«En junio empieza otro año»

El economista Héctor Rubini, del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad del Salvador (USAL), consideró que en junio «empieza otro año en la formación de expectativas, en la política, en la economía».

«Hay dos escenarios, según quienes sean candidatos. Y Cristina candidata y ganando podría generar una fuerte turbulencia en el mercado del dólar y de la deuda. Esto está implícito en el último documento del Fondo Monetario Internacional (FMI)», apuntó Héctor Rubini durante la emisión del sábado de Línea de Noticias.

Al referirse a las consecuencias políticas del año electoral, el economista de USAL señaló que «en junio empieza otro año en la formación de expectativas, en la política, en la economía. Y hay cuatro fechas que son clave: el conocimiento de las listas, las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO) de agosto, las presidenciales de octubre y el posible ballotage de noviembre. Todo eso va a afectar al riesgo país, a las expectativas del dólar, más lo que está pasando en la economía real».

En la entrevista radial dijo que, hasta el momento, «la cuestión política no modifica mucho el panorama. Hay que esperar hasta agosto para ver quiénes son los candidatos para octubre. La fecha clave que se prevé hoy en los mercados es el 22 de junio, cuando se conozcan la listas de candidatos y ahí se sepa si va a jugar o no Cristina Kirchner». Al respecto, precisó que «la posibilidad de que vuelva Cristina está en el mercado, en la mente de los economistas e inversores desde noviembre o diciembre. Y ya han anticipado economistas del ex Frente para la Victoria que, en caso de que ganen nuevamente la presidencia, están dispuestos a aplicar controles de cambio, de precios y renegociar o tratar de incumplir con el FMI, lo que no es factible por ser un acreedor privilegiado».

Según Rubini, «no hay que olvidar que el FMI en realidad es un organismo integrado por tesoros de todos los países del mundo. Nosotros le vamos a devolver el capital e intereses de los préstamos otorgados al Tesoro de Estados Unidos y otros países. El tema pasa por la capacidad de pago y ahí están las dudas».

Por otra parte, el especialista se refirió al actual panorama económico del país y sostuvo que «estamos bastante mal parados- Es el peor escenario de los últimos 15 o 20 años, con una recesión bastante más aguda de las que esperábamos el año pasado y con una inflación que empieza a acelerarse. Esperemos que este trimestre, por lo menos se estabilice la caída de la actividad y deje de subir a esta velocidad la inflación». Sobre este punto, mencionó que «difícilmente veamos una inflación mensual menor al 2% antes del segundo semestre, y quizás no la veamos hasta fin de año».

Consultado sobre las causas de la incertidumbre económica, Rubini señaló que «el año pasado no esperábamos la crisis cambiaria y el mal manejo de la crisis que llevó al acuerdo con el Fondo Monetario. El gran cambio llegó en octubre. Hubo una revisión del acuerdo que llevó a una segunda versión que adelantó desembolsos para Argentina, pero que no es un cambio sustancial del programa original. Tiene implícitas dos incoherencias fundamentales: una flotación del dólar bastante mayor que la coherente con la baja de la inflación y, en segundo lugar, un compromiso muy firme de seguir aumentando tarifas cada dos o tres meses. Entonces, el control de la inflación por la vía monetaria se torna imposible. Algunos advertimos que no iba a funcionar. No está funcionando y no va a funcionar», subrayó.

«Por el otro lado, la actividad económica registró el impacto de una sorpresa de estos últimos dos meses que vino, a mi entender –agregó-, de un exceso de confianza del Banco Central que se apresuró a bajar las tasas cortas de interés en enero. Esto continuó en febrero y, ante los primeros síntomas de desconfianza sobre el calendario político y el rumbo del programa macro en general, y sobre la capacidad de pago del gobierno, comenzó una compra preventiva de dólares que continúa hasta hoy».

Para Rubini, «esto generó alertas en New York y comenzó una doble dinámica, como en agosto del año pasado. En el exterior, vendiendo bonos argentinos y en nuestro país, pasándose de pesos a dólar. Paralelamente a la suba de la cotización del dólar y del riesgo país, el Banco Central se vio obligado a dar una marcha atrás, subiendo tasas y cometió un segundo error, que fue intervenir en el mercado cambiario, con el dólar dentro de la banda de no intervención cambiaria».

Al respecto, subrayó que «para el futuro del programa y los desembolsos, es una grave y explícita violación de lo acordado con el Fondo. Eso deterioró la credibilidad del Central y obligó a buscar una salida rápida que fue, a mi entender, la menos aconsejable: seguir subiendo las tasas de las Leliq a niveles cercanos al 70%. Hace un año había quejas porque la tasa de las Lebac estaba al 28% a 30 días y ahora estamos al 67 por ciento a 7 días, lo cual pone un piso al costo del crédito imposible de pagar. Esto ha cortado el crédito en la economía formal y ha profundizado la recesión. La única manera de esperar un rebote es una cosecha récord, esperando que el ingreso por la venta de soja y otros granos gruesos no se destine exclusivamente a refinanciar o cancelar deudas. Si el grueso del dinero se destina a tapar agujeros, no va a ser un motor de la economía en Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y el interior de la provincia de Buenos Aires».

Asimismo, Rubini explicó que, «por otro lado, esos pesos quedan en Argentina vía venta de las cerealeras a las exportadoras, con operaciones de exportación transformados en dólares. Pero esos dólares no es forzoso ingresarlos. Está la libertad para liquidar las divisas en diez años. Y esto está atado a las expectativas de hacia dónde irá en los próximos 6, 9 meses la cotización del dólar y de los granos. Aún cuando se mantengan estables los mercados internacionales de commodities, si la expectativa para septiembre es de un dólar a 50 pesos y para fin de año de 55, el que pueda va a tratar de demorar la liquidación de divisas».

«Otro error es la suba de la tasa de interés –sostuvo-. Con la suba de tasas se eleva el atractivo de los depósitos en pesos y con eso se restringe la inversión especulativa en dólares. Cuando supera cierto límite, es una invitación a seguir comprando dólares, una señal de debilidad. Es un último manotazo de ahogado para evitar la suba del dólar y, para el que no puede hacerlo, una pequeña empresa, por ejemplo, es una señal del aumento de la inflación esperada».

«Estamos en una dinámica que ya vimos en los años 80′ y terminó mal: elevar fuerte la tasa de interés para tratar de estabilizar los precios y con eso uno aumenta la inflación esperada y la depreciación esperada del peso», sentenció.

Finalmente, agregó que «tenemos el vencimiento de tres letras en dólares: uno la semana que viene y dos en mayo. El Gobierno apuesta a que un 46% se pueda refinanciar. Se está descontando que el mercado le va a comprar al Gobierno unos 1.200 millones de dólares en poco más de un mes. Que está en línea con esos 9.600 millones para intervenir en el mercado hasta fin de diciembre. El asunto es qué ocurre si el mercado demanda más. Es una cifra insuficiente, incluyendo lo del FMI, para enfrentar una corrida. Un escenario de estrés, de corrida como en el año pasado donde te torea el mercado, exigirá una ayuda adicional», advirtió.