Entre Shenzhen, Taranto y González Catán

En el marco de la Competencia Oficial Argentina del 23° Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) se presenta el cortometraje «Después de Catán» del director Víctor Cruz. Un ensayo que reflexiona sobre la práctica documental y sobre sí mismo como documentalista.

Víctor dirigió «La noche de las cámaras despiertas» (con Hernán Andrade, 2002), «El perseguidor» (2009), «Boxing Club» (2012), «¡Que vivas 100 años!» (2019), «Dorados 50» (con Alejandro Vagnenkos, 2021) y «Taranto» (2021). En esta nueva propuesta, el realizador parece haber encontrado una especie de camino triangular entre sus obras. Resulta que aquellos puntos distantes en el mapa como son Taranto y Shenzhen, en los que filmó sobre la contaminación y el despojo, confluyen en la posibilidad de filmar un documental sobre el basural de González Catán: la historia de un fracaso, «construida con los despojos de otras historias y otros fracasos», dice.

Cuando hablamos con Víctor sobre «Taranto» nos dijo: «Para mí, primero está la vida y después el cine. Hacer documentales me permite seguir viviendo más vidas dentro de una vida».

Este cortometraje se presenta como una intención de película, detenida por una suerte de incógnita existencialista sobre la propia práctica documentalista. Cuál es la función del documental para la realidad de las cosas retratadas, cuál será la trascendencia de sus películas, cuál es el sentido de contar historias «que a muy pocas personas le interesan», para qué, por qué…

La forma de ensayo permite eludir la finura y desplegar puntos que funcionan mejor en una coexistencia caótica que busca encastrar su sentido. Víctor Cruz se desvía del punto inicial y encuentra una premisa en el punto de llegada.