Castigo tecnológico a China

No existe duda alguna que la tecnología avanza a pasos agigantados en materia comunicacional. Sin embargo, existen dos caras de la misma moneda, es decir, que la tecnología presenta aspectos positivos tanto como negativos en función de cómo se la utilice.

Los dispositivos tecnológicos mejoran las relaciones sociales al permitir la interpelación de varios sujetos entre sí aún cuando los individuos se encuentran a larga distancia, pero su uso indebido puede perjudicar a un número inabarcable de personas y, por qué no, a diversos países.

Esto se vio reflejado luego de que el 15 de mayo Donald Trump prohibiera la compra-venta de equipos comunicacionales y tecnológicos de la empresa asiática Huawei Technologies Co. dentro de Estados Unidos, dado que representaban un peligro para la seguridad nacional. El motivo principal radicaba en un posible espionaje por parte de la compañía china y un desinterés por el gobierno asiático de confiarle al gigante estadounidense el desarrollo de sus redes 5G.

A su vez, Trump emitió un decreto de protección donde estableció un fuerte distanciamiento entre la empresa china y las compañías que proporcionaran bienes tecnológicos, de servicio y comunicacionales. De esta manera, el país colocó a la corporación en su lista negra.

Huawei no salió beneficiada con esta decisión, sino que recibió la espalda de muchas otras empresas. Entre ellas se encuentra Google, que dio a conocer que no le seguirá brindando su sistema operativo Android, así como también Google Play, Google Mail y Google Maps. Además, los proveedores tecnológicos Xilinx, Qualcomm, Broadcom e Intel, los fabricantes de componentes ópticos Lumentum e Inphi, el fabricante de chips de radiofrecuencia Qorvo y el fabricante de chips británico ARM decidieron romper lazos con Huawei.

Pero, ¿por qué Estados Unidos realizó este ultimátum? Para comprenderlo es necesario remitirse a los orígenes de esta disputa tecno-económica entre las dos grandes potencias.

Todo inició en enero de este año cuando Huawei fue acusado de robar secretos comerciales de la empresa comunicacional T-Mobile en 2012 y 2014. Por consiguiente, la empresa asiática justificó que esa denuncia no era comprobable por no apoyarse en evidencias que incriminaran a dicha compañía e inculpó a diversos empleados de Huawei de tal maniobra política. No obstante, el país norteamericano expuso un informe donde el director y varios ejecutivos eludieron con mentiras a los funcionarios gubernamentales con el fin de autobeneficiarse al emitir bonificaciones a aquellos que lograran la mayor cantidad y calidad de información posible.