Educación para los nuevos niños

Hace muchos años leí un libro llamado “Educación de la nueva era”, donde la autora Alice A. Bailey expone en forma magistral la educación para los nuevos tiempos que corren y, como bien está expuesto en el prefacio, aparece este libro en un momento de crisis mundial con un concepto filosófico del hombre.
Alice Bailey dice que al niño hay que proporcionarle un clima adecuado para crecer y florecer y expone 4 puntos fundamentales, 4 ambientes, que son: de amor, de paciencia, de actividad ordenada y de comprensión.
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Veamos con mas amplitud que dicen estos cuatro puntos:
Un ambiente de amor en el que el temor desaparezca y el niño se de cuenta que su timidez, reserva y cautela no tienen razón de ser. Un clima en el que reciba un trato cortés de parte de los demás, esperándose de él ese mismo trato. Esto en verdad es raro de encontrar en las aulas o en el hogar. Esta atmósfera de amor no es una formulación emocional o sentimental, se basa en la comprensión de las potencialidades del niño como individuo, en el sentido de verdadera responsabilidad, libertad de prejuicios, antagonismos raciales y, por sobre todo, en una ternura despertada por la compasión. Esta se funda en el conocimiento de las dificultades de la vida, en una sensibilidad hacia la respuesta afectuosa y normal del niño y en la inteligencia de que el amor siempre extrae lo mejor que hay en él y en el hombre.
educacionUn ambiente de paciencia en el que el niño pueda convertirse, normal y naturalmente, en un buscador de la luz del conocimiento, donde esté seguro de encontrar siempre una contestación inmediata a su demanda y una respuesta cuidadosa a todas sus preguntas, y donde no exista la urgencia del tiempo. La naturaleza del niño se tuerce por la precipitación y el apresuramiento de aquellos con quienes se halla forzosamente ligado. No tienen tiempo para instruirlo y responder a sus pueriles aunque muy importantes preguntas. Por eso el factor tiempo llega a ser una amenaza para su correcta evolución y lo lleva, eventualmente, de forma patética y siembra las semillas de la irritabilidad. Un número mayor de vidas de las que podemos imaginar están arruinadas debido a ello.
Un ambiente de actividad ordenada en el que el niño pueda aprender los primeros rudimentos de la responsabilidad. Los niños que nacen en esta época se beneficiarán con este nuevo tipo de educación porque están al borde de ser conscientes del alma. Una de las primeras señales de ese contacto con el alma o ego es un rápido desarrollo del sentido de responsabilidad. Esto debería tenerse muy en cuenta, porque el hacerse cargo de pequeños deberes y compartir responsabilidades (que siempre conciernen a alguna forma de relación grupal) es un factor poderoso que determina el carácter del niño y su futura vocación.
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Un ambiente de comprensión donde el niño esté siempre seguro de que serán aceptados los motivos y razones de sus actos, y sus mayores comprenderán la naturaleza de sus impulsos, aunque no siempre aprueben sus actividades o acciones. Muchas de las cosas que el niño hace no son dañinas ni intencionalmente malas. Es impulsado, con frecuencia, por un frustrado espíritu inquisitivo o el deseo de desquitarse por alguna injusticia (debido a la falta de comprensión de los adultos respecto a los actos del niño), o por la incapacidad de emplear el tiempo debidamente (porque la voluntad directriz en esta edad es a menudo totalmente pasiva, y no dejará de serlo hasta que la mente empiece a actuar), y por el deseo de llamar la atención -deseo necesario en el desarrollo de la conciencia, lo que requiere comprensión y orientación muy cuidadosa.
En definitiva, cuando los adultos (como educadores o padres) vean que el niño en gran parte es el resultado de su herencia, familia, posición social, medio ambiente, fecha, hora y lugar donde ha nacido, constitución de su cuerpo mental y, fundamentalmente, su estado emocional por las condiciones familiares en las que vive, se podrá educir (sacar) verdadero significado de la palabra educación para pensar en forma más global que individual, menos instintiva y con una conciencia del verdadero ser que habita en ese cuerpo.
Educar al niño es hacerlo consciente de un futuro más responsable y de correctas relaciones humanas.