La música de la vida

En el marco del Festival Escenario, se realizó el pre estreno del documental “La voz del viento” (Daniel Gagliano, 2021), que retrata la vida de Raúl Barboza, un acordeonista imprescindible de la música popular argentina.

Esta película, que forma parte de la Competencia Internacional de largometrajes del festival, pudo verse en la Sala Lugones en una función llena de emoción por parte de un público movilizado por lo que veía. Y no es para menos, los pasajes musicales en los cuales se ve a Barboza interpretando sus composiciones en el acordeón se sienten como si se estuviera formando parte del show y el músico estuviera ahí, tocando para nosotros.

Ecléctico y reflexivo, el film está estructurado a partir de una voz en off del propio músico, que no necesariamente cuenta su vida en orden cronológico sino que se siente más como una conversación íntima (por momentos, hasta diría que es consigo mismo) que lo lleva a recorrer pasajes formativos de su historia que se conectan no por el momento en el que sucedieron sino por la significación que tuvieron para su vida personal y profesional. Esa voz, lúcida y activa, nos acerca al músico de una manera íntima.

Gracias a las experiencias de Barboza, el documental permite a quien no está embebido en la cultura chamamecera conocer los entretelones de un género musical que ha sabido perdurar no sin contradicciones, tradiciones y prohibiciones. El espíritu inquieto y curioso del músico se refleja en cada material de archivo (mucho de lo cual es inédito) a partir del que se puede ver a Barboza interactuar con músicos «gaúchos», visitar comunidades guaraníes, recordar una melodía litoraleña con el Chango Spasiuk o recibir una distinción en Francia (país donde se radica desde 1987). Y es que todo eso embebe la música de Raúl Barboza, quien no se olvida nunca de sus raíces curuzú pero sabe, también, que las experiencias de vida de cada uno nos transforman y se cuelan en todo lo que hacemos.

“La voz del viento” es un relato respetuoso e íntimo de un músico que, con más de ochenta años, mira para atrás a la carrera de toda una vida para pararse desde allí a mirar hacia adelante.