Renzo Montalbano: renovado y «potente»

Renzo Montalbano es conocido por ser el cantante de la banda Gativideo, un escuadrón de veinteañeros que, con rigurosa estética retro y música disco, vienen de compartir lineup con artistas de la talla de Kendrick Lamar en la última edición del Lollapalooza local.

En el año 2015, en su faceta solista, Renzo grabó íntegramente con los recursos que tenía en su habitación el disco «Compro mujer o permuto por calefón celeste», un compendio de diez canciones bajo el disuelto sello Insomnio Records, donde ya nos mostraba signos de su debilidad hacia las baladas ochentosas y lo bizarro con letras paródicas y divertidas. Así lo describió en su momento el artista: «Empecé boludeando, después aprendí un toque más a grabar y me salieron algunos temas, con lo cual me decidí a hacer un álbum… y bueno, salió esto».

Después de este debut casero y casi improvisado, Montalbano se presentó reiteradas veces en vivo con Gativideo hasta el 2018, año en que editaron su primer álbum «Colorama», de gran repercusión en la escena.

Hace unos días, el joven porteño volvió a su perfil solista al publicar «Potente», su segundo álbum producido, mezclado y masterizado por Bandrio y Fonso, dos músicos amigos pertenecientes a la escuadrilla de Yolanda Discos.

Con una peculiar voz que remite a la de un crooner criollo, la música de este disco modula entre canciones de tinte romántico haciendo eco de artistas tan diferentes como Sandro o Melero, hasta canciones de corte bailable para danzar bien pegadito a tu love hasta que se acabe el mundo.

La propuesta que nos plantea Renzo resulta refrescante en tiempos donde hay sobrepoblación de bandas que repiten la ya vieja fórmula del rock indie con estribillos pegadizos de guitarras estridentes y sintetizadores envolventes.

A lo largo del disco, con líneas de bajo precisas, grooveras y guitarras brillosas y rítmicas, Renzo nos cuenta sobre sus rupturas, dialoga, reflexiona y hasta a veces nos habla susurrando al oído como los buenos románticos.

Un dato técnico que destaca del disco es su orquestación. Como los viejos crooners, a Renzo lo acompaña una big band que interpreta canciones plagadas de pasajes con saxos, violines, cellos y trompetas. También predominan las voces blancas de las coristas con la voz tenor de Renzo. Con esta mezcla, la voz del artista le proporciona el color y una base sonora muy agradable y compacta.

La melancolía y sensibilidad del joven se deja entrever en canciones como «Ya sé» y más aún en «No te vayas», donde después de una bella introducción de violines y bajo la batuta de una guitarra funkosa que lo acompaña en toda la estrofa, le suplica reiteradas veces a esa persona que no se vaya y que se quede a dormir.

Si dejamos un poco la arista de trovador, Renzo se apoya en canciones como «Volver a respirar» para desplegar su costado más bailable como lo hace en Gativideo, pero sin soltar esa impronta sensible que lo caracteriza, porque si algo queda claro en este disco es que todavía se le puede cantar al amor/desamor sin caer en el lugar común y naif.

Artículo elaborado especialmente para puntocero por Ariel Duarte.