el centro podemos encontrar estos murales.
¿Y qué es el street art? La licenciada Rosa Gómez Aquino, autora del libro “La voz del muro. Arte urbano en Buenos Aires” califica al arte callejero como “un respiro de color y de belleza en medio de cualquier ciudad y, sobre todo, de una tan desangelada como es Buenos Aires en la actualidad”.

Mural de Kid Gaucho
Mural de Kid Gaucho

Como en tantos otros aspectos de la vida, la crisis del verano 2001-02 también influyó en el aspecto artístico y en un crecimiento de esta actividad. Tal fue el caso de Andrés Bonavera quien en compañía de Lucas Casnier integran el grupo Kid Gaucho que en el año 2002 empezó a dejar sus huellas en la pared y, como “el país venía de un gran bajón económico, la calle era un lugar para poder expresar opiniones al respecto”.
En el caso de Studio CHU, creado por Julián Pablo Manzelli, la historia se remonta un poco más atrás, a 1998, “que fue cuando comenzamos a hacer stencils y pegatinas interviniendo señaléticas y calles de Buenos Aires” junto con Mariano Barbieri, Matias Vigliano y Orilo Blandini en la expresión artística colectiva DOMA, pero aclara que lo de los murales y pintadas es de acción individual como artista independiente, paralelo a la experimentación de DOMA.
Mural de Studio CHU
Mural de CHU

Tanto Bonavera como Manzelli señalan que este arte revitaliza a la ciudad, le da frescura como expresión y a la vez que sea en la calle, a la vista pública, genera un feedback inmediato, una respuesta rápida a la acción, aunque Bonavera  hace una aclaración importante de desconocer cuál sería el significado a nivel grupal del arte callejero. “Sé por qué salí a pintar yo. Fue para expresarme, para dejar una marca en la calle. Poner color en lugares donde faltaba. De alguna manera sirvió de galería de arte al aire libre”.
Street ArtY en relación a esa forma de expresión, Gómez Aquino nos explicó que esa explosión “de murales, graffitis, stencils, etc., todo un abanico de lo que se conoce como street art o arte urbano de una calidad increíble, era –y es- una verdadera explosión de color que le pone un poco de alegría y de arte a una ciudad históricamente bastante gris, y que ahora está cada vez más descuidada, sucia y abandonada”.
Sin embargo, hay que hacer una aclaración: no toda pintada es arte. “No todo lo que se pinta en los muros de una ciudad puede o debe ser considerado arte callejero. Si alguien pintó la pared del frente de su casa y en menos de 24 horas otro la usó para, aerosol mediante, comunicarle aguante a su cuadro de fútbol, eso de arte no tiene nada: es puro vandalismo” señaló Gómez Aquino y aclaró que hay casos concretos de actos de vandalismo sobre piezas de arte urbano.
Mural SandroY los propios artistas tienen claro ese aspecto y Manzelli tiene su explicación. “Es real que el graffiti vandálico está relacionado a una edad determinada de juventud. Son muchos los que comienzan en esta línea y luego maduran a expresiones muy ricas e interesantes. Es un caldo de cultivo y una escuela de calle que define un fenómeno social y antropológico muy profundo al cual todavía no se lo entiende o no se lo estudia como corresponde”.
Puesto de DiariosAdemás del motivo por el cual los artistas buscan exponer al aire libre sus obras, también está la cuestión de dónde pintar. Se podría pensar que se eligen paredes limpias y que no se esté arruinando la propiedad de nadie. Los propios artistas nos detallan cómo enfrentan esa dificultad. En el caso de CHU es muy sencillo, caminando por la urbe, “en la rutina diaria de moverse, uno va todo el tiempo buscando y marcando paredes para luego ir a pintar o pedir permiso”. El punto de partida de Kid Gaucho es el mismo: el moverse por la ciudad, aunque apuntando a que no sean lugares privados sino públicos, plazas abandonadas, baldíos, paredes que, como dice Bonavera, esperan ser “intervenidas”. Y una cosa curiosa es que a veces los propios vecinos le piden que pinten la pared de su casa, actividad que hizo durante un tiempo pero que ahora ha abandonado.
Street Art
Con la elección del lugar se da un gran paso pero falta el motivo, y acá nos encontramos con que hay una mezcla de improvisación y planificación, lo cual afecta la duración del trabajo, Kid Gaucho tiene una rutina más precisa: “bocetamos siempre antes. Porque le damos más importancia al mensaje que a lo estético. Lógicamente que van de la mano. Buscamos que la obra sea agradable pero que siempre tenga detrás un mensaje.
No era así en los comienzos, donde salíamos y pintábamos sin pensar demasiado, era darle solo importancia a lo estético. Con el tiempo nos dimos cuenta que necesitábamos expresar algo más que formas y colores.”
Street ArtEn esta época globalizada, donde todo recorre el mundo a gran velocidad, el arte callejero puede ser la excepción y Manzelli nos contó que “estos últimos años tuve la suerte de ser invitado a pintar a diversas ciudades del mundo y entrar en contacto con otras culturas… una de las cosas más lindas que tiene el graffiti y el muralismo es compartir, y los viajes son una parte fundamental. De esta manera, deje piezas en Chile, San Pablo, Lima, Berlín, Estambul, Barcelona, Madrid, Rio, Miami”.
Desde ahora, cuando veamos un mural podremos ver más allá de la obra en sí, que hay toda una historia detrás, algo que va más allá del simple hecho de ponerle color a una pared.
Paredes que hablan
La Voz del MuroEn su libro “La voz del Muro”, Rosa Gómez Aquino compila fotos de más de 150 murales de la Ciudad de Buenos Aires, aunque desde que inició su recorrido fotográfico en 2007 “muchos murales fotografiados ya no existen más en su ubicación original. Las casas donde estaban fueron demolidas, algún vándalo los tapó con aerosol, el gobierno de Macri les pasó pintura amarilla o la misma lluvia los fue descoloriendo…” señaló la autora. La necesidad de mantener ese arte visual le surgió por las propias característica del arte urbano, su brevedad.
Como ya señalamos, Gómez Aquino hace una diferencia entre el arte callejero y la pintada puramente dañina, vandálica, si bien no está completamente “clara la división entre graffitis y murales. Si tomamos la acepción más común de graffiti en tanto pintura más bien rápida, evidentemente nos vamos a encontrar con que los murales tienen un nivel estético del que los graffitis carecen. Estos últimos están más emparentados con lo vandálico, con pintar un mensaje de forma rápida y urgente, y salir corriendo, lo cual también quita tiempo de elaboración. Los murales, en cambio y en general, cuentan con permiso de los dueños de las paredes donde se van a ubicar, se los planifica y se realizan en varias etapas, con lo que suelen ser de una calidad estética mucho más notable”.
Street ArtMuchas veces la gente suele manifestar la necesidad de que existan lugares específicos para poder desarrollar este arte pero, ¿hasta dónde es posible que esto se pueda hacer? Para Gómez Aquino esto podría afectar la naturaleza del muralismo, su desarrollo cultural al estar confinado en algunos sectores urbanos a la vez que se plantea la duda de si tendrían que ser lugares creados para este fin o zonas específicas. Además, señaló que no tendría incidencia en una disminución del vandalismo. “El descuido del espacio público está muy arraigado en Buenos Aires y se ve tanto en el daño infligido a las esculturas, como en la persona que saca a pasear su perro y deja tranquilamente el popó de su mascota en la vereda del vecino, y también en quien se compra un helado en un kiosco y, en lugar de tirar el papel en el cesto que tiene a 10 metros, lo arroja en el piso. Cuando hay deseo de dañar, cuando hay una cultura de la avivada que supone descuidar o dañar algo público, no hay lugar «destinado a» que valga”, concluyó.