En La Cantera Deportiva hablamos con Hernán Urra, atleta paralímpico argentino, múltiple medallista en Juegos Paralímpicos en lanzamiento de bala (medalla de plata en Río 2016, Tokio 2020 y París 2024), récord continental y uno de los referentes del deporte adaptado en Argentina. Urra nos contó cómo empezó y cómo fue su participación en los Juegos, entre otras cosas.
Hernán volvió hace unos días a Cinco Saltos, ciudad de Río Negro en la que vive, luego de conseguir la medalla plateada en lanzamiento de bala F35 en el Mundial de Paraatletismo de Nueva Delhi. «Me sentí súper cómodo, contento, con mucho calor. El clima bastante pesado, pero pudimos cumplir los objetivos que siempre ponemos en nuestro proyecto. Nuestra meta siempre es mejorar la marca y, si se puede, sabemos que estamos para pelear el podio», relató.
«No son fáciles los viajes», nos explicó. En este caso, eran ocho horas de diferencia y un clima pesado y también tenían que adaptarse luego de un trayecto largo. Probaron entrenar a la mañana y a la tarde, pero los «mataba» el calor. La mínima era de 39 grados y había mucha humedad y lo sufrieron, pero tenían que perseverar: «No había mucha sombra tampoco, así que nos reparábamos abajo de un gazebo, pero, bueno… bastante agua y a entrenar». Luego de adaptar el cuerpo pudieron salir a recorrer Nueva Delhi y conocer el Taj Mahal, entre otras cosas.
Los viajes los realiza con su entrenador personal, Federico Salazar, quien lo ayuda en lo físico y lo entrena en Cinco Saltos. En su equipo cuenta con kinesiología y una nutricionista, que es «fundamental». A su vez, consiguieron que les den como sponsor suplementos, que «son bastante caros». «Estamos bastante armados para seguir», afirmó.
Sus comienzos en el deporte
Hernán jugó al fútbol como todo chico de barrio. Nació y se crió en La Armonía, un barrio de Cinco Saltos. «Justo vino una capacitación de fútbol para PC (personas con parálisis cerebral) y yo no conocía nada en realidad lo que era la discapacidad. Yo me soy sincero, me creía uno como todo el mundo, no creía que tenía una discapacidad», narró. Hernán tiene paraparesia, un tipo de parálisis cerebral congénita, que se trata de una ligera dificultad en los movimientos de ambas extremidades inferiores.
En esa capacitación, hace 14 años, conoció a Federico Salazar y ahí empezó esta historia que culminó con múltiples medallas. Él fue quien le indicó hacia dónde ir. Terminó decidiéndose por los lanzamientos. Fue a los Juegos Rionegrinos que clasificaban a los Juegos Evita. Ahí conoció al técnico de la selección argentina de Atletismo para personas con discapacidad, Ariel González. Y viajó a Ushuaia, donde se hacen los Juegos Deportivos «Facundo Rivas» para personas con discapacidad.
Después lo volvió a ver el técnico de la selección, que le dijo: «Che, pibe, ya estamos para grandes cosas». «Así que ahí empezó. Llegué de ese viaje y, en la semana, me tomé un colectivo, me fui para el CENARD y arrancó mi carrera. Fue muy rápido», explicó. Su estadía en el CENARD fue «algo muy lindo» porque «es la cuna de los mejores deportistas de todo el país».
A su vez, ilustró lo que le pasó cuando empezó a adentrarse en el deporte: «Yo no caía. No conocía nada de lo que era el ambiente paralímpico. La verdad que es hermoso. Y cuando le conté todo esto a mi familia, a mi papá, no lo podían creer». Hernán destacó que sus padres estuvieron siempre a su lado. «Mi primera medalla paralímpica que fue en Río se la regalé a mi mamá, junto con el diploma. Así que ella tiene su medalla en su casa y yo tengo mis dos medallas acá», contó.
«Fui un chico normal, jugaba acá en el barrio, tenía mis amigos, un montón de cosas. Iba a la escuela. Ahora me dedico 100% a esto, además de entrenar. Tengo laburo en el Municipio, pero me cambió directamente toda la vida», manifestó Hernán.
Representar a Argentina y los tres Juegos Paralímpicos
Cuando le toca ponerse la camiseta albiceleste se le vienen muchas cosas a la cabeza, porque no es solamente que entrena, va, compite y festeja. «Se te viene todo a la mente, porque a través de todo esto se vienen muchas cosas lindas, todo el esfuerzo que hace uno en el día a día para entrenar. Darle todo al deporte la verdad que es muy lindo. Cada vez que subo arriba del podio se me cruzan todas esas cosas», detalló. Hernán está muy orgulloso del deporte. Para él, ir a representar los colores de Argentina es hermoso.
Consiguió tres medallas en tres Juegos Paralímpicos distintos en 12 años. Son cuatro años de preparación para cada competencia en los que dejás familia, amigos, eventos, cumpleaños y un montón de cosas para llegar. Cada Juego fue una experiencia que lo marcó de diferentes maneras.
Su primera medalla la consiguió en Río de Janeiro en 2016. Un año que le trajo mucha felicidad: «Me quedó muy marcado, porque había nacido mi hijo Ian un día antes de irme y, para mí, fue lo más lindo que me pasó en la vida. Al otro día me tenía que tomar el vuelo rápido porque salíamos para Río y de ahí solamente por videollamada estuve viéndolo. Lo tuve un rato en brazos y ya me tocó viajar».
Tokio en 2021 fue muy distinto y raro por la pandemia, ya que se atrasó un año. Entrenaban con barbijo, por videollamada. «Fue una experiencia nueva, loca. Todos los días nos hacían un hisopado antes de salir de la habitación», contó. No pudieron disfrutar la villa olímpica al 100%. Asimismo, recuerda que tuvo que competir bajo la lluvia y, justo ese año, había llovido mucho y había entrenado bajo el agua, lo que le sirvió para el día de la competencia.
Ese día, Hernán quedó en el recuerdo de sus competidores: «Estaba charlando con el chino y el indio que me ganó. Él es muy fan mío, porque me vio cuando en el tercer lanzamiento en Tokio se me lastimaron los dedos de la mano con la que lanzo y empezó a salir mucha sangre. Y él veía que cuando yo lanzaba salía la sangre, salpicaba para todos lados. Y dice que ese recuerdo no se lo olvida nunca, porque todos no podían lanzar fuerte. Ellos me contaban que veían que yo podía lanzar con lluvia, el círculo mojado patinoso y podía girar tranquilamente y todos quedaron así, pensando cómo lograba hacer eso».
París 2024 fue importante, no solo porque consiguió su tercera medalla plateada sino por un momento que luego se hizo viral, cuando le pidió casamiento a su pareja. Hernán trató de «juntar plata de donde no había» y un día, de sorpresa, le dijo: «Amor, te compré los pasajes. Te vas conmigo a los Juegos». Era la primera vez que hacía algo así.
En el medio de esta situación, siguió entrenando y concentrado para su objetivo deportivo. «La llevé a conocer la villa, conoció el estadio. Un montón de cosas compartió conmigo y yo decía, en mi mente, que no sabía nadie que le iba a proponer casamiento a mí compañera». Compitió a la tarde y, cuando estaba preparando las cosas, se decidió: «Bueno, vamos a tirar en la pileta. Vamos a ver cómo nos va primero en la competencia. Si me va bien mostramos el cartel. Bueno, si me va mal también vamos a mostrar el cartel, porque ya lo hice».
A pesar de tener eso en la mente se concentró en lo que iba a hacer, mejorar la marca, por lo que pudo pelear el podio y lograr la medalla plateada. «Después de la competencia yo la buscaba por todos lados y no la encontraba. Ya me estaba sacando el cartel todo y pienso, ‘¿dónde está, dónde está?’. Ella venía bajando, corriendo, atrás venía toda la seguridad, no la dejaban bajar. Y mis compañeros le decían que la suelten. Ahí nos abrazamos y le mostré el cartel y fue todo una alegría bárbara», relató.
Como cierre de la nota dejó un mensaje: «No se queden encerrados, salgan, disfruten, que la vida es una. Que la discapacidad no te tiene que frenar. Yo sé que hay mucho bullying, mucho de eso, pero esas cosas hay que ignorarlas. Mucha gente tiene miedo a salir por ese motivo, o hay deportes que no aceptan, pero siempre hay que buscarle la ‘segunda’ y hay que darle todo en el deporte que hagan y que salgan a disfrutar».
Periodista que se especializa en lo deportivo. Futuro licenciado en comunicación social. Seguidor del fútbol femenino. Disfruto ir al cine, ver una serie y, cada tanto, leer un libro. En la radio encuentro un lugar donde contar lo que no se dice en otros lados. Empezar de cero es hacer algo distinto sabiendo que mientras más avanzás podés mejorar más.