Un viaje al corazón de la Gran Manzana

La diversidad de culturas que habitan sus calles es impresionante. Latinos, afroamericanos, orientales e indios dan vida, música y color a este lugar que puede parecer un tanto gótico por su edificación antigua en la mayoría de sus barrios y esos vapores característicos que salen de las alcantarillas. Sin embargo, más allá de las diferentes nacionalidades, el común denominador en esta gente es su amabilidad, simpatía y buena onda. Hay una predisposición muy fuerte a colaborar y ayudar a quien parece perdido en la “Gran Manzana”.

Foto: www.yournewyork.ru
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La red de trenes es un mundo aparte, una locura, en pocas palabras. Cuando uno lee el mapa con detenimiento todo parece muy sencillo y claro, pero al momento de hacer las combinaciones y empezar a manejarse por los distintos barrios, esto se complica. Es muy fácil perderse y hasta los mismos neoyorquinos tampoco la tienen tan clara. Las distintas líneas viajan una sobre la otra, es decir, puede compararse con las grandes autopistas, por lo que muchas veces hay que tomar un ascensor que te lleva varios metros bajo tierra. Desde ya que no es apto para claustrofóbicos. Además, hay varias salidas a la calle y las plataformas son tan grandes que hasta es difícil encontrar la salida en algunas estaciones… uno sigue la señalización “Exit” pero a veces se termina dando vueltas sobre el mismo eje.
Pequeñas pantallas indican en cuánto tiempo llegará el metro y, una vez en viaje, se anuncian las estaciones segundos previos a la llegada. Todo el tiempo se está monitoreando lo que sucede en esta ciudad bajo tierra, por lo que si hay algún movimiento extraño sobre las plataformas también te avisan que tengas cuidado y no expongas las cosas de valor.
Foto: 1.bp.blogspot.com
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Al caminar por las calles y avenidas más transitadas uno puede encontrarse invadido por gente que te quiere llevar a las distintas atracciones de la ciudad, así como también por los religiosos que te quieren convencer de que te unas a su culto. Los músicos callejeros tienen mucho talento y unas voces impresionantes. En cada esquina es infaltable el puesto de hot dog y comida rápida en general.  Me pareció muy interesante la propuesta de los puestos de frutas y jugos naturales, no me lo esperaba en absoluto. La mayoría de la gente consume fast food pero está bárbaro tener la alternativa saludable. Se acostumbra almorzar en el Central Park, que es bellísimo por donde se lo mire, tiene encanto y mucha magia. Es un lujo poder disfrutar de semejante parque en medio de una ciudad tan ajetreada como lo es New York.
Foto: www.parkright.com
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Por el contrario, el Times Square te rompe la cabeza, prácticamente. Música, pantallas gigantes y carteles luminosos que te llevan a que consumas todo lo que pase por la vista. Es pura estimulación y querés estar en un millón de lugares al mismo tiempo. El ritmo de esta ciudad es fuerte, acelerado y expeditivo.
Al norte de Manhattan están los barrios latinoamericanos, cuyo principal representante es el Harlem. Son barrios 100% latinos y se habla español, nada de inglés. Es todo muy familiar y, realmente, estas comunidades conservan sus costumbres y tradiciones. Por la tarde sacan las sillitas a la vereda y pasan largas horas conversando, jugando a las cartas y al ajedrez. Es interesante darse una vuelta por estos lugares, se ven otras realidades y sobre todo cruzar “el túnel”, una estructura subterránea (muy creepy) que une las avenidas Broadway y St. Nicholas al nivel de la calle 190.
Foto: www.toptravellists.net
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Hacia el sur están los barrios más bohemios, como el Soho y Greenwich Village, llenos de galerías de arte, mercados y tiendas de alimentos naturales y orgánicos, bellísimas boutiques de ropa, y por supuesto, las infaltables cafeterías. Muy próximos a estos se encuentran Little Italy y Chinatown. Son barrios más pequeños pero realmente imperdibles, ya que se puede disfrutar de los sabores más característicos de la gastronomía de estos países. Ya en el extremo sur de Manhattan se encuentra el Distrito Financiero Wall Street que, contrariamente a lo que pensaba, es una zona que abarca muy poquitas cuadras. Lo último de este recorrido es Battery Park City, donde se destaca el Battery Park. Desde este parque salen los paseos en barco y cruceros que recorren la isla y, además, te llevan a la Estatua de la Libertad. Un lugar muy lindo para pasar un buen rato en esta zona los fines de semana es el Pier 17. Se arma una movida muy buena con DJ en vivo, proyecciones en pantallas gigantes y barcitos cuya especialidad son los platos a base de pescados y mariscos, ¿qué podría ser mejor?
Foto: 1.bp.blogspot.com
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Otro recorrido imperdible es el Puente de Brooklyn. Cruzarlo es un “must” del turismo en New York. Se puede hacer a pie o en bici. Al llegar a Brooklyn te vas a encontrar con un barrio muy moderno llamado Dumbo. Son unas pocas cuadras pero vale la pena recorrerlas: galerías de arte, tiendas de diseño estilo bazar y buenos lugares para comer con una vista hermosa del muelle. Otra zona muy distintiva de Brooklyn es Williamsburg, llena de barcitos. Para los fanáticos de la cerveza y/o del vino, aquí pueden visitar la cervecería Brooklyn Brewery y hacer un tour en la fábrica con degustación a un precio de 8 dólares por persona y por la bodega Brooklyn Winery, donde se sirve el vino de la casa (entre otros) y platos de temporada hechos con ingredientes de origen local. Acá también hay visitas guiadas o, simplemente, se puede disfrutar de un buen vino en este lugar súper relajante.
Los museos son espectaculares. Cada uno de ellos tiene algo que los hace únicos y los diferencia muy bien. No quiero entrar en mucho detalle pero sí quiero adelantarte que en el ranking de visita obligada están The Metropolitan Museum of Art (The Met), Solomon R. Guggenheim Museum, Museum of Modern Art (MoMA), American Museum of Natural History y el Brooklyn Museum. Como recomendación, lee bien los horarios y los días en que abren y andá por la mañana que hay menos gente.
Foto: www.playbill.com
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Y por último, no quiero dejar de hacer un comentario sobre Broadway. Concurrir aunque sea a una obra es imprescindible. Tuve la oportunidad de ir a ver “The Phantom of the Opera” y “Chicago”. Personalmente, “The Phantom of the Opera” me fascinó. Todo lo que sucede sobre el escenario es espectacular, las voces, la orquesta y algunos “efectos especiales” que no voy a contar para que vos también puedas sorprenderte cuando vayas, que hacen que esta obra te ponga los pelos de punta. “Chicago” no me dejó nada, realmente. Una comedia musical que me pareció un tanto híbrida y poco graciosa. Me hizo mirar el reloj varias veces y ansiar que pronto terminara. Los teatros son chicos y conservan la antigüedad de la época de inauguración. Pero bueno, al fin y al cabo, uno va a ver las obras. Es ideal sacar las entradas con anticipación y chequear si hay algún descuento, ya que suele haber según la temporada y aniversario de las obras.
Si pensás en vacaciones, no pienses en New York. Es realmente la ciudad que nunca duerme y te va a dejar desorbitado. Una exaltación de los sentidos en su máxima potencia.