«Puntos de vista diferentes en un mismo territorio»

El 6 de enero en el cine Gaumont y el 20 de enero en Salta se estrena en salas de cine «Husek», una película bilingüe que hace dialogar el idioma castellano y el wichí lhamtès, filmada entre el chaco salteño y Salta. A propósito de esta ocasión, conversamos con su directora, Daniela Seggiaro.

Ana (Verónica Gerez), una joven arquitecta empleada de la provincia, conoce en un viaje de trabajo a Leonel (Leonel Gutiérrez), joven wichí, y a su abuelo Valentino, el niyat de su comunidad (Juan Rivero). El encuentro se da en el marco de un desacuerdo: la comunidad objeta el proyecto urbanístico que les proponen los funcionarios locales y estos últimos no parecen dispuestos a entablar un diálogo sincero.

En tus palabras como directora mencionás la construcción de un relato no solo como «representación» sino como «punto de vista».

¿Podrías contar esa distinción entre una forma y otra?

«Incluir el punto de vista indígena y pensar este concepto como múltiple fue clave para la construcción de ‘Husek’, dándole vida a un relato que no se propone solo representar sino generar un espacio para observar la complejidad idiomática y de puntos de vista diferentes que conviven en un mismo territorio.»

¿Cómo fue la construcción de los personajes de los funcionarios?

Desde el trabajo gestual se ven como villanos pero unos villanos incómodos, y eso provoca cierto humor.

«Nos divertimos mucho construyendo todos los personajes secundarios de la película y, en particular, los funcionarios o trabajadores de la dependencia estatal. Esos detalles a los que te referís eran claves para la tarea con esos personajes, hablábamos de eso, de la incomodidad. Cuando trabajamos, yo insisto mucho en lo necesario que es querer a los personajes porque pienso que aunque se trate de ‘villanos’ que se construyan desde un cierto cariño es clave para generar con ellos la empatía y la identificación. En este caso, para que un actor llegue a querer a su personaje pensamos en ese costado incómodo, que su solemnidad sea justamente una representación exterior de la que ninguno está del todo convencido. Salvo el más malo que es el ‘asqueroso’ y que no se desarrolla como personaje sino que aparece solo un instante, casi como una presencia que pertenece a otro orden, al más oscuro, todos tienen algo con lo que podemos identificar o reconocer como humano, como posible compañero de trabajo, colega, etcétera.

En toda esta construcción también el vestuario fue clave, porque buscamos ponerlo totalmente en función de los actores para que les sirva y puedan usarlo al darle vida a sus personajes. También los actores hicieron un gran trabajo de campo, observaron mucho a personas que se les parecían y llegaban con propuestas muy buenas como el secretario (Juan Fuentes), que sabe que siempre está siendo mirado por lo que está todo el tiempo actuando, o el «Pichi» Vega (Delfín Villagra), que sabe que está mal lo que hace y no quisiera estar en ese lugar, por lo que le da la razón a Valentino todo el tiempo y lo respeta aunque esté integrando momentáneamente el bando contrario.»

¿De qué manera crees que se inscribe el personaje de Anita y los múltiples personajes femeninos que hay en tu película, en las nuevas formas de pensar la representación de género y de las disidencias en el cine?

«Pensamos que la historia de la película se desarrolle un momento antes de la ‘ola verde’, esa fue una de nuestras referencias de construcción de la puesta en escena, sobre todo en la ciudad, fue parte de las referencias para arte y vestuario también, incluso en la comunidad porque, desde ese momento hasta ahora, ya hay cosas que cambiaron a nivel vestuario, por ejemplo. Justo estábamos escribiendo el guion, en ese momento, un poquito antes de la llamada revolución de las chicas, después todo cambió y seguramente Ana (Verónica Gerez) y Rochi (Carla Crespo) levantaron sus pañuelos verdes en la plaza de ‘la Legi’ en Salta y ya pensaron en otras cosas. Las personajes de mis películas están atravesadas por un entorno con reglas incómodas que las hacen renegar pero que, al parecer, tienen que pasar por alto si quieren seguir sosteniendo la vida que llevan. Rochi es abogada y tiene un buen trabajo, parece mucho más adaptada a su entorno pero también sugiere que está buscando algo nuevo cuando menciona con entusiasmo los encuentros de mujeres mientras reprocha a Ana su falta de participación, son conversaciones posibles de esa pareja que no es una pareja heteronormativa y ese detalle la hace para mí más interesante, todo es más complejo, vemos a sus amigas en la fiesta del cerro y eso también es Salta hoy. Un contexto de ficción creado para la película pero en el que pueden darse cruces de todo tipo como los que armamos para ‘Husek’.»