«Quiero un cuerpo que sea mío»

El temor a engordar se encuentra presente en nuestra sociedad desde que tengo uso de razón, lo vemos manifiesto en las publicidades con la imposición de determinados modelos de belleza –siempre delgados-, la actitud de rechazo hacia los cuerpos no hegemónicos, en las burlas y comentarios peyorativos y, sobre todo, en esa especie de derecho autoadjudicado a opinar (en muchos casos de manera destructiva) sobre la corporalidad ajena, principalmente si es gorda.

En respuesta a estos temas surgen personas que deciden mostrarse y aceptarse tal cual son, reflejar que existen distintos cuerpos que transitan la vida y que no están obligados a adaptarse a los cánones impuestos: el activismo gorde irrumpe, es visible, y llegó para quedarse.

En esta nota para conocer más de cerca sobre este movimiento, dialogamos con Jimena Carol “La Pichi”, quien nos comparte su historia, cómo se asumió como militante y su perspectiva sobre el temor social a engordar, entre otros temas.

Jime es actriz, bailarina, performer, integrante de la Revista MU y activista gorda. Es una persona muy clara y concreta en su discurso y, sin dudas, genera mucha identificación y alienta a quienes se sienten cuestionadas por sus cuerpos.

Sobre su elección, nos comparte: “Bueno, básicamente, el poder pensarme o definirme como actriz y bailarina no fue de un día para el otro. Tuve la suerte de tener una mamá que me incentivó mucho, pese a ser una mujer de números. Siempre me gustó cantar y bailar, eran cosas que quería hacer de chica, mi mamá siempre estuvo ahí, me incentivó a tomar las herramientas necesarias para desarrollarme. Nunca supe que me iban a servir hasta que fue sucediendo».

¿Cómo fueron tus primeros pasos en el medio?

“Hubo primeros laburos que los sentí como claves. Para mi hubo un día épico y hermoso, hace dos años grabé un video para una banda llamada Rey Hindú, me tocó ser la chica sexy y, de hecho, no estaba tan de moda el activismo gordo, no tenía que ver con eso. Para mí fue interesante ser una gorda haciendo de sexy, en realidad –se corrige- siendo sexy. El video no terminó conteniendo tantas imágenes mías pero me vinculé con la banda y terminé bailando con ellos, así participé en el escenario del Movistar FRI Music, para mí fue muy importante. Otra experiencia fue el año pasado en el festival de arte queer en Villa Crespo, donde me convocaron Tian Aviardi y Nem, que son dos maricas hermosas, a una performance de voguing, donde había que hacer un texto con lipstick sobre nosotres en relación a la sociedad y nuestros cuerpos, como esta cuestión de ser lo que no encaja o no es agradable, por ser gorda, negro, puto, por ser visible. Fue la primera vez que hablé en voz alta en un espacio público sobre mi cuerpo y sobre mí», nos cuenta Jimena.

¿A partir de cuándo comenzaste a asumirte como militante gorda?

Yo no me asumí nunca como militante gorda, me parece que me asumieron. Desde muy piba cuando otras personas se me acercaban a decirme las sandeces de siempre desde el plano de lo social al no representar ni la belleza ni el cuerpo hegemónico, de repente se comenzaron a interesar en lo que tenía para decir, pero se fue dando de a poco. Con el tiempo, fue un proceso en el que me asumí gorda, militante y activista, pero aún hoy siento que es injusto… todo lo que yo me animo a decir o lo que visibilizo existe, es y sucede porque antes de mí hubieron compañeras que por añares estuvieron solas plantándose, yendo al Congreso, haciendo seminarios o increpando a Facebook por el ‘me siento gorda’ como reacción, por citar algunos ejemplos. Yo tuve el camino bastante abierto y simple», nos relata.

Comparto que en lo personal disfruté mucho de hacer esta nota, me dejó mucho aprendizaje. Es muy enriquecedor contar con una entrevistada que plantea su punto de vista e, incluso, corrige con amor y para el crecimiento del otro. En mi caso, al formular una pregunta utilicé el término “talles reales”, tal vez producto de un temor inconsciente a que mis palabras hirieran alguna susceptibilidad (como si la palabra “gordo” o “grande” fueran malas, ¿no?). Al respecto, Jime Carol fue clara: “Quisiera corregirte más desde el lugar del enunciado, yo no soy una modelo de talle real, soy una modelo de talle grande, me parece que está presente a veces el concepto de creer que tenemos que maquillar las palabras. Yo no tengo problema con mi tamaño, tengo un cuerpo grande, soy grande, ocupo un lugar en el espacio. Creo que en una sociedad que nos quiere callados, controlados e invisibles, el ser grande y no tener vergüenza de serlo es casi un atentado moral».

Muy bien, entonces, ¿por qué que a las modelos de talles grandes se les atribuye cierta apología a la obesidad o se las acusa de romantizar la gordura, anteponiendo la cuestión de la salud?

“Se elige en pos de la salud señalar a quienes no tienen problema con sus cuerpos. Yo no creo ser una persona no saludable, corro, entreno, bailo, me banco shows, de hecho, hasta que se decretó la cuarentena yo venía ensayando 15 horas semanales para el Lollapalooza que requería que estuviera 25 minutos en el escenario bailando con movimientos de impacto. No necesito estar delgada para eso. Pero a una persona flaca que no realiza actividad física o no come saludablemente, que fuma o toma gaseosas, ¿se les enjuicia la salud como a los gordos? Y quienes osan a hablar de la salud de los gordos, poner en tela de juicio un cuerpo ajeno, atacarlo, hacerlo sentir mal, ¿es colaborar a que esa persona gorda tenga salud? La salud está dividida en lo físico, emocional y psíquico, la realidad es que así yo tenga más peso de lo indicado, si no tengo un entorno saludable que me refuerce la idea de ser una persona activa que no está imposibilitada de movimiento, no estoy siendo emocional o psíquicamente saludable», expresa.

Para quienes no saben sobre el tema, ¿cómo explicarías qué es el activismo gorde?

“A ver, yo soy muy de explicar por medio de ejemplos, así que yo les diría que la industria de la moda, del cine, el transporte, etcétera, pensó en un solo tipo de cuerpo y dejó afuera a otros cuerpos que están por fuera de lo socialmente aceptado. Hay cuerpos que son más grandes y otros más chicos. El hecho es que estos últimos no se suelen violentar, sobre ellos no hay memes, si ves una persona muy flaca no hacés chistes o no atacás. En los cuerpos gordos no, da la sensación de que yo llego a un lugar con mi cuerpo y habilito al resto a que me pregunte por mi salud, mis rodillas, por mi ropa y a que me digan que soy linda de cara y que solo me falta adelgazar un poquito, que va a estar todo bien. Todo, sin preguntarse antes si realmente el cuerpo que yo tengo es un cuerpo de transición, es un cuerpo que tengo y que quiero modificar para tener otro. A ver, yo no quiero tener otro cuerpo que no sea el mío.

Lo que hago como activista es charlar con otras personas que se sintieron oprimidas o mal, que pasaron por situaciones de tristeza o angustia, que no encontraron ropa, que fueron desplazadas, que no consiguieron trabajo por la ‘presencia’, ya que un cuerpo gordo no importa lo arreglada o agradable que sea tu imagen, al contar con un cuerpo gordo no tenés presencia. Lo que yo hago es decirle a la otra persona que no está mal quién es y que aprenda a verse desde una mirada más amorosa, yo no le digo a nadie que coma y engorde, que este es el mejor estado. Yo pesé bastante menos y también más y entiendo cuál es el estado de mi cuerpo. En realidad el que tengo en este momento no es la versión que más me gusta de mí pero salgo a la calle todos los días, voy a trabajar. Entiendo el cuerpo como un envase y la realidad es que uno tiene que ser más agradable con uno mismo, nadie te va a enseñar a amarte, a aceptarte, no tenemos por qué amarnos todos los días ni tenemos que estar todo el tiempo hablando de posturas», señala Jimena.

¿Por qué pensás que los chistes o acciones gordofóbicas van dirigidas, generalmente, a las mujeres?

“Es muy real lo que decís sobre la demanda de ser de determinados modos o responder a determinados cánones, se le exige mucho más a las mujeres pero no nos tenemos que olvidar que vivimos en una sociedad patriarcal, es casi ‘una cadena natural’. Yo he visto a muchos chabones con remeras que dicen ‘un hombre sin panza es como un cielo sin estrellas”, orgullosos en cuero en un asado. Claramente, el ideal de belleza, de hegemonía, es más duro con las mujeres», afirma.

Sos muy activa en redes sociales, ¿qué tipos de mensajes te llegan de tus seguidores?

“Me llegan mensajes constantemente, me cuesta abordarlos porque siento que hay una gran responsabilidad en que una persona te ponga en un lugar de referente. Yo sé cuál fue mi recorrido, cuál fue mi espacio en el que me vinculé amorosamente conmigo y todo, pero no creo que haya una formula. Me parece muy importante que haya representatividad, me parece lo primero, creo que poder ver cuerpos como el nuestro… digo, que vos puedas ver a una piba que se parece a vos no importa como sea, sentirse linda siempre suma. Hay pibas que tienen características en común conmigo a las que les hace sentir bien poder ver determinada libertad o creer que tengo solucionadas determinadas cosas, aunque quizás hay días que me levanto y me odio, pero tal vez me odiaría si mi cuerpo fuera otro.»

¿Te parece que es genuino y que suma el mensaje de muchas influencers sobre «aceptar nuestros cuerpos tal cual son» cuando se trata de chicas con cuerpos «socialmente aceptados»?

“Tal vez tengo una mirada muy rosa y a mí no me hace sentir rara ni enojar que una piba delgada crea que se tiene que aceptar como es. Porque por ahí dentro de ‘aceptémonos como somos’ hay un trasfondo más grande y lo que a ella la llevó a un laburo de amigarse con determinadas partes de su cuerpo o personalidad. Entonces digo, ¿quién soy yo para juzgar al otro? Sí creo que las personas delgadas representan lo que el sistema busca normalizar dentro de los cuerpos y de repente suben una foto comiendo una hamburguesa y dicen ‘ay, que gorda pero me acepto’. Le están pifiando. Para mí, pero no soy la dueña de la verdad, vuelvo a decirte quizás como activista soy muy blanda en esas cosas porque sí, porque entiendo que no necesitás ser gorda para no estar conforme con la imagen que te devuelve el espejo», dice.

¿A qué atribuís el auge de chistes gordofóbicos en cuarentena, en un contexto en el cual las preocupaciones tendrían que centrarse en otros temas? ¿Por qué el temor constante de nuestra sociedad a no contar con cuerpos hegemónicos?

“Mirá, vengo pensando en que el humor es una herramienta muy peligrosa, lo pienso en gordas creyendo que pueden habilitar a otras personas a que se rían de otros cuerpos gordos, a compañeras avalando a que otro use la frase ‘come gordas’. A mí me parece, tal como me decís, que hay preocupaciones y cosas mucho más importantes, que existen femicidios que no entienden de aislamiento, que hay gente que se muere, que vive en la calle, que no está comiendo, que se está endeudando. Están pasando un montón de cosas y que si salimos más o menos gordos de nuestra casa es tan accesorio. La realidad es que en un momento de hiperconectividad en la que el afuera es el celular y las redes sociales ves el gordo obvio en las calles, cuando te miran, cuando rechazás a un pibe en el boliche y dice ‘andá, gorda’. Es lo mismo, solo que hoy se expresa de un modo más grande por redes porque no se puede estar afuera para expresarlo», indica.

Para finalizar, Jimena Carol “La Pichi” reflexiona sobre las herramientas a implementar en la sociedad para cambiar la perspectiva sobre los cuerpos: «Siento que el cambio social está en los más chicos, el chabón que tiene 40 años hoy, es muy probable que no cambie, como así también no logren entender que los roles de género se están deconstruyendo, por ejemplo. Creo que lo primero es que el programa de Educación Sexual Integral (ESI) tiene que contemplar hablar sobre los diferentes tipos de cuerpos, además de aplicarse, obvio. En las aulas tiene que estar este tema. Veo que están aprendiendo mucho y, si cambian el chip, estamos salvados».