Beowulf y los signos de Fuego

Hace muchos años, cuando comencé a estudiar Astrología, mi profesora de aquel entonces me enseñó a mirar el cine «con ojos astrológicos». Ella decía que la mejor manera de aprender a ver esa naturaleza y sacarle mejor provecho, era imaginar de acuerdo a cuál era el signo de los personajes.
Signos del ZodiacoEn esa época no me atrevía a tanto, porque no me encontraba muy segura. Luego, con el transcurso del tiempo, comencé a descifrar más que al signo el elemento al que correspondía. Como los elementos en astrología son cuatro  (fuego, tierra, aire y agua) me resultaba mucho más fácil, porque podía agrupar a tres de estos bajo un mismo elemento, por ejemplo: Aries, Leo y Sagitario corresponden al elemento Fuego; Tauro, Virgo y Capricornio a Tierra; Géminis, Libra y Acuario al elemento Aire y Cáncer, Escorpio y Piscis al Agua. No es lo mismo cuatro elementos, que 12 signos, y si a eso le sumamos los planetas, tenemos aún más para extraer.
Pero a medida que estudiaba (no solo Astrología sino que además Simbología y leía mucha mitología griega) ya me animaba a más: podía descubrir el mito, si es que lo había, y así completaba mejor el cuadro.
No hace mucho vi una película llamada “Beowulf ”. Esta es la historia de un guerrero que ofrece su ayuda al rey de una comarca que es acechada todas las noches por un monstruo llamado Grendel. Así comienza la aventura.
BeowulfBeowulf no cabe duda que, por ser guerrero y héroe, es del elemento Fuego, pero más lo es por su temperamento, su actitud frente al problema. Primero porque lo toma como propio y en segunda instancia porque es un desafío. Es una manera más de probar su identidad: los signos de fuego tienen mucha personalidad y las tibiezas no van con ellos.
No todos los guerreros tienen que coincidir con esto porque, por ejemplo, en la película «Kung Fu Panda», el oso Po se convierte “por casualidad” en Guerrero Dragón, pero responde a un elemento totalmente diferente y, en este caso, a mi criterio es al elemento Agua. De todas maneras, si querés este análisis lo podemos dejar para otra ocasión.
Sigamos con Beowulf, su temperamento es activo, impetuoso, es un líder natural, pone manos a la obra, toma decisiones y hasta no verlas terminadas no para. Casi que compite más consigo mismo que con el monstruo, porque para él todas sus luchas son trofeos y se destaca por su extrema confianza. Es muy seductor, tiene un magnetismo natural y como signo de fuego, una personalidad bien definida. No teme, es intrépido y todo el tiempo juega con fuego, especialmente cuando conoce a la reina y la mira con otros ojos aunque el rey esté presente.
Todo signo astrológico del elemento Fuego pasa por pruebas de poder y liderazgo muy marcadas, y una de esas pruebas se estaba por presentar: la lucha cuerpo a cuerpo contra Grendel.
Para poder luchar con el monstruo hizo algo muy interesante: antes de combatir se desnudó por completo, como si supiera que de lo único que requería para semejante contienda era de su energía. Nada de espadas, ni de lanzas, solo él y sus fuerzas. Así son los que pertenecen a este elemento en astrología, suelen tener una marcada confianza en sí mismos y, diría que un rasgo muy repetido en ellos, está “la búsqueda de su identidad”, el estar desnudo frente al “problema” es como decir: “Este soy yo” además de estar “solo yo y mi fuerza para derribarte”.
Como elemento de fuego, me atrevería a decir que Beowulf tiene un claro predominio del signo de Leo y Aries. Estos dos signos son muy competitivos, tienen una inteligencia natural para captar muy rápidamente el punto de desequilibrio del otro y él, como guerrero, en la lucha lo supo de inmediato, porque en este caso Grendel tenía su desequilibrio en su oído. Tal es así que lo pudo abatir gracias a encontrarle su “ talón de Aquiles”.
Beowulf y el cuernoPor su victoria, el rey le regaló el “Cuerno real del Dragón” hecho en oro y con un zafiro incrustado en la garganta. Los honores se los hizo la reina, a lo que Beowulf levantó como un trofeo el cuerno real… pero lo más interesante es que aquí no terminan las pruebas para nuestro héroe, aunque él creía que sí. Nuevamente, se puso en juego su vanidad (también característica propia del fuego) y, mientras brindaba y contaba una y otra vez cómo había matado al monstruo, no sabía ni se imaginaba que algo más fuerte lo asechaba. La madre de Grendel, un monstruo acuático y reptilíneo, venido de las profundidades de la caverna y salido de un pantano donde moraba solapadamente y se mostraba solo para engendrar hijos de los reyes. La belleza ilusoria era tal, que todos los que estaban conminados a ser reyes quedan hipnotizados y caían bajo el hechizo de tremendo reptil.
Antes de emprender el viaje y combatir a la madre de Grendel, el consejero del rey le regaló la espada, él la tomó pero sabía que era muy probable que no vuelva de semejante contienda, ya que la prueba era muy difícil, especialmente, porque nunca imaginó que la bestia a combatir era tan hermosa.
Madre de GrendelAsí fue que salió a la búsqueda con su mejor amigo, y este muy sabiamente le dijo: “Quizás es un demonio acuático, no te le enfrentes en su elemento”. Una vez dicho esto, Beowulf entró a la caverna, pisó el agua y, al igual que una araña cuando un insecto cae en su telaraña, la madre de Grendel ya sabía que él estaba ahí. Este se intentó iluminar con una antorcha, pero automáticamente el fuego se apaga y se da cuenta que se puede alumbrar con el cuerno de oro. Así se guió dentro de esa oscuridad y vio todos los tesoros adquiridos por el reptil. También observó a Grendel muerto y luego ella se presentó diciéndole: “Veo que me trajiste un tesoro”.
Y así comenzó la prueba, o para ser más precisos, donde se tuvo que enfrentar con su propia “sombra”, término que Carl Gustav Jung definió como todos los aspectos ocultos e inconscientes del individuo, aquellos que no podemos sostener en el plano del consciente.
Ese demonio, como lo llaman en la película, lo seduce, lo cautiva y se presenta como una mujer hermosa capaz de otorgarle todo si él era capaz de darle un hijo y dejarle un tesoro. Mientras ella le hablaba de todo lo que podía adquirir, con su cola de reptil le arrebató el “Cuerno de oro”, le desintegró la espada y le hizo el amor en su elemento Agua.
Interpretación del símbolo
Todos debemos enfrentarnos a nuestra sombra y para aquel que anhela el poder, la codicia y la ambición siempre se presentan como una mujer (la tentación) muy hermosa, capaz de arrebatar todo lo que uno ha adquirido.
BeowulfBeowulf primero se alumbró con una antorcha, símbolo de la mente finita y especuladora, que pronto se apaga, que no puede ver más allá de los pasos que da. Luego se dio cuenta que hay una luz mayor, ya no es fuego, es luz que puede iluminar la caverna y es lo primero que le es arrebatado de una forma muy sigilosa: es el “Cuerno de Oro”, es el  símbolo de sabiduría, es lo que le daba el discernimiento de distinguir qué había dentro de lo profundo de la cueva, era lo que le permitía ver en la oscuridad.
En la caverna está representado el inconsciente. “Aquello que tenemos guardado dentro de nuestros huecos mentales no iluminados”, diría el maestro tibetano DK. Y es allí donde la bestia establece su residencia permanente: vive en un pantano, en la oscuridad, no se deja ver y solo se presenta cuando los hilos del poder ya se manifestaron. Es la ambición, la tentación y la corrupción.
La madre de GrendelQuiere luchar contra ella, pero no puede, con su espada intenta destruirla pero es imposible, y es la espada el símbolo de la voluntad que ella con sus manos desintegra mientras le promete todo lo que él desee. Beowulf no pudo manejarse ante tamaña belleza y se corrompe en el instante en el que el agua toca sus pies, como símbolo de quietud y de ya no huir, de no poder pelear porque tocó su elemento.
En definitiva, los signos de Fuego pasan por pruebas acordes a las fuerzas que manejan: la sombra del fuego, el anhelo de poder, la ambición, y la vanidad. Los tesoros con los que cuentan: el discernimiento, el liderazgo, la capacidad de enfrentar y resolver. Y las virtudes a adquirir: la paciencia para descubrir tamaña prueba (en este caso la guarida), la humildad para reconocer al reptil (el deseo) y la sabiduría para discernir cuál es el problema que hay que resolver.