Enfoque ayurvédico, ¿nuevo paradigma?

Ayurveda proviene de las palabras “ayus” (vida) y “veda” (conocimiento), es decir, es el conocimiento de la vida. Esta medicina tradicional hindú predica que “como es el cuerpo humano así es el universo, como es la mente humana así es la mente cósmica, como es el microcosmos así es el macrocosmos”.

¿Cuánto poder tienen nuestros pensamientos y emociones sobre nuestro cuerpo?

Diversos estudios demuestran que cuando una persona sostiene un estado emocional prolongado (negativo o positivo) tiene mayor incidencia de cáncer u otras enfermedades, por ejemplo, si dicho estado fue depresivo.

La doctora Candice Bert, quien fuera jefa de Biología Molecular en el Instituto Nacional de Salud, Estados Unidos, demostró que los cambios de energía cuando experimentamos un pensamiento se convierten en ciertos péptidos (neuronas parecidas a proteínas) en nuestro cerebro, a los que llamó neuropéptidos, que es como se comunican las neuronas entre sí. Con esto probó que el cuerpo tiene la capacidad de pensar por sí mismo, que cada célula es consciente, viva y pensante, por lo que no se puede confinar la mente al cerebro, está en cada célula del cuerpo.

Para el ayurveda la felicidad del enfermo es tan importante como su supervivencia y le da una gran importancia a que la consciencia encuentre su propio camino por encima del daño sufrido por el organismo.

La ciencia médica considera al cuerpo material y los agentes materiales como causa de la enfermedad, trata de entender el mecanismo de la enfermedad solamente desde la materia.

¿Cuál es entonces la realidad subyacente?

Hay infinitas posibilidades coexistiendo simultáneamente. Lo que experimentamos como materia solo acontece en la consciencia. Todo el mundo exterior se forma simplemente de campos energéticos que en verdad son un solo campo.

Los péptidos a los que hace referencia la doctora Bert son como «pequeñas llavecitas» que entran en la superficie de otras células, donde hay pequeñas ranuras como si fueran cerraduras. Así, cuando tenemos un pensamiento, este se transforma en una molécula que es como una llave que viaja y encuentra su cerrojo para dejar un mensaje químico. Las «cerraduras» se llaman receptores, que están ubicados en el cerebro.

Los nuevos paradigmas nos dejan realidades imposibles de ignorar. Está claro que el cuerpo no es una máquina fija de espacio y tiempo sino que somos, más bien, un río de energía e información y, como decía Heráclito: “Nadie se baña dos veces en el mismo río”, por lo que nada permanece inmutable. Nuestra esencia no es la piel ni los huesos. Si pensamos que somos nuestro físico, nuestro cerebro, estamos en un dilema, pues el que somos hoy, no es el mismo que era ayer y este a su vez no es el mismo de anteayer y el de anteayer el de hace una semana atrás. Somos cambio constante, movimiento.

Nuestro verdadero ser no es ni mente ni materia sino la fuente de ambas, algo que podemos llegar a ser. Somos básicamente una consciencia que concibe, gobierna, construye y se convierte en mente tanto como en cuerpo. No somos máquinas físicas que aprendieron a pensar sino pensamientos que aprendieron a crear la máquina física. El mundo objetivo es en realidad una respuesta del que observa. Nosotros lo creamos.