El resultado electoral del 26 de octubre dejó un mensaje muy claro: el bolsillo no siempre vota.
Son diversas las consultoras que señalan los mismos datos. Si hacemos un repaso de ellas, encontramos que Atlas Intel, consultora brasileña, indica que el 51% de las personas encuestadas sostienen que la situación económica de su familia es mala y el 68% considera que también lo es la situación económica en Argentina. Además, el 70% indica que el mercado laboral está mal. La consultora Escenarios registró que el 53% de los encuestados no llega a fin de mes y que el 30% lo hace con lo justo. Otra consultora, Zuban-Córdoba, señala que un 63% empeoró su situación económica en los últimos seis meses.
Mientras, el Gobierno Nacional cerró las elecciones legislativas con un fuerte triunfo que lo dejó 8 puntos por arriba de la segunda fuerza, Fuerza Patria.
Es necesario, por lo tanto, analizar otras variables. Pensar la economía y la ideología en dos esferas por separado sería un error. La economía está determinada y articulada ideológicamente, es decir, no existe modelo económico, forma de entender la economía, que no esté atravesado por la ideología. Qué entendemos del mundo que nos rodea y de nosotros mismos deriva rápidamente en la forma en que pensamos la economía: cuánto debemos trabajar, cuánto debemos ganar, qué privilegios ocultamos bajo el manto de la meritocracia, qué derechos merecemos y cuáles no.
No obstante, sí podemos pensar en áreas ideológicas que no estén relacionadas taxativamente con la economía. La intervención directa de Donald Trump mediante el Tesoro Nacional Estadounidense con un swap no solo permitió continuar con la banda cambiaría y que el dólar no suba estrepitosamente antes de las elecciones sino que fue una malla simbólica. Un acto que a quienes se sienten muy cómodos con la presencia de Estados Unidos en nuestro país, les dio una nueva razón para votar nuevamente a La Libertad Avanza con la esperanza de que «Haga a Argentina Nuevamente Grande».
En esta misma línea de análisis, el colonialismo no es solo económico sino, también, ideológico. Es que el colonizador se aproveche y explote económicamente a la colonia, pero también que los sujetos deseen ser la colonia de ese país que tanto admiran con recelo. A su vez, para el caso nuestro, el triunfo del domingo del oficialismo nacional implica una reafirmación en la alianza geopolítica con Estados Unidos, que no solo le es útil al hegemón norteamericano para la usurpación de nuestros recursos naturales sino como base para sostener su hegemonía en Latinoamérica en tiempos donde el ascenso de Asia-Pacífico, en específico China, es innegable.
Asimismo, podemos pensar en otro factor: las elecciones legislativas provinciales del 7 de septiembre de la provincia de Buenos Aires. Elección la cual La Libertad Avanza perdió por casi 14 puntos frente a Fuerza Patria. Es probable que varios electores no simpatizantes del peronismo, ante la alarma de una posible victoria en las elecciones legislativas nacionales por parte de Fuerza Patria, hayan ido a votar en octubre, mientras que no lo hicieron en septiembre. Además, las elecciones del 26 de octubre corrían en el marco de lo nacional y no en gestiones localistas de intendentes o gobernadores, lo cual permite pensar que el rechazo hacia Fuerza Patria fue, en tanto, un rechazo a un proyecto de país. De lo cual se desglosa que la motivación de una parte de la ciudadanía no es la mejora o el empeoramiento en su situación económica o del país, ni siquiera fueron de relevancia los presuntos vínculos de corrupción y narcotráfico de los primeros candidatos en las listas de LLA. En gran medida, el rechazo fue a las elecciones del 7 de septiembre, es decir, el rechazo a una fuerza partidaria peronista como proyecto político nacional. Pero, a su vez, a una fuerza política que actualmente no representa un plan claro y conciso de cómo transformar la realidad.
En las elecciones del 26 de octubre parte de la ciudadanía le dio una nueva oportunidad a Javier Milei para continuar con el ajuste, las reformas y la desigualdad social. Si algo trajo consigo el agotamiento del modelo neoliberal fue más odio, violencia, rechazo y, desde ya, falta de imaginación política y capacidad de pensar nuevos horizontes.
En tiempos de incertidumbre política y económica, las opciones ordenancistas, jerárquicas y represivas parecen dar un marco en un sistema económico y social que deja progresivamente cada vez más a la deriva. Hay que animarse a transformar.