Satélites para predecir epidemias

En las últimas décadas las ciencias lograron avances más que importantes. Las nuevas tecnologías se convirtieron en herramientas fundamentales para investigadores y científicos, aportando permanentemente una gran cantidad de datos… y en muy poco tiempo.
En el área de la Medicina este aporte es muy valioso a la hora de crear nuevas estrategias para prevenir enfermedades.
Una de las últimas incorporaciones tecnológicas en el campo científico es el uso de satélites para obtener datos en la evolución de virus y parásitos y, de esta manera, predecir futuros brotes epidémicos como el dengue y el paludismo.
«Algunas enfermedades son sumamente sensibles a su entorno, enfermedades sobre todo parasitarias», explicó Archie Clements, director de la Escuela de Salud Demográfica de la Universidad Australiana de Canberra, en la conferencia anual de la Asociación Americana para el avance de la ciencia que se realiza en San José, California. Además, el especialista agregó que «con la teledetección satelital se puede identificar los lugares donde las enfermedades pueden proliferar».

Cómo funcionan estos satélites

Las afecciones parasitarias afectan a cientos de millones de personas cada año en los países menos desarrollados. Salud pública cree que con la información que brindan los satélites se podrá asignar, con mejores resultados, los recursos limitados que tienen estas naciones para enfrentar las enfermedades de este tipo.
Los científicos obtienen datos de los satélites sobre la temperatura, lluvia, humedad del suelo, vegetación y usos de la tierra y las cruzan con conocimientos sobre ecología y con información que surge de la dinámica de transmisión de enfermedades para, finalmente, crear un modelo informático que permita trabajar en el control y reducción de distintos padecimientos.
El desarrollo tecnológico y su aplicación ya comienza a tener sus logros para la prevención de epidemias. Por ejemplo, para el dengue las altas temperaturas y la sequía son dos elementos que preceden a la enfermedad en lugares como África, en cambio, para el este de Asia la lluvia ayuda a la aceleración de su propagación.