La ópera prima de Shawn Simmons que acelera entre el heist noventoso y la comedia negra: autos que se destrozan con efectos prácticos, estética white trash chic y un aire de videoclip descarado.
Samara Weaving vuelve a demostrar por qué es de esas actrices que no solo sobreviven al género sino que lo secuestran y lo conducen hacia su propio terreno.
Rodeada de hombres eternamente adolescentes (los Peter Pan, esos adultos de utilería de los que se ríe Sabrina Carpenter), brilla con la energía de alguien que sabe que ya no alcanza con ponerse al volante: hay que arrancarles las llaves de la mano. Y lo hace con un humor que no se refugia en la vulgaridad sino que atraviesa las realidades cotidianas de las mujeres: manutención, abortos, familias que se arman a los golpes. No son «temas incómodos», son la vida misma. Y por fin aparecen en una película de acción.
El debut de Simmons se presenta como un envoltorio irresistible: casinos, autos que crujen, diálogos veloces y una protagonista que parece salida de un póster punk de los 2000, entre delineador corrido, labios rojos y pelo bicolor. Estrenada el 22 de agosto de 2025 en Disney+, «Velocidad Salvaje» se entrega con la simplicidad de un cuento de carretera: Edie, exprodigio al volante, lleva un tiempo intentando dejar atrás esa vida hasta que su ex -un desorden con patas- la arrastra a un robo de casino. La trama es clara, sencilla, pero funciona como catalizador: el golpe es menos un plan maestro que una excusa para exponer los vínculos, las heridas y las jerarquías de un mundo en el que los hombres nunca crecieron y las mujeres no tienen más remedio que tomar el control.
Las escenas de acción son el gran motor: choques prácticos, no digitales, que se sienten con el cuerpo: persecuciones que reivindican lo artesanal por encima de la sobreproducción, y una fotografía que cambia de piel junto con los personajes, como si la cámara también buscara identidad. La película quiere dialogar con «La gran estafa» («Ocean’s Eleven», 2001), «La estafa maestra» («The Italian Job», 2003) y «Dos tipos peligrosos» («The Nice Guys», 2016), aunque no alcance nunca esa liga. Pero lo interesante es que tampoco se disfraza como «Ocean’s 8: Las estafadoras» («Ocean’s 8», 2018): no intenta vendernos un póster «feminista» de cartón. Edie no es una Dani Ocean en tacos, es una mujer real con problemas reales. No parece escrita por guionistas que creen que feminismo es poner a una actriz en un vestido caro y darle un discurso vacío. Weaving compone un personaje complejo: sarcástico, vulnerable, feroz y absolutamente inmune al paternalismo. Una mujer que no se deja pasar por encima.
Ahí es donde la película saca su costado más pop setentoso: los colores saturados, los encuadres de neón, el vestuario que parece robado de un mercadillo de exploitation, todo mezclado con la velocidad y el brillo de un videoclip de los 2000. Esa mezcla de nostalgia y artificio funciona como declaración de intenciones: «Velocidad Salvaje» nunca será un clásico elegante, pero sí es un juguete que entiende la potencia de su propio artificio.
El guion, claro, es desparejo. Oscila entre la comedia y el drama con brusquedad, como un auto que no sabe en qué marcha va. Pero en esa torpeza encuentra algo que la hace divertida: el absurdo. El melodrama interrumpido por la risa, la violencia que convive con la ternura, el caos que se vuelve estilo. Es en esas grietas donde Simmons encuentra cierta chispa, aunque todavía le falte consolidar una mirada propia.
Al centro, Samara Weaving
Su carrera ya había anticipado este rol: en «La niñera» («The Babysitter», 2017) fue la niñera demoníaca; en «Boda sangrienta» («Ready or Not», 2019), la novia que sobrevive a una familia millonaria de psicópatas; en «Guns Akimbo» (2019), la asesina con tanta presencia como el propio Daniel Radcliffe; y en «Hollywood» (2020), la actriz atrapada en un sistema que la subestima. Siempre en el borde, siempre demasiado carismática para ser la víctima, demasiado peligrosa para ser la chica decorativa, demasiado consciente para ser escrita por otros.
En «Velocidad Salvaje», Weaving condensa todo eso. Es heredera de un linaje de actrices del terror que van del grito al mainstream -de Jamie Lee Curtis a Margot Robbie-, pero con un sello propio: menos scream queen, más mujer que aprendió a gritar hasta romper el micrófono. Tiene la ironía de alguien que se ríe del género al mismo tiempo que lo habita, y la contundencia de una presencia que convierte cada plano en declaración.
El elenco masculino gira alrededor suyo con resultados desiguales. Karl Glusman es el único que roza el galancito de póster, aunque sin demasiada fuerza. Marshawn Lynch, leyenda de la NFL, cumple dentro de sus limitaciones actorales y aporta presencia física. Steve Zahn, pese a su innegable talento, parece no saber del todo en qué película está. Randall Park aprovecha al máximo su breve participación, con la naturalidad de siempre. Jermaine Fowler trae ese carisma suave e inteligente, con aires de los años 70: un «La gran estafa» de segunda división. Y Mike O’Malley arranca sonrisas con su timing cómico, aunque queda poco aprovechado en el guion.
En medio de todo esto, Andy García aparece como un fantasma de otro cine: el hombre que todavía carga con la dignidad del gánster clásico. Su personaje funciona como recordatorio de que la «figura paterna» del heist -ese hombre elegante, con códigos y autoridad- está en vías de extinción. Con apenas una milésima de su talento, García le da dignidad a un papel que podría haber sido relleno, y se convierte en la sombra elegante de un cine que ya no existe. Es la mirada cansada en medio de tanto adolescente eterno. Y, aún así, Samara Weaving supera todo eso con precisión y talento: se impone sobre el elenco entero con un magnetismo que no admite rivales.
«Velocidad Salvaje» es un cóctel de adrenalina, glamour barato, sátira filosa y fábula setentosa. Funciona más como fantasía pop que como relato sólido, pero en esa indefinición está su encanto. Simmons demuestra manejo visual y cierta audacia, aunque todavía esté buscando un registro que lo distinga. Weaving, pese a confirmar que es una actriz de calibre capaz de apropiarse de cualquier género, ojalá siempre encuentre su hogar más cómodo en el horror: allí donde puede desplegar con más filo su mezcla de vulnerabilidad y ferocidad, y donde no solo sobrevive a la masacre sino que inventa una nueva forma de contarla.
Porque, al final, los hombres chocan los autos. Y Samara Weaving se lleva la película puesta.
«Velocidad Salvaje» («Eenie Meenie», 2025) estuvo dirigida por Shawn Simmons, contó con las actuaciones de Samara Weaving, Karl Glusman, Andy Garcia, Marshall Lynch, Steve Zahn, Jermaine Fowler, Mike O’Milley y puede verse en Disney+.
Artículo elaborado para puntocero por María Cabrera.
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