20º BAFICI: «Todo el año es Navidad»

Néstor Frenkel presenta «Todo el año es Navidad» en la sección Pasiones del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI).

Nuevo micromundo a explorar

Hay muchas películas sobre Navidad… quizás demasiadas. Pero esta no es una de ellas, esta producción es acerca de la construcción de la ficción, sobre los verdaderos protagonistas de la farsa, los mercenarios de la actuación que año a año nos saludan con un «jo, jo, jo».

El título remite a una ficción argentina de 1960 dirigida por Román Viñoly Barreto en la que Santa Claus asume la apariencia de obrero, mucamo, empleado o barman para solucionar los problemas de distintas personas. Al comienzo y hacia el final de la película se ponen en escena algunos fragmentos de la película que muestra un poco del espíritu que desde el blanco y negro se ha fascinado con esta figura.

En los monopolios estéticos de la imagen y la narrativa no predominan escenarios como el mercado del Abasto, las ceremonias de premios amateurs, un western argentino en súper 8 realizado por un odontólogo o personajes como René Lavand. Sin embargo son, entre otros, los escenarios que Frenkel ya ha indagado en su filmografía y que ayudaron a marcar su impronta. En esta oportunidad el principal enfoque de la película es documentar la óptica de personajes sin el encanto publicitario de la blanca Navidad anglosajona pero con su propia y particular magia y fantasía.

Los papanoeles son ferreteros

¿Qué hay detrás de la fachada de un Papá Noel de shopping? Solo suponemos que se mueren de calor bajo un traje de pana. Frenkel nos muestra una decena de posibilidades. Algunos de estos hombres conciben esta imagen como un producto y otros sienten que vinieron a este mundo con la misión de interpretar este personaje. El recorrido por los testimonios revela micro universos únicos y hace extraordinarios los detalles simples y menos que comunes.

Se podría entender este documental de la misma manera que cualquiera de este director, como un homenaje lejos de las solemnidades y las convenciones. Donde la cualidad de lo absurdo se vuelve un eje fundamental para la supervivencia de ese mundo y de la película entera. Nos encariñamos con este mundo porque nos podemos reír de sus características más singulares.

Decolorarse la barba para lograr el blanco perfecto, practicar la voz adecuada, el recuerdo de la primera vez y un montón de disparadores construyen una interesante historia jamás contada.

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