La fuerza de las palabras

Contamos con una herramienta maravillosa y muy sencilla para crear el mundo que queremos: el verbo posee una energía sorprendente y si lo unimos con nuestra mente podemos obtener resultados inesperados, ya que al afirmar estamos decretando o declarando algo, bien sea de forma escrita o verbal.

Cada palabra que decimos tiene una energía particular, con las palabras podemos construir o destruir. Así que, ¿en qué lado querés estar? ¿En el que
construye o en el que destruye?

Es maravilloso crear y construir, es satisfactorio al ver los resultados, es frescura para el alma. Si manejamos en buena línea el vocabulario y con consciencia de que cada palabra posee una vibración, esto influirá positivamente en nuestros pensamientos, generando una cadena energética
de positividad, reorientándonos y generando cambios.

Las afirmaciones son oraciones pensadas y armadas de manera corta que expresan estados ideales que deseamos crear, por ejemplo: “Vivo rodeada de gente amable y afectuosa”. “Mi vida es prospera”. Lo interesante es que si nos observamos tenemos el poder de cambiar nuestras manifestaciones. Por ejemplo, tal vez en un momento difícil de soledad podemos pensar: “No encuentro una pareja” y la podemos transformar diciendo inmediatamente: “Existe una pareja para mí, por eso me preparo día a día para cuando llegue”. Incorporá esta técnica sencilla en tu vida para generar afirmaciones en la salud, en el amor, en tu actividad laboral, en el hogar, en el ambiente, con las amistades, en tu comunidad, en fin, con cualquier cosa que desees cambiar, es divertido y original, ya que tú la creaste, afectando a su vez tu mundo y tu vida.

Para ello es fundamental saber lo que deseás, lo que querés y hacia dónde vas, saber lo que querés atraer, cambiar y modificar al expresarlo en forma positiva. Con las afirmaciones podemos cambiar hábitos negativos y dar cabida a un cambio real desde el interno del ser, así que manos a la obra. Hasta un próximo encuentro. Amén, Selah.

Artículo elaborado especialmente para puntocero por Lisette Cardozo.