«El Conjuro 4», una despedida (¿definitiva?) para los Warren

El título en Argentina es claro: «El Conjuro 4: Últimos ritos». La película se estrenó en cines locales el 4 de septiembre de 2025, en paralelo a un debut internacional que arrasó en taquilla: cerca de 83 millones de dólares en Estados Unidos y más de 187 millones a nivel global, logrando la mejor apertura de toda la saga.

En esta entrega, Ed y Lorraine Warren vuelven a enfrentarse a lo sobrenatural en lo que se anuncia como su último caso. La trama se centra en el famoso «caso Smurl», aunque más que en la familia acosada por presencias oscuras, la película concentra su energía en darle un cierre a la historia de los Warren. El resultado es un relato genérico en lo paranormal -menos potente que los dos primeros capítulos, más sólido que la tercera entrega-, pero con un foco emocional en la pareja central.

Y ahí está el verdadero hechizo de la franquicia: la química entre Patrick Wilson y Vera Farmiga. Una vez más, su vínculo sostiene el edificio narrativo. Siempre que ellos vuelvan, los fanáticos volverán también. Sin ellos, el universo de «El Conjuro» pierde su corazón.

¿Es realmente el final?

Tal vez no. Hollywood sabe que las franquicias nunca mueren del todo. Es posible que veamos precuelas con versiones jóvenes de los Warren interpretados por otros actores o, incluso, que los actuales intérpretes regresen en cameos, como ya ocurrió en la última secuela de «Annabelle». De hecho, la muñeca maldita aparece repetidas veces en esta película, lo que anticipa otro capítulo en su saga. Además, la inclusión de la hija Judy abre la puerta a un posible relevo generacional, aunque es dudoso: James Wan nunca quiso ficcionar demasiado sobre la vida de los Warren, y la Judy real no continuó el legado.

Aunque esta cuarta parte está dirigida por Michael Chaves, la sombra de James Wan se mantiene alargada. Wan fue quien moldeó la identidad visual y narrativa del universo desde «El Conjuro» (2013) y «El Conjuro 2» (2016). Su combinación de terror clásico con un pulso moderno, el cuidado de la puesta en escena y el peso dramático en la pareja central marcaron la diferencia frente a otros productos del género. Desde la tercera entrega, Wan se mantuvo como productor y figura tutelar, pero ya no al mando de la dirección. Esa ausencia se nota: Chaves respeta el molde, pero carece del virtuosismo en la cámara y la atmósfera que Wan había convertido en marca registrada. La saga, en consecuencia, oscila entre la eficacia y la repetición, entre la herencia de Wan y la fórmula del «susto seguro» que no siempre sorprende.

En lo técnico, la fotografía vuelve a apostar por la paleta oscura y contrastada que caracteriza a la franquicia, con claroscuros que refuerzan lo gótico, pero sin aportar novedades visuales. Los efectos prácticos se sienten sólidos y más efectivos que el CGI, aunque hay momentos donde la repetición de recursos resta impacto. En la dirección, Chaves mantiene el pulso clásico del terror de estudio -cámara lenta en pasillos, puertas que se abren solas, golpes de sonido-, pero sin el refinamiento visual que Wan imprimió en las dos primeras entregas. Es un trabajo funcional, que cumple sin arriesgarse.

En lo estrictamente cinematográfico, «El Conjuro 4: Últimos ritos» ni con su terror ni con sus sustos. En un año brillante para el género, se siente como una propuesta promedio. Pero como despedida para los Warren de Wilson y Farmiga, resulta digna y con buen sabor de boca. Ojalá los dólares no los hagan volver: a veces, lo mejor que puede tener una franquicia es un final verdadero.

«El Conjuro 4: Últimos ritos» estuvo dirigida por Michael Chaves y contó con las actuaciones de Vera Farmiga, Patrick Wilson, Ben Hardy, Mia Tomlinson y Steve Coulter.

Artículo elaborado para puntocero por María Cabrera.