Sufrida victoria ante Rusia

En la ciudad de Wuhan, los dos invictos del grupo se enfrentaban por el primer puesto. Juego esencial para conservar el invicto, arrastrar las victorias para la segunda fase y, al mismo tiempo, seguir lubricando el mecanismo del equipo ante una potencia europea para lo que viene en la cita mundialista.

Presión sobre la bola en toda la cancha, insistentes bloqueos para impedir segundas opciones de tiro y cambios permanentes en la defensa, así comenzó un partido que tardó en hacer correr el anotador con una asistencia de Patricio Garino a Marcos Delía debajo del aro.

Rusia presionó todo el campo en defensa, hombre a hombre o por zona 1-2-2. Argentina, por momentos, supo responder bien a los doblajes defensivos, encontrando los huecos para lanzar con tiradores abiertos, pero tuvo una escasa efectividad de cancha (4/16). La labor defensiva de Garino y Delía no tuvo provecho, menos la conducción de los hilos de Facundo Campazzo. A mitad del cuarto, Rusia se adueñó del encuentro. El problema fue el aro contrario, y los de Bazarevich supieron capitalizar esta falencia para pasar al frente en el marcador, en un cuarto confuso donde Argentina estuvo incómoda en ataque y muy dependiente del juego que generaba el armador del Real Madrid.

Argentina estuvo dos minutos sin anotar, y a los rusos le entraban todo lo que lanzaban: 17-12. Nicolás Brussino se cargó rápido de faltas e ingresó al campo el pibe Máximo Fjellerup (21) de poca participación hasta ahora en el Mundial pero con una muy buena actuación en el tiempo que le tocó estar, defendiendo, reboteando y atacando cuando encontraba el espacio en un momento caliente del partido. Gran ingreso para un jugador con proyección internacional, que pide rodaje y pista en la selección. El cuarto terminó con un triple kilométrico de Facundo Campazzo para despegarse un poco en el marcador.

Aprovechar el momento

Al inicio del segundo cuarto, el equipo del «Oveja» retomó la paridad y lastimó desde afuera con un recupero y triple de Luis Scola. Tiempo muerto y Sergio Hernández pidió a gritos agresividad. Sus jugadores respondieron al pedido y comenzaron un parcial de 18-0: bombas de Campazzo, Nicolás Laprovittola y una defensa ajustadísima para una Rusia que no encontraba respuestas. Esencial en este apartado la participación de Gabriel Deck y Fjellerup, para darle más versatilidad al costado trasero de la cancha.

Por su parte, Rusia perdió seguridad en ataque y se desinfló ante la ráfaga y el envión anotador de los albicelestes. Argentina respondía con un espectacular sprint alejándose en el tablero y con Campazzo sentado en el banco. Rusia se puso nerviosa y empezó a perder mucho el balón (9 pérdidas). No supo reaccionar a la presión y no tomó decisiones en ataque.

Los de Hernández sacaron beneficio del momento de confusión de un rival que tiene su gran talón de Aquiles en sus bases: Rusia no tiene playmakers, no hay jugadores que generen juego y allí radicó su gran falencia en este pasaje y en la mayoría del juego. Argentina se mantuvo bien sin Campazzo, con menos fluidez e intensidad, pero con buenas decisiones en ataque y diferencia en el marcador. Rusia, con poca capacidad resolutiva en el armado y pases erráticos, encontró los espacios y una efectividad que los acompañó en los tiros de tres. Argentina no supo romper el partido cuando pudo a mitad del cuarto y Rusia se volvió a meter en el juego gracias a esta provisoria pisada de acelerador, para dejarlos en el tablero con un 33-39 al culminar la primera parte del encuentro.

Al inicio del tercer periodo Argentina necesitaba romper el juego ante una Rusia que seguía débil, cargándose de faltas en defensa y desconcentrada en el aro. Doble y falta de Delía (de gran partido, 13 puntos) para tomar confianza debajo del aro y resolver ante las torres europeas, de mayor envergadura y rozamiento internacional. Poco de Rusia pero Argentina seguía sin definir el partido y esto pudo ser complicado en un equipo con mucho roce y contienda de Euroliga que tiene herramientas como la defensa en bloque para complicar a cualquier equipo.

De esta manera, el Alma no afinaba la puntería y el partido entró en una meseta con dos equipos erráticos. Así y todo, Argentina se las arregló para sacar 13 puntos de ventaja: 40-53 en el final del tercer cuarto con muchos minutos por delante.

El final

El último cuarto vaticinaba hostilidad y paridad… y no defraudó. El periodo comenzó con un parcial de 5-0 de Rusia: canasta fácil de Vorontsevich en una salida con desajuste defensivo argentino y un triple de Sopin.

Argentina se metió en problemas de nuevo y Sergio Hernández pidió tiempo muerto. Cuando un equipo se gana a sí mismo es lo que más hace enojar a un coach. El «Oveja» tomó temperatura y volvió a pedir a gritos fiereza y reacción al conjunto. Rusia respondía a la puerta abierta que le dejaban abierta. Sus jugadores aprovecharon el empujón anímico y castigaron para ponerse a 2 puntos a falta de 7 minutos en el reloj.

Los albicelestes sufrieron mucho la salida de Campazzo por todo lo que ofrece y contagia. El grave error del equipo fue bajar la intensidad en ataque tanto como en defensa para que Rusia crezca. Los europeos metieron 11 puntos en los siguientes 3 minutos (en todo el tercer cuarto habían metido 7) y seguía complicando el juego. Los errores no forzados comprometieron al equipo del «Oveja», no las acciones del equipo de Rusia en sí, si bien es un equipo que tiene concepto Euroliga, que se pasa bien la pelota (con los internos, principalmente) pero que no tuvo la capacidad de resolver. Kurbanov era la única vía de gol confiable de los europeos.

Era una vez más el equipo argentino ganándose a sí mismo. Volvió Campazzo al juego y, con una penetración en tráfico y forzada a falta de 5’27», sacó ventaja de 6 puntos para respirar un poco antes de un tiempo muerto pedido por el coach ruso. Argentina no pudo generar circulación de la bola y dependía de Campazzo en ataque. Garino estuvo ausente y se lo extrañó mucho.

A 3 minutos de concluir el enfrentamiento, Rusia se puso a 2. Panorama crítico y oscuro para el Alma. Garino sacó falta en ataque, Rusia falló 2 triples abiertos para empatar el partido y el encuentro pudo ser para cualquiera. En todo el cuarto, el único gol de campo de Argentina fue el de Campazzo. El equipo sobrevivía gracias a los libres. 18-9 ganaba Rusia el cuarto. A 37 segundos y con ventaja de 2 puntos para Argentina en el tablero, el entrenador pidió por enésima vez en el tiempo muerto (mirando directamente a Campazzo) agresividad. La táctica fue resolver rápido la jugada desde el saque para tener la última bola del juego y obligar a Rusia a resolver con poco tiempo.

Así, sacó Laprovittola, finta de triple de Campazzo, hizo pasar a su marcador y se metió a la pintura lanzando una flotadora que jugueteó en los bordes del aro para, finalmente, entrar. Tiempo muerto ruso con 28,4 segundos en el reloj y 4 puntos de ventaja para que respire Argentina. Los europeos resolvieron mal en el saque y Campazzo, con un robo, sentenció el partido.

Final de partido, 61-69 para Argentina en un partido durísimo donde empezó y terminó todo con Campazzo. Argentina está invicta (3-0) y se acerca a la clasificación a cuartos. Con ganarle a Polonia o Venezuela, salvo que pase algo raro, se aseguraría ya el pase.

Un goleo bajo de ambos equipos, tiros punteados con defensas que llegaron e hicieron acelerar la ejecución. Es bueno ganar así, incómodos. Rusia defendió bien y complicó el ataque. El problema ahora es cuánto más hay que exigirle a Facundo Campazzo (21 puntos y 7 rebotes) y cuánto hay que pedirle a otros jugadores que este miércoles estuvieron ausentes en ataque (como Garino, Deck y Laprovitola). Estaba en las manos de Argentina rematar el juego pero no logró hacerlo. El equipo ruso tiene la conceptualidad de Euroliga y se metió en el partido hasta el final. La capacidad resolutiva bajo presión en estos casos es crucial.

Con un juego que frena la transición, que es muy físico y rocoso, con pelota parada y juego de 5 contra 5, Rusia le complicó todo el encuentro a la Argentina, que no podían ayudar en ninguna transición porque los rusos castigaban. Era un juego que había que ganar incómodos y se pudo hacer.

Arrastrar las tres victorias a la segunda fase es fundamental para avanzar a cuartos. Esta casta de determinación mental puede ser vital para un equipo joven que se encuentra con sus primeros roces a nivel internacional. Una muy buena prueba superada. Este equipo puede seguir mejorando y es un buen desafío para la segunda fase del Mundial, donde ya espera Polonia (un rival mucho más duro física y atléticamente) y Venezuela, rival más que conocido para Argentina.