Cantoras del folklore latinoamericano

La deuda de una definición que nos es fundamental conocer. Si vamos a hablar de las mujeres del folklore latinoamericano, no estaría mal con comenzar por preguntarnos qué es el folklore.

A estas alturas de la evolución del pensamiento podemos optar por una definición integradora, lejos del folklorismo romántico y de posturas cristalizantes que hacen del folklore un objeto de estudio catalogable, encasillable y perfectamente distinguible de otros fenómenos culturales. Como si se pudiese aislar un hilo del enorme entramado que es la cultura, para analizarlo «objetivamente» bajo abstracciones arbitrarias.

La palabra proviene del inglés folk, que significa «pueblo», y lore que es «conocimiento» o «saber». Fue escrito por primera vez en 1846 y, desde ese momento, la ciencia social que ya venía siendo desarrollada tenía por fin su nombre. Y este se mantuvo intacto pero su significado no hizo más que evolucionar con el paso del tiempo. De numerosas antiguas denominaciones, entre las más aceptadas las que especificaban las características que necesariamente debía contener un hecho para poder llamarse «folklórico» (colectivo, socializado y vigente; popular; empírico, espontáneo y no institucionalizado; de transmisión oral; funcional; tradicional; anónimo; geográficamente localizado), avanzamos hacia nuevos enunciados de folklore que se acercan de modo más apropiado al reflejo de la compleja realidad social actual.

Lo que se sostiene desde siempre es su característica de ser vigente y tener al mismo tiempo arraigo en el pasado histórico del grupo. Una definición actualizada de folklore centra el concepto en los miembros de la comunidad en tanto depositarios activos del mismo. Podría hablar del conjunto de elementos físicos y simbólicos, actos, comportamientos, paradigmas y procesos culturales expresivos, que son seleccionados, creados y recreados conscientemente, que se transmiten según las reglas propias de la comunidad a la que pertenecen y que forman parte integral de su identidad diferencial y patrimonio. Vale destacar que el folklore y sus reglas de transmisión funcionan toda vez como un moderador de la moral heterónoma del grupo y, a su vez, es su público quien ejerce una función controladora, conformando así un circuito simbiótico en el que todos los integrantes del grupo son activos portadores del «saber del pueblo».

Las mujeres más importantes del folklore latinoamericano

Se dice que el arte y el amor transforman el mundo. Y si hay mujeres enormes capaces de cambiarlo, entre ellas se destacan las que tienen la capacidad de transmitir, con inmenso amor, el acervo cultural de sus pueblos a través de su arte. Cantoras de voz potente, de voz dulce, de voz humilde, de voz estridente, de voz suave, de voz de lucha… las tenemos a todas, son nuestras, son latinoamericanas. Son esas mujeres que estremecen, con su canto, toda tu humanidad.

No es solo una canción bonita, ellas nos transmiten mensajes, comunican. La palabra comunicación viene del latín communis, que es «poner algo en común con otros» y tiene la misma raíz etimológica que el término comunidad. Y es exactamente lo que ellas hacen: comunican para y comunican a la comunidad.

Escuchar a una cantora folklórica es mucho más que deleitarte con los sonidos de su música. Escucharlas (pero hacerlo con atención) es aprender: es dejar que te cuenten acerca de tu historia y la de tu pueblo, de las luchas y conquistas de tu pasado, de las alegrías y las penas de los que estuvieron, de los aprendizajes acumulados por generaciones que hoy te hacen ser quién y cómo sos. Todo en una canción.

Las que ya no están pero nos dejaron un inmenso legado

Violeta Parra (Chile, 4 de octubre de 1917 – 5 de febrero de 1967). Chabuca Granda (Perú, 3 de septiembre de 1920 – Estados Unidos, 8 de marzo de 1983). Mercedes Sosa (Argentina, 9 de julio de 1935 – 4 de octubre de 2009). Chavela Vargas (Costa Rica, 17 de abril de 1919 – México, 5 de agosto de 2012 – nacionalizada mexicana).

Las que nos siguen encantando con su música en vivo

Omara Portuondo (Cuba, 29 de octubre de 1930). Leonor González Mina (Colombia, 16 de junio de 1934). Elza Soares (Brasil, 23 de junio de 1937).
Totó la Momposina (Colombia, 1º de agosto de 1940). Soledad Bravo (España, 1º de enero de 1943 – nacionalizada venezolana). Susana Baca (Perú, 24 de mayo de 1944). Gal Costa (Brasil, 26 de septiembre de 1945). Paquita la del Barrio (México, 2 de abril de 1947). Cecilia Todd (Venezuela, 4 de marzo de 1951).

La última visita: Susana Baca

El sábado 3 de septiembre, en el Teatro Opera Allianz de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (sito en Avenida Corrientes 860), nos visitó una vez más la peruana Susana Baca. Con sus acompañantes (talentosos maestros de la música) Ernesto Hermoza en guitarra, Hugo Bravo en percusión, Oscar Huaranga en contrabajo y María Elena Pacheco en violín, brindó un nuevo espectáculo que fue puro disfrute para el público presente.

Comenzó rememorando a la inolvidable Chabuca Granda. Arrancó así un repertorio que abarcó distintos autores y estilos, centrados en su especialidad: la música de raíz afroperuana. Los temas: la esclavitud, las mujeres negras, la colonización. Estuvieron presentes en sus canciones artistas como Pablo Neruda y Alfredo Zitarrosa. Algunos títulos fueron «Doña Soledad», «La reina de África», «Fuego y agua», «Panalivio Zancudito» y hasta se animó a un tango: «Volver».

Los invitados especiales de la noche fueron la joven talentosa Micaela Vita, acompañada por el guitarrista Juan Zárate, quienes fueron grandes cómplices de aquella hermosa velada.

Además, hubo tiempo para un sentido homenaje a Gustavo Cerati. «Dedicado a un ser maravilloso que llenó de música nuestras vidas» anunció emocionada Susana. Todos los artistas en escena representaron «Sulky» y Susana, al terminar, nos regaló un mensaje: «Es la próxima oración para todos: tener la cura para todo mal». El show cerró con un emotivo y larguísimo aplauso, al grito de «¡Viva la América Latina!».

Así, una vez más la dulzura de su voz, permanentemente presente, nos trasciende como un canto a la vida. Susana es una pequeña mujer monumental, es un poema. Nos queda regalarle una frase también sacada de la canción de Gustavo: «Ojalá tuviera la energía que hay en vos para romper cadenas».

Artículo elaborado especialmente para puntocero por Amy Lilén Kees.

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