Sumergirse en la mente

Luego de ganar el premio «Horizontes Latinos» en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, se estrenó en las salas argentinas «Familia Sumergida», la ópera prima de María Alché.
La directora es, en principio, más conocida por ser la protagonista de «La niña santa», la segunda película de Lucrecia Martel (film en el que compartió elenco con Mercedes Morán). Ahora, con el estreno de su debut del otro lado de la cámara, marca con grandeza una nueva faceta.

Parte de la vida

Situada en un caluroso verano en la Ciudad de Buenos Aires, Marcela (Mercedes Morán) transita el duelo por el fallecimiento de su hermana. Enfrentarse a desarmar y vaciar la casa deshabitada representa el desprendimiento más concreto de una parte de su vida.
Por otra parte, su marido se aleja en un viaje de trabajo y sus hijos, entre la adolescencia y la juventud, demandan una atención que atenta directamente con su necesidad de quietud y tranquilidad, como si su cotidianidad se manifestara indiferente a su dolor.
El camino de escape está marcado por el joven amigo de sus hijas, interpretado hermosamente por Esteban Bigliardi. Esta es una compañía al servicio para que Marcela decante. El de Esteban es un personaje que le representa una aventura y un nuevo cariño.
En sus confusos días, se entrecruzan personas y conversaciones de otros tiempos que la interpelan y, con estos momentos, se manifiesta el surrealismo de la película. Algunos momentos remiten a los climas perturbadores de David Lynch que generan un miedo muy particular. La descompresión viene de la mano de un humor minimalista al extremo pero muy efectivo y, por último, es innegable el aire de algunos momentos que remiten a Lucrecia Martel.
La puesta en escena hace concreto y palpable el interior de la mente de Marcela, se entrelaza el espacio real con el espacio abstracto y onírico que borra las barreras entre el espectador y el inconsciente de la protagonista. Un laberinto de plantas que la ahogan.
Finalmente, cabe mencionar que Mercedes Morán hace mucho tiempo ya no tiene que demostrar nada, su participación se asume de antemano como una garantía de calidad.