Los márgenes de la enseñanza

Se estrenó en salas de cine argentinas «El suplente», la nueva película de Diego Lerman («La mirada invisible» y «Una especie de familia», entre otros títulos). Los protagonistas de esta historia están interpretados por Juan Minujín, Alfredo Castro y Lucas Arrua, interpretando distintos actores sociales de una comunidad educativa que intercambian realidades y problemáticas.

Lucio (Minujín) comienza a enseñar Literatura en una escuela secundaria ubicada en una zona periférica de la ciudad. Allí se involucra en una realidad distinta a la propia y los conflictos de sus estudiantes pronto se vuelven los suyos. Dilan (Lucas Arrua) es uno de ese puñado de chicos, quien se ve involucrado directamente en un conflicto relacionado al narcotráfico dentro del barrio y de la escuela.

Mientras tanto en su vida privada, podemos observar a Lucio en relación a su padre Roberto (Alfredo Castro), un hombre conocido dentro del barrio que construye un comedor para la comunidad, y también como padre de Sol (Renata Lerman), una nena de 12 años a la que presiona fuertemente para que apruebe unos exámenes y así ingrese a una escuela que él eligió para ella.

En «Una especie de familia», el conflicto implicaba a una mujer que decidía viajar al norte para adoptar un chico de forma ilegal y Lerman esquivó cualquier expresión moralizante en favor de sacarle provecho a las contradicciones humanas alimentadas por estados de desesperación en los que no importa nada. En «El suplente» sucede algo similar, si bien para Lucio el arco es de crecimiento y enriquecimiento, también la narración dispone ambivalencias en su actuar: la presión agresiva sobre su hija, la obsesión con el tratamiento médico de su padre, cierto egoísmo en su forma de ver el mundo, entre otros aspectos que lo hacen un personaje caleidoscópico, interpretado con acierto por Minujín y excelentemente acompañado por sus pares.

Si hay que buscar una palabra para intentar sintetizar los procesos narrativos y estéticos de esta película podría ser «delicadeza». La forma en la que siembra motivos a lo largo del desarrollo para luego tejerlos y crear múltiples sentidos es de una precisión admirable en términos de escritura. Y vale agregar que la fotografía es bellísima y tiene innumerables planos que complejizan la mirada y se distancian de un acompañamiento llano de los personajes para construir a partir del reflejo, del reencuadre, de los márgenes y de «cierta abstracción de la imagen», como dice el director de fotografía Wojciech Staron en una entrevista que podés leer acá.