Cuidado con la siesta

La siesta es una práctica común en muchas partes del mundo. En América, dependiendo la franja horaria y las estaciones del año se extiende o acorta, en la región mediterránea también es costumbre y en China se hace unos minutos después de almorzar y antes de trabajar. Hasta ahora, una siesta corta, de menos de media hora, se relaciona con potenciales beneficios sobre la salud.

Sin embargo, un reciente estudio publicado en el Journal of Clinical Medicine realizado por investigadores españoles, establece que las siestas de más de una hora se asocian con una mayor prevalencia de diabetes tipo 2, más perímetro de la cadera y valores más altos de grasa en el cuerpo.

El estudio del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN) concluyó, en comparación con no hacer siesta o hacerlo durante menos de 30 minutos, que existe una mayor prevalencia de diabetes tipo 2 y un mayor índice de masa corporal y circunferencia de la cintura con cada aumento de 10 minutos diarios en su duración.

Cómo se estudió

El ensayo clínico se realizó en 2.190 participantes de avanzada edad que tenían sobrepeso y síndrome metabólico, un grupo de afecciones que aumenta el riesgo de desarrollar problemas cardiovasculares y diabetes tipo 2.

«La siesta fue evaluada de forma objetiva mediante la colocación de acelerómetros (un aparato que detecta la actividad física o sedentaria realizada a lo largo del día)», dijo Jordi Salas, investigador principal del CIBEROBN. La investigación está enmarcada en el proyecto PREDIMED PLUS (Prevención con Dieta Mediterránea-Plus), un programa intensivo de cambio de estilos de vida para perder peso y prevenir enfermedades cardiovasculares.

Siesta corta alarga la vida

Anteriores trabajos ya mostraban cómo una siesta corta puede mejorar el estado de alerta, el rendimiento y la función cognitiva, así como reducir el riesgo de mortalidad.

«El problema llega cuando prolongamos la duración de la siesta, especialmente más de 60 minutos al día. Esta es la duración que se ha asociado con una mayor morbilidad y mortalidad en comparación con la ausencia de siestas o las siestas más cortas», señala Salas.