Misión cumplida

Fernando “Pipo” Carlomagno consiguió una medalla de plata para la selección argentina de natación en los Juegos Paralímpicos Tokio 2020. Días antes de que el rosarino viaje a competir, charló con Punto Aparte.

“Es el último gran objetivo que me queda. Conseguí un montón de cosas en mi carrera deportiva, vengo de una progresión increíble, en el último Juego fui finalista, en los últimos dos mundiales fui medallista, en los últimos cuatro años en el ranking estuve siempre entre los tres primeros del mundo y hoy estoy número uno del mundo, estoy muy bien posicionado y con muchísimos objetivos para estos Juegos”, había declarado el atleta hace unas semanas atrás.

Pipo se consagró en la prueba masculina de los 100 metros espalda, logró un tiempo de 1m08s83 y quedó a solo 69 centésimas del ucraniano Andrii Trusov. Sin embargo, lo que no le faltó fue confianza y fe en el equipo. “En estos Juegos Paralímpicos van a haber muchas sorpresas y emociones. Argentina en natación ha crecido una barbaridad. Vamos a cosechar medallas”.

¿Cuáles eran sus expectativas para estos Juegos?

“Me agarra a los 27 años, casi 28, ya empiezo a pensar en un cierre de etapa. Por otro lado, también estoy terminando mi carrera de docente de Primaria. Mi idea es encarar después mi vida profesional por otro lado, separar la vida deportiva, y con mi pareja embarazada la verdad es como que empiezo a ver una familia, empiezo a ver otro tipo de cosas y quiero empezar a cerrar esta etapa sin que quede nada por tachar y, bueno, lo único que me falta es esta medalla”.

Es probable que el año que viene el nadador obtenga otro título, el de docente. A pesar de las horas de entrenamiento que le dedica al deporte, intenta no dejar de estudiar. “Elijo la docencia y, más aún, de Primaria, porque creo que es una herramienta de cambio social. Estamos constantemente formando personas, y qué mejor que ese ambiente para poder pensar en un cambio social o en un cambio de la sociedad. Todavía los chicos pueden llegar a modificar ciertas estructuras o ideas, y el derecho de poder tener un docente con una discapacidad y poder aprender de esta persona con discapacidad quizás, a la larga, también generan un cambio social interesante”.

«Pipo» fue apodado así para ser diferenciado de su padre, que se llama Fernando y, además, también fue un nadador paralímpico que representó a la Argentina. Por otro lado, su madre era profesora de Educación Física.

Entonces, en una familia de atletas, a «Pipo» se le inculcó el amor por el deporte y, si bien pasó por varios como vóley, básquet y fútbol, se encariñó con la natación. “No te puedo decir cuándo inició todo porque no hubo un principio, ni creo que haya nunca un final porque siempre, de alguna manera, voy a estar vinculado al deporte”.