Resistencia desde «la Casa de los Conejos»

Este jueves 21 de octubre se estrenó en cines “La casa de los conejos”, una película dirigida por Valeria Selinger a partir de la novela «Manèges, petite histoire Argentine» de Laura Alcoba. Un nuevo ejercicio de la memoria para seguir reconstruyendo los días de la última dictadura cívico militar, pero esta vez desde el punto de vista de una niña pequeña.

La autora Laura Alcoba nació en Cuba en el año 1968, donde sus padres se formaron política y militarmente como integrantes del grupo denominado “Los cinco de La Plata”, sucesos que narra en «Los pasajeros del Anna C». Muy pronto, luego de su nacimiento, su familia volvió a la Argentina y su partida de nacimiento declara que su madre dio a luz en La Plata.

Una porción de su infancia se dio dentro de lo que hoy conocemos como «la casa de los conejos» o “la casa de calle 30”. Se trata de una vivienda ubicada en calle 30 y 56 en La Plata, perteneciente a la familia Mariani-Teruggi, donde militantes montoneros se refugiaban y tenían una imprenta clandestina del periódico «Evita Montonera». En esa casa había un «embute», una especie de habitación construida detrás de una pared como un doble fondo, que en este caso tenía como fachada un criadero de conejos.

El padre de Laura fue encarcelado en 1975 (y liberado hacia fines de 1981) y su madre se exilió a París en agosto de 1976, La película se ubica en el año que hay entre un suceso y el otro, desde el punto de vista de esta niña de casi 8 años que escucha cosas que no puede repetir fuera de la casa, que toma la chocolatada mientras a su alrededor circulan armas, que envuelve «Evita Montonera» con papel de regalo o que juega con los conejos.

El 24 de noviembre de 1976 la casa fue bombardeada y la única sobreviviente fue una beba de pocos meses hija de Diana Teruggi y Daniel Mariani, llamada Clara Anahí, que fue robada y aún no se sabe dónde está. Su abuela «Chicha» Mariani inició una búsqueda incansable que hoy, después de su fallecimiento en 2018, continúa Abuelas de Plaza de Mayo.

Mora Iramaín García interpreta a Laura y Guadalupe Docampo a su madre. Paula Brasca se pone en la piel de Diana y podemos acompañar con ella una imagen amorosa de la gestación de Clara Anahí previa al horror. Por su parte, Darío Grandinetti es «el ingeniero» que construye el embute, amor platónico de nuestra pequeña protagonista. Representa a Guillermo García Cano, secuestrado el 20 de noviembre de 1976 a sus 33 años y obligado mediante torturas a marcar los patios donde había trabajado, todo desde un helicóptero.

Durante la primera mitad, «La casa de los conejos» parece estar acomodándose a su verosímil y a su tono, esos momentos poco orgánicos se establecen a medida que avanza la narración y comienzan a sembrarse las tensiones del peligro inminente. Los personajes crecen y es notable la construcción de la militancia desde un lugar contundente, sin desdibujar la resistencia.

Asimismo, es destacable el trabajo de color que funciona como una reminiscencia textural de la época y cabe comentar que la música de la película la hizo Daniel Teruggi, hermano de Diana. Por último, esta película puede proponer la premisa de que aún hay puntos de vista por contar sobre la última dictadura, que aún no revisamos tanto los bordes, la periferia, que hay mucho para observar desde el extrarradio de la cuestión.