No todo adiós es triste

La Selección se despidió de suelo argentino con vistas a la Copa Mundial Brasil 2014. Jugó contra Perú, al igual que en 2009, y fue difícil no pensar en el gol que hizo Martín Palermo aquel año. Era un final electrizante, ante un Monumental repleto de gente y azotado por una torrencial lluvia primaveral. La tormenta no dejaba ver la pelota y el exjugador y actual técnico de Godoy Cruz, ponía el 2 a 1 y nos daba el pase al Mundial Sudáfrica 2010.
La ilusión de coronarse campeones en continente africano se percibía, pero pensar en obtener la Copa del Mundo en tierras brasileras el año próximo con el mejor jugador de todos los mortales, es una sensación que solo los argentinos podemos percibir. Porque el mejor es Messi, y es rosarino.
Desde el estadio Monumental, debo confesar que durante el segundo tiempo se escuchó “…volveremos, volveremos, volveremos otra vez…” y un cosquilleo circuló por más de uno de los que cantaban esperanzados en ser campeones «como en el 86». El estadio tuvo menor asistencia que la habitual para ver a la Selección y el principal motivo fueron las ausencias de Lionel Messi, Gonzalo Higuaín, Fernando Gago y Javier Mascherano, que se quedaron afuera por lesión. Cabe aclarar que Argentina ya estaba clasificada al mundial y Perú no es un acérrimo rival.
Una vez iniciado el partido, cuando Claudio Pizarro marcó el 1 a 0 para Perú luego de picar la pelota sobre Sergio Romero, pensé: “¿En nuestra casa y un gol así? ¡Una falta de respeto!”. Hacía tiempo no veía ese tipo de goles contra el seleccionado en cancha de River Plate. La carencia defensiva quedó en evidencia. Rápidamente, Argentina logró el empate y selló la victoria por 3 a 1 con goles de Ezequiel Lavezzi (2) y Rodrigo Palacio. Dos delanteros, que más que suplentes, son alternativas interesantes dentro del poder ofensivo del seleccionado nacional.
Finalmente, el equipo se despidió de suelo argentino y viajará este martes a Montevideo, nos saludó con una victoria y con un primer puesto en Eliminatorias, con un Leo Messi que no estuvo y se extrañó.
Nos dejó una esperanza, o dos: ganar en Brasil y no olvidar por el resto de nuestras vidas haber gritado “campe?es do mundo” en el Maracaná.