Trebolares, entre el sol y las espinas

El camino de una banda de rock (casi como de cualquier otro género) en la mayoría de los casos necesita de un amplio recorrido, un sinfín de anécdotas y mucha convicción además del talento y el trabajo antes de que la sola mención de su nombre sea correspondido con el «ah, sí, los conozco» y posterior «me gusta lo que hacen».
Ni hablar si se trata de una agrupación que no resida en la Ciudad de Buenos Aires, porque como reza la frase «Dios está en todos lados, pero atiende en Capital», acá está, aunque no quieras o cueste aceptarlo, el centro de la movida de la industria musical más grande del país.
Por eso, y porque además cada vez están sonando más y los podés ver en festivales como Griego Rock o RockBA (también tocaron en el balcón del Cabildo cordobés para la Noche de los Museos), entre otros eventos, comparto la nota que les hice a Trebolares, una banda de rock, grunge y punk nacida en la provincia de Córdoba allá por el 2010.
Trebolares está conformada por Eduardo Coiset, Matías Santa, Ignacio Bevacqua y Cristian Cariddi, quienes acaban de lanzar su primer trabajo discográfico llamado «Entre el sol y las espinas», que combina «fuerza y vitalidad con un sonido potente y salvaje influenciado por las raíces del hard rock, el grunge y el punk».
Cuando les consulto sobre los inicios de la banda, Eduardo cuenta que «se formó en 2010 en lo que fue un intento de Cristian y mío para tratar de rearmar una banda que teníamos de chicos, allá por fines de los 80′. En 2008 comenzamos a juntarnos y a trabajar en la sala de un guitarrista amigo que en un principio se sumó al proyecto y después de un tiempo decidió apartarse. Luego nos juntamos con Matías y decidimos comenzar un proyecto de cero al cual le dimos el nombre de Trebolares. Así con Matías en la banda comenzamos a ensayar y a componer cosas nuevas», declara la voz de Trebolares.
Pero eso fue solo el principio, porque «en 2013 logramos grabar nuestro primer EP ‘Carrera del Tiempo’ y, debido al sonido que se logra en ese disco y a las pretensiones de la banda y de nuestro productor, Gustavo Tarnavasio, es que decidimos incorporar una guitarra más y es allí donde Ignacio se sumó a la banda. De allí en más nos consolidamos y en 2015 grabamos el primer LP con el nombre de ‘Entre el sol y las espinas’. En el camino al disco intentamos probar una formación con 3 guitarras pero después de unos meses la formación terminó de cerrarse en los 4 que somos hoy», detalla Eduardo.
Al respecto de la formación musical de Trebolares, «es básicamente autodidacta», ya que solamente Ignacio es quien tuvo una instrucción académica que se prolongó por varios años. Eduardo Coiset fue alumno durante 3 años en el Conservatorio de Córdoba «La Colmena» aunque «fueron muchos más los años de dedicación de manera personal». El sentido de perfección está presente en la banda, por eso posterior a la publicación de «Carrera del Tiempo» retomaron los estudios musicales con profesores particulares y hasta Ignacio y Matías empezaron a tomar clases de canto.

La previa a Trebolares

«Los cuatro tuvimos historias en otras bandas. Con Cristian formamos ‘Señores de la Corte’ en 1988, banda que queríamos rearmar y no se pudo. Quiero destacar que de esa formación se rescataron cuatro canciones: ‘Luz Blanca’, ‘Al Borde’ y ‘Escape’ de 1988 y ‘Final Invierno’ del año 92 o 1993, no recuerdo», manifiesta Eduardo. «Por su parte, Matías estuvo en ‘La Mula’, banda con la que rotó 11 años en el under para telonear en varias ocasiones a bandas como El Bordo en sus comienzos». Casualmente (o no), luego Trebolares compartió escenario en RockBA. «Finalmente, Ignacio perteneció a la banda ‘Odín’, de varios años de trayectoria en el rock cordobés».
Para conocer cómo surge la agrupación no es un dato menor conocer las influencias de la banda, que «están bastante ligadas a la época en que cada uno de nosotros comenzó, por así decirlo, a vivir el rock, teniendo en cuenta que contamos con diferencias de edad que explican esa situación. Cristian y yo crecimos con el rock nacional de los 80′ y tenemos la influencia de bandas internacionales legendarias. Sin embargo, podría decirse que Cristian tiene preferencias por el rock más crudo y oscuro, en algunos casos, mientras que yo me inclino más al rock sinfónico y el rock progresivo. Matías e Ignacio, por su parte, están más emparentados con el rock nacional de mediados de los 90′ a esta parte y con el rock internacional surgido alrededor de esas épocas, como es el grunge, por citar algún estilo», detalla Coiset, quien continúa y cuenta los pasos iniciales dados en el mundo de la música.
«En nuestros comienzos con Cristian hacíamos cosas que ahora recordamos y no podemos creer que lo hayamos hecho, ya que nos juntábamos en el garaje de su casa y tocábamos por horas y horas solo bases rítmicas de batería y bajo, y con instrumentos de muy mala calidad que no sonaban para nada bien. Algo completamente enloquecedor para cualquiera y, sin embargo, para nosotros era un deleite.»

El rol de la familia

A la hora de contar qué lugar ocupan los familiares cuando se intenta formar una banda de rock y pelear contra viento y marea en un país donde el apoyo a la música es cada vez menor, Trebolares destacan que «para los cuatro nuestras familias fueron siempre un lugar común en donde apoyarse y desde donde tomar fuerzas. Nuestros padres, abuelos y hermanos siempre han estado, han apoyado a su manera y han soportado nuestro empecinamiento a seguir haciendo música a lo largo de los años, aunque esto nos quite horas de sueño, nos complique nuestra agenda cotidiana de trabajo y responsabilidades. Ellos siempre han comprendido, inclusive sin entenderlo. Y ahora, a medida que se van dando algunos logros, después de mucho remar, van comprendiendo de a poco lo que significa para nosotros hacer rock».
Además, aunque contaron con el respaldo necesario para crecer de manera colectiva e individual, los obstáculos siempre están. «Obviando los problemas que puede tener cualquier banda, pienso que lo que hubo que superar, en realidad, siempre fue lo mismo, el solo hecho de hacer música en una ciudad que contradictoriamente tiene y ha tenido los mejores festivales de rock del país (caso de La Falda Rock, el Chateau Rock y desde algunos año el Cosquín Rock). Sin embargo, tiene algo todavía indescifrable por nosotros y creo que por todas las bandas, que hace que sea muy difícil surgir y ser escuchado», aclara Eduardo.
Dejamos de lado ese tema que a corto plazo no parece encontrar una respuesta e indagamos en la forma de trabajar del grupo, que a lo largo de los años de entrevistar bandas en la mayoría de los casos coincide, aunque no está de más conocer cómo labura Trebolares. «A la hora de las composiciones se trabaja como un equipo, aunque la base de la canción a componer haya sido de uno de los cuatro en particular. Este proceso es muy importante y las decisiones de optar o no por determinada canción o determinado arreglo siempre es de todos, y en especial de nuestro productor, que tiene un papel fundamental en el armado de cada una de las canciones. Las letras también se leen y discuten entre todos aunque la haya escrito solo uno de nosotros. Le damos mucho valor al mensaje de las letras y, por ende, los 4 debemos estar convencidos de lo que estamos trasmitiendo, si no no se hace. Es una manera no muy fácil de trabajar, en realidad, pero una vez que te acostumbrás las cosas salen de manera natural y los resultados son muy satisfactorios para todos», concluye el vocalista.

¿Cómo es para un grupo del interior conseguir fechas y «llegar» a la movida porteña?

«No es para nada fácil llegar a la movida porteña, ya que cualquier fecha que consigas debe ser algo producido y programado por la propia banda, lo cual implica una inversión de tiempo y dinero, sin saber cuánta gente irá a verte. El salto de Córdoba a Buenos Aires debe darse de manera paulatina. Vos comenzás a tocar en Córdoba y vas haciendo que tu música se conozca, luego empezás a salir de a poco de la ciudad para empezar a ampliar el radio de acción de la banda.
Esto no es para nada fácil, ya que en el caso del público cordobés es muy difícil que te sigan a todas partes, cosa que no pasa con el público porteño. Eso implica que a cada lugar que vas fuera de Córdoba tenés que captar un nuevo público. Los festivales, en ese aspecto, son muy positivos para darse a conocer en otras ciudades donde la gente asiste al evento para ver esta o aquella banda y, de paso, te escuchan y vos te asegurás un público que de otra manera es difícil de juntar.
Nosotros logramos entrar en la movida porteña de alguna manera gracias a los festivales, ya que nuestra participación en RockBA nos llevó a un público completamente nuevo y que recibió con mucho agrado lo que hacemos. Si a eso le sumamos el trabajo importantísimo de las redes sociales y el papel fundamental que juegan hoy en día en lo que a prensa se refiere, eso hizo que hoy, un año después de RockBA, Trebolares pueda producir su propia fecha en Capital Federal.»
Para entrar en la recta final de la entrevista, le pregunto a la banda sobre lo que se viene y aseguran que «estamos disfrutando lo que genera el lanzamiento de nuestro primer LP, con ideas para varios videoclips y con muchas fechas importantes», además de que se encuentran «trabajando para lo que será el próximo disco». Asimismo, al preguntar sobre los sueños colectivos, «todos tenemos sueños muy distintos en cuanto a lo que queremos hacer con la banda y con la música», revelan, aunque Eduardo detalla que «un lugar común puede ser la idea de que nuestra música llegue a la mayor cantidad de personas. Que podamos generar en mucha gente un momento de disfrute único cada vez que escuche nuestra música. Algo que, obviamente, creemos que no tiene precio».
Es tiempo de soñar, porque no hay nada más posible que buscar un objetivo, así que al momento de relatar lo máximo, «tocar en Wembley ante 60 mil personas cantando nuestros temas» es la respuesta inmediata del líder de Trebolares. «Ignacio a veces me acompaña en mis delirios, pero Cristian y Matías tienen metas de vuelos más acotados y, por qué no decirlo, más reales y más al alcance de la mano. Puedo decirte que tocar en Cosquín Rock, por ejemplo, era una meta a cumplir en un corto plazo y tuvimos la suerte de que se dio rápidamente. Generalmente tratamos de ponernos metas concretas y de ir tirando la vara cada vez más alto. Por supuesto, siempre con la consciencia de que lo que nos propongamos hacer sea algo a lo que podamos responder al ciento por ciento».
Antes de cerrar la charla, les pido dos cosas: por un lado, una anécdota que quieran compartir y, por el otro, un consejo para aquellos que estén dando sus primeros pasos en el ambiente.
«En cuanto a algo que nos haya sorprendido como músicos te puedo contar que en el show de Salta la Banca en Córdoba el año pasado, donde nosotros oficiamos de teloneros y abrimos el recital, el público que obviamente era en su gran mayoría de la banda principal, nos aplaudieron muchísimo, coreaban nuestro temas y se comportaron como si fuera nuestro propio público. Eso no solo que nos sorprendió gratamente sino que también nos acercó mucho a SLB, con los cuales se generó una muy buena química. Fue un show que recordamos con mucha satisfacción», cuentan y también cumplen con mi segundo pedido: «Algo que podríamos decirle a las bandas que recién comienzan y quizás con cierta cautela, ya que nosotros consideramos que también estamos comenzando, es que ensayen mucho, que no bajen los brazos y, por sobretodo, que sean organizados y serios a la hora de hacer música. Nosotros siempre decimos que más que una banda, Trebolares es un proyecto que tiene un montón de necesidades y requerimientos que deben cumplirse con un nivel de responsabilidad acorde a lo que uno quiere o espera lograr», concluyen, y dejan esta última frase como un excelente resumen de algo que evolucionó en mucho más que cuatro jóvenes cordobeses a quienes les gusta la música.
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