«Hoy Milei es el verdadero fascismo»

«El Credo» es un documental del año 2019 que narra el ascenso y caída de grupos neonazis en la ciudad balnearia de Mar del Plata. Durante la década pasada, lo que comenzó como pequeñas células fascistas proliferó en un grupo organizado de acción violenta materializada. Alan Sasiain, director de la película, nos cuenta sobre la realización, pero también aprovechamos la oportunidad para analizar los discursos políticos actuales con su raíz y sus redes.

A partir del 2010 se pudo ver el crecimiento de pequeños grupos dispersos de ideología fascista en la ciudad de Mar del Plata. Luego, en el año 2011, hubo un proceso de unificación y organización a partir de una causa común: la defensa de la presencia de un cuadro con la imagen del represor Pedro Giachino en el recinto del Honorable Concejo Deliberante del Municipio de General Pueyrredón. Pedro Giachino fue, además, el primer muerto en combate durante la Guerra de Malvinas y, justamente en ese punto, estos grupos encuentran una causa aglutinante, defender su memoria de héroe combatiente y, de esta manera, forman “La Giachino”.

Este primer paso evolucionó progresivamente con un nexo directo reivindicador del nazismo, lo cual devino en múltiples ataques de violencia física y la organización de otros grupos activistas por los derechos humanos que decidieron unir fuerzas para llevar a los protagonistas a juicio. Sigue habiendo esquirlas de aquello que sucedió y el documental nos propone entender, con esas mismas bases teóricas, por qué se podría repetir lo sucedido, nos cuenta algo que pasó para leer algo que puede pasar.

Los comienzos de la investigación

«Me tengo que remitir al año 2017, cuando estos casos que aparecían como hechos aislados empezaron a escalar, esto llamó mi atención y decidimos volver a Mar del Plata (Alan es marplatense y vive desde ya diez años en La Plata) y encontrar que estas personas eran grupos denominados fascistas que estaban agrediendo a personas LGBT, militantes de Izquierda, anarquistas, a personas por su orientación sexual o religiosa, y todo se empezaba a conectar», nos cuenta Alan.

«Esto pegó un salto con las agresiones de Plaza España y la elección de Mauricio Macri, fue ahí cuando este grupo se reunió para ir al bunker y empezaron a recrudecerse los ataques. Cuando grabamos no sabíamos que iba a haber juicio oral. Entonces, las personas tenían miedo de hablar, miedo a las represalias, porque esta gente estaba libre y la Justicia no los acusaba. Cuando tuvimos fecha para el inicio del juicio oral encontramos una columna vertebral de todos estos eventos y también del documental. Hasta que no hubo juicio oral reinaba el miedo durante las primeras entrevistas», relata el director.

¿Cómo se instalan los discursos fascistas?

Los primeros minutos plantean un diagnóstico de situación en cuanto a lo económico y social en Mar del Plata y cómo aprovechan la incertidumbre estos discursos y vienen a proponer un cambio. «Lo propusimos en la necesidad de plantear una hipótesis acerca de cómo estos grupos lograban reclutar y hay un dato de color que explica esto: conocimos a un chico cuando éramos adolescentes y teníamos una relación de amistad con actividad militante, y después me entero y veo en videos que él está con grupos neonazis… una persona que venía del anarquismo, esto lleva a uno a preguntarse cómo pasó de un lado a otro».

«Cómo estos grupos se pueden construir con un discurso homofóbico, discriminatorio, desde la buena salud para enaltecer el cuerpo e ideas de superioridad que encuentran puntos de apoyo en la realidad, relacionado a la seguridad y la mano dura. Hacen política, no dicen cualquier barbaridad, construyen un sentido global. Este fenómeno aparecía en un montón de pibes que no encontraban trabajo y una idea radical al problema personal e individual venía como anillo al dedo. Mar del Plata es una de las ciudades con más desocupación del país, con un nivel de precariedad muy alto, nos parecía que era un trasfondo donde se da lugar a que estos grupos tengan un público. Visto a la luz de los acontecimientos, la vigencia de estas hipótesis en relación a la elección de Javier Milei y el grupo de los libertarios y demás, que son parecidos y distintos pero expresan un mismo fenómeno: el hecho de que está muy difícil la proyección para la juventud y las ideas radicales aparecen como una campana a la cual prestarle atención», analiza Sasiain.

Sobre esta última conexión

Carlos Pampillón, que participa en la película y es señalado como la raíz de estos grupos, felicitó a Milei en redes sociales y celebró sus ideas sin dejar de señalar que comparte muchas de ellas. Esto nos lleva a querer entender dónde empiezan los discursos, que en principio no exteriorizan la violencia pero hay un arco de transformación del discurso que, cuando ya se instala, puede ramificarse hacia lugares horribles y ya hay gente que está ahí.

Sobre esto, Alan nos dice que «se va solapando el discurso con otros elementos, hay una sociedad con muchos conflictos, con muchos problemas irresueltos y necesidad de un cambio para modificar la realidad cotidiana, y cuando a eso le adosamos un discurso verborrágico, violento, de una estructura machista con ‘un tipo que viene a salvarte’, uno compra una parte pero en realidad está comprando todo el paquete», y agrega que «ellos vinculan esas dos capas: la desocupación y la crisis social con el discurso verborrágico que viene solapado de la discriminación, xenofobia… Pampillón se quiere subir al carro del liberalismo pero él es nacionalista: del estilo que propone echar a los extranjeros, mientras que Javier Milei tiene un discurso de no echar a los extranjeros sino de precarizarlos más. Son dos formas distintas pero una está más real y aggiornada al Siglo XXI y la otra atrasa un siglo. Hay una que es más peligrosa, para mí es la que le fue bien en las PASO, como realizador de ‘El Credo’ creo que el verdadero fascismo es más Milei que Pampillón».

Entrevistar al enemigo

Acaba de avanzar una causa contra Carlos Pampillón por sedición, cuando en el año 2013 agitaba el acuartelamiento de la policía. «La reivindicación que hacen de las Fuerzas Armadas es uno de sus ejes», afirma el director y nos cuenta sobre la experiencia de entrevistarlo. «Creímos que a la hora de hacer un documental, por el riesgo de quedar como una obra panfletaria y para luchar contra el mono discurso, debíamos incluir esas voces. También tenía que quedar en claro que lo que decía este personaje estaba mal, no era nuestra idea dejar un mensaje dudoso ni alentar a estos grupos a que tomen el documental como propio. Al no haber juicio oral en ese momento, ellos se sentían más libres y se la jugaban a hablar. Por suerte, la película puede contar un final como esperábamos y no tuvimos que denunciar una Justicia cómplice. Ellos piensan que no hay mala publicidad y nosotros no engañamos a nadie, ellos sabían de dónde veníamos. Es una sensación de estar entrevistando al enemigo pero con mucho juicio de tratar los temas con la mayor seriedad posible, no hay cámara oculta ni tergiversamos, sí acomodamos las entrevistas a nuestro discurso, la de Pampillón y la del abogado Cristian Moix», detalla el documentalista.

La conexión con Grecia

Esta película es notable, además, por la conjunción entre la oscuridad de la temática y el dinamismo narrativo lleno de tensión. «Teníamos una preocupación constante por el espectador y tratar de transmitir algo que no fuese expositivo, no es una película para el museo, es una película para la calle, para disfrutarla y compartirla. Hay que ser siempre atento, la obra tiene que impactar y tiene que movilizar algo, no solo ser un documento».

Por último, Alan nos cuenta sobre el camino de la película por Europa, figurado en un caso particular: «En Grecia también hubo un grupo y fue un caso más virulento, porque hubo un joven asesinado y mucha violencia en las calles. Llegaron a tener varios diputados por Amanecer Dorado y también hubo un juicio y familiares que se movilizaron y traccionaron a la sociedad griega. También hubo una fiscal que desestimaba las acusaciones de la misma manera que en ‘El Credo’… los puntos de contacto son muchos. Ellos mismos encontraron en esta película una herramienta para difundir su propia lucha, ellos no tenían juicio todavía y fue como decir ‘hagamos como en Argentina’: luego tuvieron juicio y condena».