Más allá de la dieta: comer rico y sano

Dietas estrictas se vuelven protagonistas. Cumplir con el plan «detox», suprimir las harinas y pasarse horas en el gimnasio son algunas de las características que suelen ser frecuentes unos meses antes de las ansiadas vacaciones.
Durante todo el año no ponemos foco de atención en el cuerpo pero, sin embargo, a la hora de ponernos un traje de baño generalmente entramos en crisis y comenzamos dietas sin futuro, pasamos hambre, no disfrutamos la comida y empezamos a hacer actividad física en el mes de diciembre. Creemos que comiendo solo ensalada e ir todos los días al gimnasio vamos a llegar perfectos a las vacaciones.

Convencidos y vencidos

La famosa nutricionista Mónica Katz, en su libro «Somos lo que Comemos» explica que «comer es imprescindible para vivir, pero también comemos para obtener placer, por aburrimiento, para calmarnos, para no pensar, para reunimos con amigos y familia, para celebrar, para seducir. Y vivimos rodeados de estímulos que incitan a comer como programas de TV, publicidades, restaurantes, bares, kioscos y comercios con góndolas rebosantes de alimentos y bebidas al alcance de nuestra mano. En ese sentido, la industria ha logrado producir alimentos a gran escala, procesados y especialmente diseñados para el consumo». Y a este último punto vamos: sabemos lo que realmente ingerimos o solo lo hacemos por el simple hecho de que en el envoltorio nos dice que el producto tiene cero grasas trans o porque tuvo una excelente campaña de publicidad y nos convencieron de que si lo compramos estaríamos comiendo sanamente.
Hacer dieta, en muchas ocasiones, es una guerra perdida. Durante nuestras vidas transitamos una vida de dietas rotas, comenzamos una dieta extrema y, al no poder sostenerla, la dejamos. De esta manera se produce el rebote de peso, comenzamos otra que nos promete bajar kilos en una semana y, al no funcionar, buscamos en internet otra, y así sucesivamente. Es así que para nutricionistas hacer dieta muchas veces engorda, porque la privación de calorías genera un reajuste del cerebro que interpreta la situación como peligrosa y comienza a funcionar en modo ahorro.

Insostenibles en el tiempo

Para que tengas en cuenta, las dietas prohibitivas son insostenibles en el tiempo, ya que las necesidades energéticas diarias que necesita el organismo disminuyen notablemente y a su vez, a la larga, te vas a hartar de comer siempre lo mismo. Cuando decidimos dejar de hacerla, todo lo que no pudimos ingerir durante ese tiempo lo hacemos en poquitos días y el efecto rebote no será bueno para el cuerpo y no solamente se verá en la parte física sino que también en el interior de nuestro organismo.
Si te ves con unos kilos de más no busques en Google dietas que jamás vas a poder terminar, no te mientas. Hacer una consulta con un profesional es el primer paso. Luego comenzar a comer en forma equilibrada puede ser una opción, como también saber qué es lo que vas a ingerir. Elaborar un plan semanal de comidas es una excelente elección para estar organizados y no llegar a tu casa y alimentarte de lo primero que ves en la heladera. Las viandas para llevar al trabajo son muy útiles, sin necesidad de gastar dinero en comprar cualquier cosa preparada que pueda dañar el organismo. Por último, se puede utilizar la fruta o algunas verduras (por ejemplo el pepino o la zanahoria) como snacks saludables en la oficina, para pasar el tiempo y así no llegar con tanto hambre a la merienda.
Más allá de hacer dieta, lo importante es alimentarse de la mejor manera, sin dejar de comer. Destinar tiempo a cocinar y elegir bien los productos que ingerimos es, sin dudas, un acto de amor hacia nosotros y también hacia nuestra familia. Nos y los protegemos cuidándonos y cuidándolos, comiendo sano y también rico.