La crudeza y reflexión de "The Handmaid's Tale"

«The Handmaid’s Tale» es una serie estadounidense lanzada en abril de este año, creada por Bruce Miller y basada en la novela homónima de 1985 de la autora Margaret Atwood. En esta ficción distópica a causa de enfermedades, problemas climáticos y demás factores ha disminuido considerablemente la tasa de natalidad.
Por eso la serie se centra en Estados Unidos y en una situación de caos y guerra civil, donde se ha instalado el gobierno de «Gilead», totalitarista y teocrático cristiano. Dentro de este contexto se ha reducido a la mujer a un estado carente de derecho alguno y se la ha catalogado, según su capacidad de reproducción y otras funciones, en un nuevo orden social.
En este contexto, seguimos al personaje de June Osborne, renombrada como Offred (interpretada por Elisabeth Moss). Esta es una mujer que fue asignada a una familia de poder compuesta por el comandante Fred Waterford y su esposa, quienes son incapaces de concebir un hijo. Por este motivo June, como mujer fértil, debe ser sometida a violaciones ritualizadas a fin de gestar un bebé para la familia.

Por demás potente

La serie tiene una gran belleza estética en la naturalidad y crudeza de las imágenes, con una rotunda importancia en el uso de los primeros planos combinado con lo silente de algunas escenas. Además, han sabido lograr que la belleza visual se centre, justamente, en poder ser atravesados por la expresión de las actrices. De esta forma, toda nuestra atención está enfocada en la contundente expresión que transmiten los personajes con el lenguaje gestual que, palabras aparte, es por demás potente.
Los capítulos tienen una duración de una hora (aproximadamente) y el ritmo de la trama es pausado pero no por eso se torna aburrido. Es muy lograda la sensación de inminente conflicto y cualquier pequeño riesgo que tome June nos transmite un gran vértigo.
Otra característica es el recurso de la voz en off. Estos pensamientos (que tenemos el privilegio de oír) están cargados de impotencia, angustia y una noción de injusticia y una necesidad de libertad contenida de una mujer sometida de forma física pero con una gran fortaleza mental. Estas voces están muy bien implantadas y mezclan un lenguaje coloquial, mundano, insultos y un cierto modo poético que es muy hermoso y con unos pequeños destellos de sutil humor, más que aceptable y que logran una mueca de sonrisa.

Necesaria en cuestiones de género

«The Handmaid’s Tale» es una serie muy necesaria en cuestiones de género. Si bien ha habido nuevos roles para la mujer en las series, ninguna lo ha hecho de una forma tan abierta como esta, sin sutilezas, que grita «esto es lo que provoca el machismo» y que plantea el tema como centro de conflicto, no lo aborda de costado.
En un mundo como el que vivimos, rodeados de constantes micromachismos y muestras más graves del mismo, esta ficción distópica de un hipotético futuro cercano no solo nos plantea el desastre consumado como tal sino también el proceso previo. ¿Cómo llega una sociedad a reprimir de tal forma a la mujer? La respuesta es simple: cuando deja crecer y avanzar a los pequeños pasos previos.
Hay algunos comentarios que proponen que la serie es «irreal porque eso está superado», pero si uno puede detenerse a reflexionar unos momentos, los modos de reprimir al género femenino que propone esta producción han existido y existen aún en algunos lugares. Por lo que uno puede observar de los comportamientos políticos, la tendencia suele ser cíclica. Solo hay que trasladar este comportamiento a un terreno social y cultural para entender que, si bien la idea de la serie no es alertar sobre el apocalipsis de género inminente, igual da lugar a una buena reflexión.

El fin de ejercer control

La utilización de las represiones del pasado y del mismísimo presente hacia el género femenino, expuestas de esta forma en un mundo ficticio, ponen en jaque a cualquiera con una posición ambigua con las cuestiones de género de la cotidianeidad actual. Ni hablar de la gran crítica hacia toda la institución fundada sobre las bases morales bíblicas y el peligro que representa la expansión de poder de estos totalitarismos religiosos junto con la hipocresía del poder formado en estas bases, detrás del cual nunca hay una convicción real sino el único fin de ejercer control.
Con grandes momentos que ponen como pie fundamental a la sororidad entre mujeres, cualquiera que sienta cercanía con el movimiento feminista se sentirá, sin dudas, representado. Es innegable que para el género femenino habrá una particular sensibilidad en la recepción por una cuestión de empatía obvia y, además, en la que una mujer que mira este programa debe ponerse en una posición y elegir cuál es su rol dentro de una sociedad de ese tipo. Quizás también pueda asustarse un poco con los aires similares de algunos aspectos actuales, en la que se espera que esto lleve una reflexión y decidir otro rol activo en el presente.

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