La película «One Battle After Another», dirigida por Paul Thomas Anderson, emerge no solo como una de «las películas del año» sino como un punto de inflexión en la práctica de la adaptación literaria.
El director escribe y dirige este film tomando algunos hechos y personajes de la novela «Vineland» de Thomas Pynchon, su realización es tan impecable (producto de casi 2 décadas de desarrollo) que la película no tiene la necesidad de andar aclarando que «está basada en» y se corre de la posible mirada inquisidora de los espectadores y críticos que la vayan a evaluar por ello.
La premisa es bastante simple: «hay que salvar a Willa («la hija», interpretada por Chase Infiniti) de Bob Ferguson, un exrevolucionario del grupo French 75 (Leonardo Di Caprio) de su antagonista, el coronel Steven J. Lockjaw (Sean Penn), que había luchado contra su agrupación en el pasado y quien, por motivos personales, se lanza a su captura». Asimismo, cabe destacar el trabajo de Teyana Taylor en la interpretación de Perfidia.
Durante esta cacería, que moviliza el 2° y el 3° acto, se van desplegando las distintas capas que van nutriendo y relacionando todos los puntos iniciales que vimos en el primero, donde se presentan los personajes principales.
La historia transcurre 16 años después, ya con Willa adolescente, y su padre se encuentra retirado y oculto del radar gubernamental, si bien ya no ejerce la «revolución», nunca dejará de serlo.
A partir de este punto, pasan varias cosas y se tocan muchos temas. Inicialmente, la acción comienza mostrando cómo este grupo de revolucionarios va a liberar a uno de inmigrantes que están detenidos en la frontera entre México y Estados Unidos. Esta película coloca el foco en temas actuales como el racismo, la xenofobia y la supremacía blanca, actualizando los temas sociopolíticos y culturales planteados en la novela cuyo tema principal es la «lucha contra las drogas» de la era de Robert Nixon en la presidencia y el control y vigilancia del segundo periodo de Ronald Reagan (1984), a fines de la Guerra Fría.
Es aquí donde se ve la maestría de este guion, «Una Batalla Tras Otra» habla de la lucha constante contra el opresor, contra los gobiernos controladores y represivos, una guerra llena de batallas que no tendrá fin. Se compromete con los temas que presenta y es una película que «hay que ver», sobre todo en los tiempos que corren, no hay manera que no te resuene nuestra realidad mundial.
Para ir cerrando, y que vayas a verla, el apartado técnico es impecable. El sonido está representado al nivel (o mejor) que la pasada «Civil War» y la música incidental refuerza la incomodidad y tensión a lo largo de toda la película. Es un film que no se detiene, es vertiginosa e intensa y va mutando entre distintos géneros (por ello no se puede clasificar en ninguno de ellos), pasa del drama al humor negro, a la comedia, al disparate, se torna seria, profunda, caricaturiza a ciertos personajes y los desarrolla de una manera en que no es posible que ninguno de ellos/as tenga fallas o que puedas empatizar por completo.
Es una gran experiencia para ver en cine con la mejor calidad de imagen y sonido que encuentres.
¿Es una obra maestra? No, no lo pretende ser (relajemos un poco buscando la ultimate movie), es una gran película que seguro tendrá muchas nominaciones a los Premios Oscars, porque realmente los merece.