Cuestión de nombres

En las últimas horas se dio a conocer que la tenista Natalia Vikhlyantseva no podrá competir en el primer Grand Slam de la temporada, debido a que la vacuna Sputnik V no está reconocida por el gobierno australiano, según lo dio a conocer la deportista rusa a través de su cuenta de Twitter.

Allí expresó: “Desafortunadamente no participaré este año en Australia. Estaba muy feliz con el nivel de tenis de los últimos torneos y deseaba jugar, pero la vacuna Sputnik aún no fue verificada. Buena suerte para todos los participantes y para el equipo del Australian Open, que siempre organiza un torneo fantástico”.

Dicha disposición genera ciertas suspicacias, ya que en la misma sintonía, en relación con la vacunación, se supo que días atrás el tenista Novak Djokovic recibió una exención médica que lo habilitará a participar de la competencia. El tenista serbio en el año 2020 se pronunció contra la obligatoriedad de la vacunación para competir en torneos y, asimismo, se negó a dar a conocer si había recibido la vacuna, argumentando que “se trata de un tema personal”.

No obstante, al igual que su par rusa, también se expresó en redes sociales: “Pasé un tiempo de calidad fantástico con mis seres queridos durante las vacaciones y hoy me dirijo a Australia con un permiso de exención. ¡Vamos 2022!».

Ante este panorama, es inevitable plantear algunas interrogantes respecto al criterio en este tipo de eventos: ¿por qué inhabilitar a una deportista que al menos está vacunada y eximir a otro que no cuenta con su esquema de vacunación? ¿Cuál es la rigurosidad de las medidas sanitarias? ¿Esa rigurosidad es permeable a la trayectoria de un atleta?

Para finalizar, un dato no menor es que el evento, que va a reunir a más de 30.000 personas, se llevará a cabo con las altas temperaturas del verano australiano y con plena circulación de la variante ómicron de COVID-19.