Cronología del caso de Diego Fernández Lima

El 20 de mayo de este año, un grupo de albañiles que trabajaban en una obra luego de la demolición de una casa en Avenida Congreso al 3.748, ubicada en el barrio de Coghlan en la Ciudad de Buenos Aires, encontraron fortuitamente 151 piezas óseas provenientes de la casa de al lado (Congreso 3.742).

Esta noticia fue furor en los canales de televisión y redes sociales, no solo por la horripilante escena sino, principalmente, porque la casa demolida donde se estaban realizando las obras fue alquilada por el famoso cantante Gustavo Cerati entre 2002 y 2003. Si bien en un principio por morbo y desconocimiento se decía que los restos fueron encontrados en la vivienda del cantante, rápidamente se aclaró que estos estaban enterrados en la casa lindera.

Una vez avisadas las autoridades, el caso quedó en manos de Martín López Perrando (a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°61), que tenía como objetivo identificar los restos óseos y conocer la causa de muerte. Los restos fueron debidamente examinados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y los peritos estuvieron a cargo de hacer un perfil biológico. Esto permite conocer datos físicos de la víctima e identificar lesiones. Una vez realizado este proceso, dieron a conocer el rango etario de la víctima (entre 16 y 19 años) e identificar la causa de muerte: una apuñalada en la cuarta costilla derecha y lesiones en miembros inferiores y superiores que, probablemente, se pueden asociar a un intento de manipulación del cuerpo, fueron los causantes del deceso. Además, encontraron varios objetos como una corbata azul, un reloj Casio fabricado en Japón y un llavero naranja que fueron claves para el desarrollo del caso.

Con toda esta información circulando en los medios de comunicación, una persona comenzó a sospechar que se podía tratar de su tío Diego, desaparecido el 26 de julio de 1984. Se contactó con Bernabella Lima, de 87 años (mama de la víctima), para realizarse un ADN que, finalmente, terminó dando un porcentaje muy alto de compatibilidad y así poder confirmar que los restos encontrados pertenecían a Diego Fernández Lima.

Diego Fernández Lima desapareció el 26 de julio de 1984. Unas horas antes de esto, el joven de tan solo 16 años les pidió plata a sus padres para ir a la casa de un amigo y se retiró comiendo una mandarina, sin saberlo, esa fue la última vez que lo vieron. Esa misma noche, al no tener respuestas de su hijo, Juan Fernández (padre de Diego) y Bernabella se dirigieron a la comisaria para realizar la denuncia, pero fueron insólitamente ignorados y un policía les dijo: «Seguro se escapó con una mina». Juan nunca dejó de buscar y murió en 1991 en un accidente de tránsito convencido que a su hijo lo había secuestrado una secta.

No había ningún sospechoso, hasta que una persona que vive en el exterior lo cambió todo. Dijo haber sido compañero de Diego en la escuela y también que la casa donde encontraron los restos pertenece a otro excompañero de ambos: Cristian Graf.

Los obreros y el encargado de seguridad e higiene de la obra declararon que ese 20 de mayo luego de lo sucedido, un señor (ahora se sabe que fue Cristian Graf) se acercó a ellos sin previo aviso y empezó a poner excusas. Según estas declaraciones, dijo que antes de la construcción de su casa había una iglesia y, de seguro, los curas enterraron gente allí, además de que después de esa iglesia funcionó un establo y que los restos pudieron llegar desde un camión de tierra que pidieron para poder nivelar el terreno del fondo donde estaba ubicada la pileta.

Sin embargo, lo más sospechoso de todo fue que, antes de empezar a trabajar, los obreros fueron advertidos por una persona de la casa de los Graf diciendo que «no toquen ese bananero», zona cercana a donde terminarían encontrando las piezas óseas. Todas estas declaraciones llevaron a que el fiscal Perrando determine que Cristian ya sabía de la existencia de estos restos y que todo lo que le comentó a los trabajadores fue una mentira previamente planificada para desviar la investigación y desligarse de cualquier tipo de señalamiento.

Si bien no se lo puede acusar por el homicidio porque la causa ya prescribió, el pasado 12 de agosto, Martín López Perrando imputó a Cristian Graf de los delitos de «encubrimiento agravado» y «supresión de evidencia», y fue llamado a indagatoria.

Artículo elaborado para puntocero por Joao Romano Magallanes.