El día del despertar

¿Cuándo comienza, realmente, la primavera? A esta pregunta podemos decir que «depende, todo depende». Especialmente depende del año y de dónde estás situado en el globo terráqueo. Para nosotros, que estamos en el Hemisferio Sur, el equinoccio de septiembre en el año 2013 (que es el que estamos transitando) comenzó el domingo 22 a las 20:44 (UT).

Qué sucedió en este día en particular

Astronómicamente, el día y la noche tienen la misma cantidad de horas, es decir, la luz solar es proporcional a la oscuridad de la noche. Los dos hemisferios de la Tierra están exactamente iluminados de igual forma por el Sol. Este se desplaza, durante ese día, por sobre la línea del Ecuador, entre otros fenómenos.

Es decir, equinoccio deriva del latín aequus (igual) y nox (noche), momento del año en que el día es igual a la noche. El equinoccio ocurre dos veces al año: el 21 o 22 de marzo y el 22 o 23 de septiembre, épocas en la que los dos polos de la Tierra se encuentran a igual distancia del Sol, cayendo la luz solar por igual en ambos hemisferios.

Hasta acá la explicación astronómica pero, ¿qué significado más interno tienen estos periodos cósmicos?

Son fechas iniciáticas que vienen de la antigüedad, llamadas «misterios eleusinos». En Grecia, estos misterios estaban en relación a la iniciación del neófito, se daban en concordancia con fechas astronómicas como son los inicios de Aries (21 o 22 de marzo o el 22 y 23 de septiembre), esto depende del año.

Los misterios eleusinos están basados en los mitos de Deméter (la Madre Tierra) con su hija Perséfone, raptada por Plutón, mientras esta caminaba por los campos y olía las flores que su madre hacía florecer y mantenía según la estación.

Hades (uno de los olímpicos que junto con Zeus y Neptuno desterraron a Saturno del poder y después ellos se dividieron los planos del Universo) era un ser muy oscuro y tenebroso. Tal es así que nadie quería casarse con él y, por esta razón, decidió raptar a Perséfone y llevársela contra su voluntad a las profundidades de la Tierra para así pasar a ser la reina del inframundo.

Podríamos decir en nuestro lenguaje que esta es la primera crisis que la Madre Tierra tuvo, a raíz de perder a su hija. Fue cuando se estableció el invierno por dolor de haberla perdido, porque emocional y físicamente la Tierra se heló y los hombres comenzaron a tener hambre, no se producían los frutos ni nacían las flores.

Deméter había desafiado al mismo Zeus para que le dijera qué había pasado con su hija y este, al ver que el clima se estaba descompensando y su sistema de gobernabilidad se veía afectado, decidió conminar a Hades a que devolviera a Perséfone a los brazos de su madre. Pero en el inframundo Hades había convencido a Perséfone que comiera de un fruto, la granada, para que ella quedara atrapada en este mundo y no pudiera volver a ver a Deméter. A partir de este acontecimiento se establecieron las estaciones y Perséfone, aunque sea por seis meses, volvía con su madre. De esto se trata el periodo solar (primavera y verano), es un misterio eleusino.

Por qué el despertar

El día de equinoccio es el despertar, cuando sale Perséfone de ese mundo (o inframundo) y se conecta nuevamente con su madre. Es la caída del alma en la materia (periodos de oscuridad, frío y devastación) y es el resurgimiento del alma después de haber ingerido la semilla del karma, que es la que la mantiene atada a Hades y por eso no puede conectarse con su parte divina (su madre), aunque implore verla y ansíe estar unida a ella.

El despertar está dado en que la humanidad coma menos «semillas de granada» y no quede atrapada en los brazos del deseo (Plutón). Despertar es aprender a ser libres, enfocarnos en las energías del Sol como vida, como luz. En equinoccio, el Sol llega al cenit, a lo más alto. En los misterios, este se encuentra en relación al espíritu, el discípulo despierta al nuevo estado, al estado de equilibrio (equinoccio). El discípulo debe equilibrar las fuerzas de la luz y de la oscuridad dentro de su propia naturaleza, el discípulo debe concienciar su alma (Deméter) y conocer su personalidad (Hades). Parte de la iniciación está dada en que, ciclo tras ciclo, está siempre tratando de equilibrar estas dos fuerzas para poder transitar el plan que ha elegido.

En definitiva, despertar es libertad, concienciar es aprender a elegir y madurar es volver a unir lo que “el oscuro” quiso separar. ¡Feliz día del despertar!