Cine argentino recuperado

El ciclo en línea Cine Argentino Recuperado organizado por el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) llegó a su penúltimo domingo con la transmisión de tres películas presentadas, como siempre, por Fernando Martín Peña.

El jugador

Del año 1947, dirigida por León Klimovsky, de quien ya habíamos visto en el primer domingo de este ciclo «La Parda Flora». Es la ópera prima del director y está basada en la novela homónima del escritor ruso Fiódor Dostoievsky. En apenas una hora, la película resuelve el perturbado punto de vista del protagonista (Roberto Escalada), sobre quien confluye la ambición por la fortuna, una mujer y la debilidad por el juego. Destreza con la cámara y el montaje vertiginoso por sobre otros aspectos, pero sin omitir la narración efectivamente tragicómica.

Los tallos amargos

Del año 1956, dirigida por Fernando Ayala. En 2014 el negativo original de 35 milímetros fue encontrado en la colección particular del empresario Alberto González, conservada y vuelta accesible por su familia. Este film está basado en la novela homónima de Adolfo Jasca y tiene varias particularidades a su alrededor, como la música a cargo de Astor Piazzolla y la fotografía de Ricardo Younis, reconocida entre las 100 mejores de la historia del cine. Carlos Cores interpreta a un antihéroe perseguido por sus propios pensamientos que entretejen paranoias retorcidas, representadas con una puesta ambiciosa de visiones y sueños.

La Tierra del Fuego se apaga

Del año 1955, dirigida por Emilio Fernández. No se conocían copias en buen estado de esta película en ningún formato fílmico hasta el año 2014, cuando el negativo original de 35 milímetros fue encontrado en la colección particular del ya mencionado Alberto González.

Emilio Fernández fue un director mexicano y esta producción cinematográfica es una de las pocas que realizó fuera de su país natal. Está basada en la obra teatral del autor chileno Francisco Coloane y tiene una fuerte impronta de drama rústico marcado por las fuertes pasiones de hombres y mujeres. Pero también nos quedan expresas las posibilidades de un paisaje cinematográfico de nuestro sur. La descripción que se pudo encontrar en la página web del MALBA sobre esta película menciona que «en el tomo II de su ‘Historia del Cine Argentino’, Domingo Di Núbila hace un relato pormenorizado de las dificultades de producción que rodearon al film, pese a las cuales el rodaje se hizo en el ajustado tiempo previsto y con un resultado técnico de gran calidad, lo que testimonia el nivel internacional de los profesionales argentinos de esa época y permitió que el film fuera enviado al Festival de Venecia. Di Núbila también documenta aportes no acreditados realizados al montaje final por Pierre Chenal y Hugo del Carril, a pedido de Fernández, que debió regresar a México por otros compromisos antes de finalizar la postproducción. No registra en cambio el testimonio de otros memoriosos que describen al director comportándose durante el rodaje más o menos como el personaje que interpretó después en ‘La pandilla salvaje’ (Peckinpah, 1968)».