Fascinante «Muere, monstruo, muere»

Alejandro Fadel presentó su film «Muere, monstruo, muere» en el 33° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, luego de su paso por el Festival de Cannes. La repercusión fue positiva y se llevó varias menciones en la entrega de premios no oficiales.

Múltiples disparadores

Una mujer degollada, su cuello abierto, ocupa la pantalla completa. La mujer se sostiene la cabeza para que no se termine de desprender. Con esta brutal imagen da comienzo una visceral película.

Cruz (Victor López), un oficial de la policía rural, se hace cargo de la investigación de una seguidilla de asesinatos de mujeres que aparecen decapitadas. David (Esteban Bigliardi) es el esposo de Francisca (Tania Casciani), quien a su vez es la amante de Cruz, se convierte en el principal sospechoso y cuando lo internan en un hospital psiquiátrico, culpa a un monstruo. Esta especie de sinopsis es engañosa y es poco lo que abarca de una película con múltiples disparadores simultáneos: un policial con un enigma a resolver, un drama, terror sobrenatural… ¿cómo definir esta película de Fadel?

Le película se constituye con el horror, las mujeres aparecen víctimas de violaciones brutales y decapitaciones salvajes, tiradas ahí en el suelo, rodeadas de hombres que las observan, que llaman a los gritos a una policía científica que nunca llega y que cargan en sus manos con sus cabezas, despojados de sensibilidad. El humor entremedio pone en jaque al espectador, es imposible reír pero es efectivo, una contradicción moral comienza a ponerse en juego en una película que involucrará varios planos metafóricos para repensar constantemente.

La única mujer policía se lamenta «nos van a matar a todas», el monstruo se manifiesta con un vómito espeso y negro que expulsan los hombres, que en momentos de alucinación se atribuyen el mal. Hay una lectura casi inevitable, la del género. ¿Es casual que Fadel ponga todos estos elementos de esta manera? La indiferencia frente a los cuerpos, la sexualidad elocuente respecto de la violencia y «el mal» como espectro sensorial. ¿Es casual en este contexto la mención de la ginofobia en la enumeración de «miedos absurdos»?

La oscuridad visual se retroalimenta de personajes que usan sus físicos como lienzo de lo extraño, y en sus gestos y posturas el enrarecimiento se moldea sin forma. El hablar del actor Víctor López impregna todo de su gravedad oscura y vibrante. Compleja y cargada de elementos para debatir, pensar y reflexionar. «Muere, monstruo, muere» es horrible y fascinante.

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