Cuando el compromiso trasciende la pantalla

Es la reflexión y el ejemplo que pude observar en el director cinematográfico Benjamín Ávila durante la charla y debate organizado por el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica (ISER) y la Universidad Nacional de La Plata (Periodismo y Comunicación Social) al que pude asistir días atrás.
En este encuentro, Benjamín Ávila compartió con todos los presentes su experiencia, detalles de su vida y cómo filmó su película “Infancia clandestina”, candidata a competir por una nominación a los premios Oscar en la categoría de mejor film extranjero.
Benjamín contó que creció en Tucumán junto a su padre, y fue en esa provincia donde se dio su acercamiento con el cine, y recordó: “mi papá fue actor, arquitecto y gerente general de canal 10 de Tucumán, tuve mucho incentivo desde ese lugar. Con él tuve estímulos en todas las áreas, pasé mucho tiempo dando vueltas por los estudios, viendo como se hacía televisión”. Vivió allí hasta los 14 años y después se mudó a Buenos Aires. También agregó que “siempre desde muy chico estuve preocupado por mi futuro”, en un momento había decidido dedicarse a la medicina pero luego confirmó que quería ser Director de Cine.
Cabe destacar que “Infancia clandestina” es la ópera prima de este director, hijo de una militante desaparecida y hermano de un nieto recuperado, pero que no es una película literalmente autobiográfica pero sí compuesta por vivencias personales, y esta particularidad es lo que llama la atención, el enfoque desde la mirada de un niño.
Ávila lo admite. “La película está basada en mi propia infancia y la de mis hermanos, siempre tuve la idea de contar esta historia desde este punto de vista. Fue una necesidad personal, yo tenía que hacer esta película, era un compromiso tomado no sé cuándo ni con quién, quizás conmigo mismo, hace muchísimos años.  El guión está extremadamente pensado, en sí la película no es nada ingenua, nada de lo que sucede está librado al azar”.
Quienes participan del elenco son Ernesto Alterio, Natalia Oreiro, Cristina Banegas y César Troncoso, entre otros. Al momento de la elección el director se decidió por Ernesto Alterio porque le había gustado el papel dramático y diferente que había del trabajo del actor en «Vientos de Agua».
“Me fui acercando a cada uno de los actores a medida que los iba viendo y me parecían interesantes, el que más me costó fue el de la madre, porque es un personaje que literalmente es mi mamá, entonces me costaba mucho”. Luego se acercó a Natalia Oreiro y al ver el papel que interpretó en «Francia» de Adrián Caetano le pareció que “había mucha tela para cortar, el primer encuentro que tuve con ella fue alucinante, me hizo una devolución del guión que me sorprendió el nivel de análisis que hizo”. Pero uno de los papeles para el cual Ávila ya tenía pensada la actriz era para el de la abuela interpretado por Cristina Banegas. “En un primer momento para mí era inalcanzable, le acerqué el guión y aceptó, no lo podía creer. Sabía que el rol de la abuela era un papel chico pero extremadamente importante, en la película tiene un peso dramático muy alto”, luego el equipo se terminó conformando con César Troncoso.
Honestamente, el director contó: “Yo buscaba hacer una película que se vea, por lo cual muchas de las cosas cuando la construí tienen que ver con eso, construir un casting de cartel a la hora de comunicar, no por esto iba a ir en detrimento la calidad de la película, eso no lo iba a resignar nunca”.
Uno de los temas inevitables durante la entrevista fue consultarle al director durante la época que transcurre la película: la dictadura. “Para mí es una película que propone un punto de vista diferente de lo que se había construido hasta ahora seguro, es una película donde humaniza aquella época y le da un contexto cotidiano que no se había mostrado hasta ese momento, que está mucho más cercano a lo que yo realmente recuerdo que viví, que viví en la clandestinidad realmente no, yo nunca me sentí un oprimido, como chico para mí era normal todo lo que yo vivía y podía entender que para los demás no sea normal lo mío”.
A su vez, con los presentes se debatió por qué es necesario no olvidarse del pasado, el trabajo que realizan las Abuelas de Plaza de Mayo, la militancia, de los desaparecidos y de los hijos. Una de las posturas que contó Benjamín Ávila es que considera que nunca se creyó que se iba a hacer con los hijos lo que se hizo, que como era una guerra había ciertos códigos que se iban a respetar, que no se iban a robar a los hijos y se los iba a tener como un botín de guerra.
«¿Crees en esta película como un acto de militancia?» Fue una de las preguntas interesantes que se dieron en el auditorio a la cual Benjamín respondió: “Creo después de mucho tiempo de culparme por no militar lo suficiente, en honor a mi mamá desaparecida, y me culpaba por no ir a las marchas o por no debatir lo suficiente o lo que sea, me di cuenta que mi militancia era cinematográfica, que eso era a lo que yo me dedicaba y que desde ahí podía construir y me dediqué a eso, a hacer política cinematográfica, pertenezco a una asociación de directores, mi productora pertenece a una asociación de productores, trabajamos mucho desde adentro del mismo cine, tratamos de que se fomenten, se fogueen determinadas leyes, mi militancia va desde ahí, claramente, lo que es hacer construcción del cine, lo que me gusta filmar, mi posición claramente es política, yo hago cosas de Paka Paka, de Canal Encuentro y todas esas cosas son posiciones claras y concretas que he tomado. Y me parece que la militancia es algo que todos, si somos suficientemente conscientes si militancia significa poner en práctica tus ideales, todos los días creo que todos militamos, lo que pasa es que muchas veces nos consideramos apolíticos cuando en realidad estamos tomando un partido y una posición ante la vida, no siguiendo a un partido pero sí formando una posición de cómo se construye la sociedad».
Respecto al trabajo de Abuelas y de los desaparecidos, se planteó que hoy en día parte del trabajo de Abuelas es hablar sobre lo que ocurrió, “sostener, buscar, y no ceder nunca ante eso” (como lo relató Ávila), es lo que permite que hoy se llegue a esos jóvenes que en algún caso tienen dudas sobre su identidad, que no se animan a averiguar, a aquellos que no se imaginan que pueden ser hijos de desaparecidos, porque en algunos casos son adoptados. Para quienes viven esta búsqueda de cerca los nietos son los desaparecidos con vida .
También se discutió sobre la postura de que es una película más sobre la dictadura, que hay que mirar para adelante. Sin embargo, Benjamín Ávila hizo reflexionar a los presentes preguntándonos por qué Estados Unidos hizo y hace miles de películas sobre Vietnam pero nadie se lo pregunta. “Para los estadounidenses es normal mirarse y tomar una posición muy concreta ante ese mirarse. El cine es la memoria audiovisual de un país, el cine es el que uno recurre a ver, es la entidad en la historia que no lo tienen los programa de televisión”.
Finalizando el encuentro, se le preguntó por la expectativa de que su película gane un premio Oscar, simplemente dijo que se encuentra disfrutando el camino, pero nada más, que su compromiso no va a cambiar.