La boda de Connor

«Succession» reveló el primer gran giro dramático de su cuarta y última temporada. Es deber avisar que esta nota contiene spoilers para intentar analizar el impacto del tercer capítulo estrenado el domingo en la noche y que provocó algunos desvelos.

El segundo episodio terminó en la noche anterior a la boda de Connor Roy (Alan Ruck) y, según la lógica causal, lo esperable en esta tercera entrega era ver cómo se desarrollaba la venta de Waystar Royco, qué lugar iba a ocupar Roman Roy (Kieran Culkin) y quiénes iban a ganar y perder en la pulseada.

No sería justo decir que la serie «pateó el tablero», una expresión más asociada a salidas caóticas y desconcertantes. Aquí, concretamente la muerte de Logan Roy (Brian Cox), era algo que estaba anticipado por el deterioro de su salud, pero no fue un aspecto con excesiva atención de manera que funcione como un «aviso» sobre la inminencia del hecho, ahí está parte de la genialidad. La muerte está apoyada en algunos momentos anteriores que le dan sentido, pero esos quedaron lo suficientemente lejos como para volver ahora con una fuerza de impacto renovada.

Otra inteligencia es la de cercenar un proceso, los primeros minutos del capítulo caminan con paso firme en una dirección y, abruptamente, todo eso queda postergado. Elegir dos espacios reducidos que condicionan la movilidad de todos los personajes también, nadie tiene mucho más que hacer al respecto más que escuchar a través de una débil señal telefónica.

Esta recta final, además, toma una forma circular, vuelve a transitar situaciones con nuevos sentidos, todo lo que marcó el inicio: un cumpleaños de Logan, una boda y, lo más importante, la batalla que despertó una muerte simbólica del padre en la primera temporada se cerrará con la muerte real y concreta.

Ya no se puede agregar mucho más sobre las perfectas interpretaciones de cada actor y actriz, lo fueron todo este tiempo, pero la dimensión sensible que abrieron de sus personajes es mayor a la de cualquier episodio que haya insinuado ese costado para cada uno de ellos.

Asimismo, esto va de la mano con traer a las emociones primarias a personajes que siguen una trama y un estilo de vida lejano para tantísimos quienes miramos la serie. Las enormes sumas de dinero y las pujas de poder nos distancian, sin embargo, la muerte, lo no dicho, la tristeza y la tragedia familiar nos unen.

Y la última maravilla (para esta nota al menos) es pensar en que aún queda más de la mitad de la temporada, siete episodios por delante para desarrollar cualquiera sea el destino de esta serie que ya prometía calidad hasta su último minuto y, de yapa, nos regaló un episodio que es de los más importantes en el mundo de las series.