Narrar sin retórica

Este jueves 1° de julio se suma a la cartelera del complejo Gaumont la ópera prima de Matías De Leis Correa. Se titula «Convaleciente» y representa, con más problemas que aciertos, un día en la vida de una mujer que cuida a su madre enferma.

Catalina (Marisol Otero) dedica la mayor parte de su tiempo a cuidar de su madre Nilda (Graciela Muñoz) que, producto de una dura enfermedad, ya no puede caminar ni hablar y necesita asistencia hasta para alimentarse. La película comienza el día del cumpleaños número 70 de Nilda y acompaña a Catalina, que va a recibir visitas gratas y otras no tanto.

La música cargada de pianos y cuerdas tristes nos introduce en una puesta en escena que se vale de los planos largos, las acciones internas aletargadas y los diálogos pausados como si eso aportara la densidad dramática que busca la película. La falta de una fluidez orgánica es notable en los diálogos que mantienen un tono ensayado y el nulo desplazamiento de los personajes que parecen quietos en sus marcas, la dinámica del plano-contraplano-establecimiento colabora en mantener la propuesta estética en su nivel más básico y menos expresivo.

Con la entrada de los personajes de Andrea (Mariana Petracca) y Jesús (Miguel Di Lemme) aparece una energía contraria a la del tono general y se filtra una reminiscencia que corresponde más a «Esperando la carroza». Ese tono se disuelve rápidamente y la película vuelve a su palidez usual, que se mantiene hasta el final, en la que aparecen y desaparecen distintos personajes.

De esta manera, «Convaleciente» pretende presentarnos el agotamiento y la débil estabilidad emocional de Catalina sin proponer una retórica, y así es como no hay estructura narrativa que nos conduzca de manera progresiva hacia el núcleo del padecimiento del personaje sino, más bien, un suceder de situaciones grotescas y subrayadas que cuentan una y otra vez lo mismo durante 108 minutos.