Retazos en la Patagonia

El cine de género, ese que la lista de mejores películas de la historia publicada por Sight & Sound ninguneó olímpicamente, tiene un montón de bocacalles y que lo hace ramificarse en espacios más complicados de etiquetar. “El lado salvaje”, lo nuevo de Juan Dickinson (“Perros del fin del mundo”), nos vuelve a ubicar en la Patagonia con una historia rural sobre un drama familiar y, a la par, una amenaza silvestre que acecha. Clara (Vanesa González) regresa a la casa familiar en un pueblo de Santa Cruz, después de mucho tiempo. Ella ahora está casada y tiene una pequeña hija, a quien su abuelo Daniel (Osmar Núñez) no conoce.

La frialdad del escenario natural se traslada al interior de la casa, pero que se disfraza con un manto de cordialidad frágil. La relación entre Clara y su padre es tensa, entre ellos hay asuntos no resueltos, mientras entre ella y su marido tampoco hay un vínculo pleno. Hasta aquí, Dickison resuelve con imágenes y con cierta sutileza construye una atmósfera de extrañeza, que tiene su lógica material en el prólogo con el personaje de Aldo (Jorge Sesán).

La subtrama de la jauría de perros cimarrones que atacan al ganado se arrima aceleradamente hacia la mitad, y es ahí cuando el drama familiar queda completamente borrado de la trama. La locura de Aldo por los perros amaga a provocar un viraje hacia el terror, lo que hubiera sido un gran cambio para acoplarse a ese fuego lento cocinado en los primeros cuarenta minutos.

Dickinson toca con la punta de pie a los géneros, a sus modos y a sus resoluciones. Todas las puntas desplegadas se repliegan sin desarrollarse: ni la historia de Clara y su padre, ni la enfermedad de él, ni la relación estancada con su marido, ni el coqueteo con el empleado interpretado por Lautaro Delgado Tymruk porque todo es una cartilla de posibilidades narrativas. Cine de retazos correcto y sin compromisos.