Nunca des por muerto al Barcelona

Venía golpeado, eliminado por el Real Madrid en la Copa del Rey y sumaba un duelo perdido ante el equipo “Merengue” por La Liga de España. Había perdido 2 a 0 en el primer partido por los octavos de final de la Champions League jugado en San Siro. La confianza no sobraba, pero a Messi y a un equipo tan prolijo y contundente nunca se lo puede dar por muerto.
El partido

Foto: AFP.

Messi se destapó a los 5 minutos, con un gol para coleccionar. Lio le pegó desde la medialuna del área, la pelota viajó con comba para burlarse de los defensores que querían cerrar el remate y se metió en el ángulo izquierdo de Christian Abbiati. Iban apenas 5 minutos y necesitaba ganar por una mayor diferencia. Y como dice el dicho: “quien pega primero, pega dos veces”.
Sobre el final del primer tiempo, M’Baye Niang se fue solo contra Víctor Valdés, definió y la pelota dio en el palo. Los infartos podían estar a la orden de la noche de Barcelona, pero el fútbol, como dice Dante Panzeri, es “dinámica de lo impensado”. Tan solo 60 segundos después, Andrés Iniesta recuperó con un quite firme y limpio para encontrar a Messi, quien nuevamente remató desde el borde del área, con fuerza, abajo y al palo izquierdo del arquero rival. Este tanto fue calco de aquel gol que le dio una Champions en Wembley ante el Manchester United (la final de este año también se jugará en el mítico estadio inglés… ¿casualidad?).

No era impensado ganar la serie, ya estaban 2 a 2 en el global. Y el Barcelona dominó el partido, sobre todo en el segundo tiempo, ante un Milan desconocido, sin respuestas.
Foto: AFP.

Los hilos del partido pasaban por Messi, pero Iniesta se juntó con Xavi para que abra la pelota a David Villa, que venía con la pólvora mojada. Nada peor para un delantero que no convertir, y «El Guaje» se desquitó al parar la pelota, definió con cara interna y con la pelota que se cerró de manera perfecta para que entre por el ángulo superior derecho. Festival, toque, baile y lo mejor estaba por venir.
Milan estaba desesperado, aunque con un gol podía complicar al Barcelona, Camp Nou era pura tensión hasta con el 3 a 0 (recordá que la ida fue 2 a 0 para el equipo italiano). Sobre el final del partido, Messi cortó el juego del Rossonero en tres cuartos de cancha, avanzó hasta la mitad y esperó a un relevo que encontró en el pique de Alexis Sánchez. El chileno llevó la pelota unos metros, dio el pase necesario para que Jordi Alba se sumerja en el caos que tanto le gusta y definió cruzado cual 9 de área ante un arquero que no dio respuestas.
Foto: AFP.

Ya era una demostración del equipo blaugrana, el árbitro pitó el final y las banderas volvieron a flamear, las mismas que estaban caídas camino a la estación de metro María Cristina, Palau Reial o Les Corts en aquella eliminación días atrás ante el Real Madrid. La gente volvió a llenar Camp Nou, confió en el equipo y los jugadores respondieron. Messi volvió a demostrar que es el mejor y que un bajón lo puede tener hasta el N°1, pero cuando se trata de la Champions es otra cosa. Es cuando el Barcelona toca hasta la eternidad, hasta llegar a los cuartos de final y, quién te dice, tiene su revancha ante el Real Madrid.