Que no se corten los derechos femeninos

La ablación genital femenina es una práctica que cercena los derechos de las mujeres (mejor dicho, niñas) y que las perjudica a nivel sexual y salud por el resto de sus vidas. Cuanto más conocemos de esta práctica, más rechazo nos causa. Y aunque pueda parecer irreal o digno de una historia de terror, es una realidad que aún hoy persiste en 28 países de África y Oriente Medio, además de estar aumentando en Australia, Canadá, Estados Unidos y Europa por ser una tradición acarreada por inmigrantes.
2Puntualmente, en Europa el crecimiento de las mutilaciones llevadas a cabo está comenzando a alarmar a los gobernantes. Solo en España el incremento fue del 61% en los últimos cuatro años. El parlamento no es ajeno a esta situación y, haciéndole frente a esta gravísima problemática, aprobó una resolución que plantea un plan de prevención contra todo tipo de violencia hacia la mujer, y lo hicieron en el marco del Día internacional de la tolerancia cero con la mutilación genital femenina (6 de febrero).
Lo que buscan es reforzar la protección para las mujeres que son víctimas, aumentar la persecución para los que realicen estas mutilaciones e incitar a los gobiernos de la Unión Europea a capacitar a profesionales de la salud y educación para estar al servicio de las mujeres y niñas víctimas.
Cabe destacar las palabras de una de las diputadas socialistas, Iratxe García, que afirmó que «la cooperación entre las instituciones públicas y las organizaciones que trabajan en la sociedad civil es fundamental para acabar con una práctica brutal de violencia que no tiene cabida en la Europa del Siglo XXI».
Cuando hablamos de ablación genital femenina todos, en menor o mayor medida, sabemos de qué se trata, pero el sufrimiento al que son expuestas las 140 millones de nenas de entre 4 y 14 años alrededor del mundo es inimaginable. La Organización Mundial de la Salud (OMS) hace una clasificación útil para tratar de entender cuál es el procedimiento y hablan de la mutilación dividida en cuatro prácticas características. Se trata, sobre todo, de clitoridectomía (amputación total o parcial del clítoris), excisión (la resección del clítoris y los labios menores), infibulación (cortar y recolocar los labios menores o mayores generando un estrechamiento de la abertura vaginal), y de “otros” que engloba todos aquellos procedimientos dañinos que no sean con fines médicos.
1Las causas a las que se acude para justificar el crimen son diversos: controlar la sexualidad de la víctima, puede tratarse de un rito de iniciación, creer que aumenta la fertilidad o religiosos. En cuanto a estos últimos «motivos», otra práctica que está comenzando a verse cuestionada por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa es la circuncisión, que a finales del año pasado se puso en tela de juicio si viola la integridad física de los niños, aunque no afecta la vida sexual, cosa que sí sucede con la ablación y que, además, es considerada una violación a los derechos humanos.
Retomando las palabras de Iratxe García, la mutilación genital femenina es una práctica que vulnera los derechos humanos y que no tiene cabida en la Europa del Siglo XXI ni en ninguna parte del mundo. Hay que tomar conciencia, es real, y millones de nenas están siendo sometidas a una crueldad inmensurable.  Están restringiendo su posibilidad de elegir en la vida y de desarrollar una sexualidad libre, bajo fundamentos que no justifican que su condición humana se vea reducida bajo ningún punto de vista.