Los múltiples talentos de "Orphan Black"

Tatiana Maslany es la múltiple protagonista de una serie que se roba todos los aplausos. «Orphan Black» es una serie canadiense cuyas emisoras originales fueron a través de Space y BBC América y que hoy se puede encontrar en Netflix. Su primera emisión fue en el año 2013 con un formato de 10 capítulos de unos 40 minutos cada uno. El formato se repite durante las siguientes temporadas hasta el día de hoy, en el que se emite por fin de semana un capítulo de la quinta temporada con la que concluirá definitivamente la serie.
Esta comienza con el personaje de Sarah Manning, quien presencia el suicidio de una mujer idéntica a ella y allí toma su lugar. Con este detonante empieza a desplegar una red de tramas y enigmas que se resuelven y vuelven complejo el avance de las temporadas. La serie, en general, comienza con altibajos que tienden a mejorar y, una vez que se consolidan los personajes, el espectador se apropia de ellos, los hace entrañables y ya sigue el curso de la trama para acompañarlos aunque se dejan pasar algunos pequeños baches o inquietudes de tipo estructural.

Catorce personajes en un cuerpo

Ahora lo realmente fascinante de la serie es la particular participación de Tatiana Maslany, quien no solo es el personaje protagonista (Sarah Manning) sino que también interpreta a otros nueve de amplio despliegue participativo en la serie. Cabe mencionar que hay otros cinco personajes de los que se esboza una simple caracterización fotográfica o una mínima aparición que también se pueden sumar a la lista de interpretaciones de la actriz para dar como resultado, por el momento, catorce caracterizaciones.
Estos nueve personajes principales, algunos con más protagonismo que otros, son de personalidad absolutamente variable y, sin hacer spoilers, estos van desde una científica, una madre burguesa, una rebelde, una asesina ucraniana y muchos más.

El talento de la protagonista

La actriz Tatiana Maslany demuestra real talento y trabajo a la hora de la construcción de estas personalidades y ninguna se asemeja a la otra más allá del aspecto físico. En cuanto a las actuaciones, todas se diferencian desde varios lugares: uno es desde el plano discursivo, con variedad de acentos geográficos, dialectos, ritmos y con la sonoridad particular de la voz de cada personaje. También desde la postura y gestualidad física, de un modo sutil y del todo eficaz que la misma actriz cuenta que formó con una ayuda musical que identifica al personaje, y con esta ayuda definió la forma de desplazarse por el espacio de cada personalidad.
Pero, fundamentalmente, es evidente el trabajo para darle vida al espíritu y mentalidad de cada una de estas mujeres. Cada una tiene sus virtudes, defectos, sensibilidades y circunstancias previas de vida que condicionan su accionar en cualquier situación en la que se encuentren. Esto enriquece la dinámica de la serie, cuando uno puede plantearse preguntas como: ¿qué sucederá cuando este personaje se encuentre con este otro? Y el espectador puede confiar en que ese encuentro estará perfectamente interactuado por una sola persona que encarna todas las variables.
Por último, como para que no queden dudas del inmenso trabajo de Maslany, la serie redobla la apuesta al ponernos en varias escenas donde un personaje toma el lugar del otro para reemplazarla en alguna situación. Cuando esto sucede, la performance merece aplausos de pie, ya que la actriz interpreta a un personaje con una personalidad propia y, a su vez, este trata de representar a otro personaje con una personalidad diferente. Así de complejo y retorcido como suena, realmente se puede ver a la perfección.