El primer amor

Querido lector, es 1° de Mayo y yo no quería dejar pasar la ocasión de, en principio, desearte un feliz Día del Trabajador y, por otra parte, celebrar contándote una historia.

Cuando tenía 20 años, el país era un caos. Recién comenzábamos a salir de la crisis del 2001 y yo había tenido que dejar la facultad porque la plata no alcanzaba. No solo el país era un caos, mi vida también. Pero si algo le faltaba a aquel 2003 era la muerte de mi abuelo. Esa figura emblemática a quien yo adoraba, dejaba de existir.

No sabía muy bien qué hacer con mi vida, lo que sí tenía en claro era que necesitaba imperiosamente conseguir un trabajo. Pero en la convulsionada Argentina, eso era como acertar un pleno en la ruleta. Sin experiencia y con poca calle, no era la postulante ideal. Recuerdo que, por ese entonces, coordinaba los grupos misioneros en el que había sido mi colegio, y una de las madres que nos ayudaba me dijo que en la empresa donde trabajaba su prima estaban buscando recepcionista, que le alcanzara un currículum. Pensá, querido lector, que las cosas no eran inmediatas como lo son ahora. Pasaban semanas de espera, el papel impreso del CV iba de mano en mano. Milagrosamente había quedado seleccionada para una entrevista. Se trataba de una empresa que vendía muebles de oficina y buscaban una recepcionista que hiciera un poco de todo. Fui una mañana, charlé con la prima de mi conocida y quedó en llamarme. Salí más que feliz.

Mientras tanto, seguía atravesando el duelo por la muerte de mi abuelo. Toda la familia lo hacía.

Las semanas pasaban y el llamado no llegaba. Ya daba por perdida la oportunidad, pero mi papá me dio una lección, que hasta el día de hoy guardo y aplico. Me dijo: «Llamá vos. No esperes si querés algo». Le hice caso. La cuestión era que en realidad estaban terminando de poner en orden unos papeles y por eso todavía no podían contratarme, pero había quedado en el puesto. Estallé de alegría y así fue como en mayo de 2003 obtuve mi primer trabajo. Mi primer amor.

Y por qué digo primer amor, bueno, resultó ser que aquel lugar se transformó en mi casa y mis compañeros, en familia. Hasta octubre trabajé en el local de ventas y luego pasé a la fábrica, me habían ascendido. Ahí era la única mujer entre veintipico de hombres. Aprendí muchas cosas sobre el manejo de una empresa, pero más aprendí sobre la vida. Trabajé diez años en aquel lugar y pasé de todo, desde los momentos más felices hasta el dolor más profundo.

Después comenzó para mí otra etapa laboral que ya se relacionaba con mi vocación. Comencé a trabajar de profesora de Lengua y Literatura, pero esa historia la dejaré para otro momento.

Lo que quiero transmitir con este relato es la importancia que tiene para un ser humano que alguien le brinde la primera oportunidad en el mundo laboral. Y por qué mencioné a mi abuelo en todo esto, bueno, es por el simple hecho de que para mí nada fue casualidad. Un mes después de que él dejara este plano, yo comencé a trabajar, y si hay algo que te dignifica y te da oportunidades en la vida es el trabajo. En mi caso, creo fehacientemente que me salvó, y me gusta pensar que fue mi abuelo, el hombre más trabajador que conocí, quien desde el cielo, me mandó esa oportunidad.

Pero ahora vayamos a lo concreto. ¿Pueden los jóvenes de hoy vivir la experiencia que yo tuve al obtener mi primer trabajo?

Una encuesta realizada por la Fundación Forge entre 2.000 personas de 18 a 25 años en la Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Colombia, Ecuador y México reveló que, para iniciar sus trayectorias laborales, los jóvenes terminan aceptando propuestas de trabajo informales.

Por otro lado, la investigación arrojó que una de las principales barreras para que los jóvenes obtengan un trabajo es la apariencia física. En la Argentina, el 51% indicó que su aspecto es un punto determinante a la hora de conseguir un empleo.

Pero no todo depende siempre de un otro. Hay un factor importante a la hora de buscar empleo, y que hoy es una de las debilidades que poseen los jóvenes: se trata de la incapacidad de creer en sí mismos.

Otra de las evidencias que dejó al descubierto la encuesta, fue que la inseguridad tanto como la ansiedad y el nerviosismo son tres sensaciones que los encuestados manifestaron vivir principalmente en las situaciones de entrevista laboral.

Esas palabras de mi padre, ante mi creencia de una derrota asegurada con respecto a la búsqueda laboral, sirvieron para que yo pudiera revalorizarme y aprender que uno debe «pelear», si realmente quiere conseguir algo. Darse por vencido, no debe estar en el vocabulario de nadie.

Pero hay algo que preocupa cada vez más en los tiempos que corren, y es esta nueva «enfermedad» que padecen adolescentes y jóvenes, que es la poca tolerancia a la frustración. Yo lo veo a diario en las aulas y, por supuesto, eso es arrastrado de por vida si no se logra trabajar. La resolución de problemas no es algo con lo que puedan lidiar. Sin embargo, para afrontar cualquier empleo es necesario atravesar la frustración, ya que está comprobado que uno aprende más de los errores que de los aciertos. Por otro lado, uno siempre está intentando resolver problemas, sean mínimos o de un alto tenor. Si ante estas situaciones las nuevas generaciones se van a paralizar, el primer empleo será una experiencia que mejor no recordar y eso no debería ser así. Debemos ayudar a nuestros jóvenes a que crean en sí mismos.

Sé bien que tuve suerte de encontrar un primer trabajo que puedo recordar con tanto cariño, pero también tuvo sus cosas negativas. Fui yo la que hizo que la experiencia valiera la pena. Es uno quien tiene la capacidad de capitalizar lo que le sucede o vivirlo como un espanto permanente.

Sigo sosteniendo que nada te da más libertad que el primer trabajo. Ese primer sueldo, esos primeros compañeros, los primeros errores y aciertos.

Hoy es el Día del Trabajador y llevo veinte años celebrando. Dijo Confusio: «Elije un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida».

Voy a tratar de no ser tan romántica y decir que deseo que, para aquellos que buscan su primer trabajo, lo encuentren y sientan que están honrando sus vidas.