El monte y nada más

En el marco de la Competencia Oficial Argentina del 23° BAFICI se presenta «El monte» de Sebastián Caulier, sobre los días y las noches de un joven que intenta descifrar el enigma entre su padre y la naturaleza.

El director formoseño, que antes escribió y dirigió los largometrajes «La inocencia de la araña» (2012) y «El corral» (BAFICI 17), se mete en el paisaje frondoso del monte para construir un mito local que pueda partir del temor romántico a la inmensidad ingobernable de las fuerzas naturales.

La premisa es sencilla, un joven (Juan Barberini) llega a una casa ruinosa donde vive su padre hace algún tiempo, este hombre (Gustavo Garzón) recibe a su hijo con hostilidad, porque entiende que volvió para intentar llevarlo de vuelta a su vida anterior radicada en la ciudad en donde aparentemente se desarrollaba como médico, pero él está dispuesto a oponer resistencia.

Progresivamente, este joven va a descubrir que lo que cree que es el deterioro cognitivo de su padre, con lagunas mentales y caminatas sonámbulas en realidad tienen que ver con una conexión oscura que mantiene con el monte.

Descubrir qué tipo de trance gobierna a este hombre se convierte en el objetivo del protagonista que va a intentar comprender las intenciones de algo que es mucho más inmenso y ancestral de lo que él puede imaginar.

La fotografía «verdosa» es la cuna de esta película fantástica que nos sumerge, por medio del género, a un relato sobre una relación de padre e hijo tan impenetrable como el propio monte que se levanta frente a ellos. Mientras, en la primera capa del relato, Gustavo Garzón demuestra -como si hiciera falta- su talento ya indiscutible, transformándose en una criatura por momentos humana y por momentos sobrenatural, con una gestualidad que eriza la piel.