Un guiño a la ilusión

La Selección no brilla por sí misma, pero tiene al mejor jugador del mundo. Messi no falló cuando participó en el partido. Le dio al equipo de Sabella lo que le faltaba: abrir el juego, encontrar espacios y, sobre todo, concretar en las llegadas al arco rival.
El partido arrancó algo deslucido, impreciso de ambos lados. Argentina tocaba sobre la línea de defensores uruguayos, pero no podía quebrarla. Rojo intentaba con proyecciones y un tiro muy alto que no inquietaba a Muslera. Luego, se intentaba con la velocidad de Agüero, que incomodaba a Álvaro González y lo forzaba a hacer falta. Zabaleta se sumó a los ataques a hizo que los costados de Uruguay tengan que ajustar la marca.

La selección en su mejor momento. Foto: AFP.

Higuaín no tuvo su mejor noche. Cáceres salía jugando y el delantero del Real Madrid se barrió cuando veía que no llegaba. Pudo haberse ganado una amarilla, pero el árbitro brasileño lo perdonó.
Después de Messi, lo mejor del partido lo tuvo Mascherano, que jugó como volante central, pero que bajaba para salir jugando como lo hace en el Barcelona, donde juega de defensor central.
El gol argentino pudo venir cerca de los 16 minutos, pero el árbitro no cayó en la simulación de Agüero ante la marca de Maxi Pereira en el área uruguaya. No había llegadas claras, las jugadas no terminaban «limpias», siempre una pierna dando vueltas, tiros desviados o pelotas que se iban al saque de arco o al lateral. La selección argentina ganaba en la individual, pero sin Messi no podía concretar.
Apareció el jugador del Barcelona, sacándose la marca de dos uruguayos a pura gambeta, dribleando para encontrar el auxilio de Di María por la izquierda. Era una de las fórmulas para llegar al área rival. Suárez y Forlán ni aparecieron en la noche de Mendoza, Uruguay no tenía peso ofensivo y no llegaba al arco de Romero.
El equipo de Tabárez defendía en línea y el conjunto de Sabella tuvo al menos cuatro off sides. Ante esa marca, Messi apareció sacándose a tres rivales de encima, enganchó, y picó la pelota. Una vez más se ganó el apodo de Caprichosa, porque terminó pegando en el vértice, en el ángulo superior derecho de Muslera. Era inatajable, pero por centímetros no fue el primer gol argentino. En 27 minutos, la Argentina había tenido la llegada más clara.
A los 32 del primer tiempo, Messi volvió a llevar peligro al arco de Muslera con un tiro libre. La posición era más para un centro, pero el 10 le pegó al arco. El arquero charrúa tuvo que responder exigido para mandar la pelota al corner. Lugano forcejeó con Messi en el área y el árbitro tendría que haberlo amonestado y cobrar penal para el equipo de Sabella. Nada de eso pasó.
Final del primer tiempo. El partido pasaba por la Argentina, con un 68% de posesión de pelota, con siete llegadas, y cuatro tiros al arco. En este último punto, vale aclarar que al menos tres chances claras de gol fueron de Messi, la figura del encuentro. Se tocó en tres cuartos de cancha, como le gusta al crack argentino, como cuando se asocia con Iniesta y Xavi en el Barcelona. Por el lado de la visita, tuvo varios fouls, una amarilla y apenas una llegada y un corner. Todo era para la Argentina, pero no podía concretar.
El segundo tiempo empezó con pierna fuerte. Suárez le hizo un foul a Federico Fernández cuando cubría una pelota en dirección al área argentina. Luego, una doble marca sobre Di María terminó con una falta de Álvaro González. No solo Uruguay hacía fouls. Mascherano fue sobre Forlán, que exageró y todo terminó en forcejeos y la tradición uruguaya de ir al choque, hablar el partido ante la falta de juego e ideas.
Lugano le hace foul a Romero. Foto: EFE.

Uno de los puntos calientes fue el foul que le hizo Lugano a Romero. Al menos dos jugadores de Uruguay quedaban frente al arquero, que salió en diagonal y el 2 de la Celeste fue con los pies para adelante. Nuevamente, encontronazo en el área y un árbitro sin personalidad decidió darle una amarilla. Era roja, clarísima expulsión, pero algunos referees no tienen lo que hace falta en determinados momentos. Así siguió el partido, con un planchazo de Suárez a Mascherano que terminó en la nada, solo en un tiro libre para Argentina.
Messi llevaba peligro, armaba juego en posición de 10 y abría juego con las subidas de Agüero y Di María, que buscaban a Gonzalo Higuaín.
Tal vez la chance más clara de Uruguay fue un tiro desde mitad de cancha de Suárez que iba al arco. Corrían 13 minutos del complemento, pero Romero atajaba sin problemas.
Tanto insistir tuvo su premio a los 20 minutos de la segunda parte, con Messi abriendo juego para Agüero, pero el Kun no quiso recibir la pelota por izquierda y dejó que llegue solo Di María. El volante del Real Madrid mandó un buscapié para que Messi se filtre entre tres uruguayos, se barra y anticipe cualquier salida de Muslera. Gol argentino, gol de Messi, gargantas rojas en Mendoza y en todo el país. Apareció la figura, el mejor.
Messi define y pone el primero. Foto: Télam.

El fútbol puede dar indicios. Argentina tenía la pelota, ganaba el partido, pero a los 26 del complemento, Cavani pudo poner el empate. Pero el rechazo de Zabaleta a la altura del punto del penal despejó el peligro.
El segundo gol llegó por una jugada colectiva. Nuevamente a los toques, otra vez Messi en posición de 10, que se vuelve a apoyar en Di María. El volante recibió una pelota «pinchada», levemente desviada en Scotti. Esta vez quien entró por el medio fue el Kun Agüero, que definió sin problemas ante Muslera. Gol de cancha de 5, un tanto para aumentar la ventaja y dejar la moral uruguaya por el suelo.
A 10 minutos del final, llegó la joya del partido. Viveza, magia, dinámica de lo impensado, todo eso es el fútbol y todo eso lo tiene Lionel Messi. El crack argentino tenía un tiro libre en posición para pegarle como en el derby ante el Real Madrid. Cuando todos esperan que la bola vaya arriba, a un ángulo, él sorprende. ¿Saben qué pasó? La barrera saltó y Messi lo percibió. Aprovechó el hueco entre los tapones de los botines rivales y el suelo, la pelota iba al ras del piso, girando y terminó dentro del arco, pegada al palo izquierdo de Muslera. Una obra de arte para sellar la goleada y asegurar la punta en las Eliminatorias camino a Brasil 2014.
La habilidad de Messi dejó mano a mano a Barcos, que definió impecablemente, pero en posición adelantada. Final del partido, final a pura fiesta, celebremos con un Malbec cuyano, que tenemos al mejor jugador del mundo.
La joya de la noche. Foto: AFP.

Mendoza hizo que el partido sea una fiesta. La capital es hermosa, con calles limpias, su gente, con el amor popular a Independiente Rivadavia, la tonada y el inconfundible «culeao». Como sede, no tuvo nada que envidiarle a Buenos Aires y recibió con calor popular a la Selección Argentina. Durante el partido se escuchaba «que de la mano de Lio Messi, todos la vuelta vamos a dar…» .
Después de la genialidad del tercer gol, Messi se encontró con su magia y con la gente, aquellas almas que llenaron el Malvinas Argentinas, aquellas que camino a Brasil 2014 recibieron un guiño, el guiño de la ilusión.
Algunos números
Argentina tuvo una posesión de pelota del 63% contra un 37% de Uruguay, que además casi ni pateó al arco de Romero. Argentina fue fiel a su costumbre, generó en la segunda parte al menos 7 tiros al arco contra ninguno de su rival. El equipo de Tabárez pegó de más, con tres jugadores que terminaron amonestados. En este sentido, el conjunto de Sabella no recibió ninguna amarilla e hizo pocos fouls en todo el partido.
Por otra parte, Argentina ajustó el ataque y cayó solamente tres veces en off side ante la defensa en línea de Uruguay.
El mejor jugador. Lionel Messi. Foto: AFP.

5 comentarios en “Un guiño a la ilusión

  1. Grandes notas las de Messina, que sigan estos excelentes aportes a puntocero

  2. Muy buen artículo. Plasma con pluma precisa lo q sucedió en Mendoza. La lepra de Mendoza estuvo presente pero no de azul sino albiceleste y demostró q en el interior tb se puede. Vamos Juan Cruz q vas bien. Ansioso de leerte nuevamente…

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