Hace unas semanas se estrenó en cines «Deadpool & Wolverine», la tercera de las películas del personaje marginado históricamente de las filas de los escuadrones de Marvel, y que en esta oportunidad sale al rescate de una marca que mermó en calidad tanto como en taquilla.
Ryan Reynolds es el nombre detrás del «bocazas», y también el hombre que se cargó al hombro el salvataje de la marca luego de incontables fracasos de las fases 4 y 5 en tan solo un puñado de años. Entre estos podemos enumerar «Hawkeye» (2021), «Loki» (2021), «Madame Web» (2024), «Ms. Marvel» (2022), «She-Hulk» (2022), «The Marvels» (2023) y «Thor: Love and Thunder» (2022), por mencionar solo algunos ejemplos.
En su cruzada, Reynolds además redime a varios de los personajes «crucificados» por la industria, que el fandom se encargó de sepultar. No así sucedió con algunos de sus intérpretes, como son los casos de Chris Evans (del fallido Johnny Storm al Capitán América), Michael B. Jordan (también le puso el cuerpo a uno de los 4 Fantásticos y luego fue Killmonger en «Black Panther») y, por supuesto, el propio actor y productor, que del olvidable Linterna Verde se «adueñó» con creces de Deadpool. En este camino del perdón, convocó a Channing Tatum para devolver a la vida a Gambito, Jennifer Garner para ponerle el cuerpo a Elektra y Wesley Snipes para plantar bandera ante la reaparición en el futuro próximo de Blade. Por supuesto, todo bajo las luces encandilantes y el excesivo uso de CGI característico del multiverso Marvel, dentro del contexto del Vacío que pudimos conocer en detalle en la serie de Loki, luego de dos temporadas mediocres. Obviemos comentarios sobre cómo la industria (Disney a la cabeza) exprime hasta más no poder a los personajes para sacarle todo el rédito posible, al punto de convertir al «dios de las mentiras y el engaño» en un mal menor.
Para no ramificar el artículo como líneas temporales, centrémonos nuevamente en «Deadpool & Wolverine». Hasta el momento, hicimos mención sobre uno de los personajes que conforman el título. Es tiempo de hablar de Logan, «Lobezno» si creciste con las ediciones españolas que llegaban en los 90 a las comiquerías argentinas. Hugh Jackman vuelve a marcar el rumbo de uno de los antihéroes más exitosos de las viñetas. Pese al guiño a Henry Cavill, convocado apenas el director Shawn Levy supo de su desvinculación con Warner Bros. (propietarios de DC, la editorial rival de Marvel Comics), Jackman encarna a la perfección al mutante con huesos de adamiantum.
En diferentes registros y con la química precisa para una buddy movie, Deadpool tiene la oportunidad de pertenecer finalmente al panteón de los superhéroes, destino negado infinidad de veces. Para ello, es llamado por Paradox (el siempre impecable Matthew MacFadyen) de la Autoridad de Variación Temporal (TVA) para mostrarle que su línea de tiempo será destruida por el sacrificio del héroe más relevante. Precisamente, el final de «Logan» (dirigida por James Mangold) es el que altera este orden, y será Deadpool quien asuma la tarea de traer un Wolverine para restaurar la continuidad del tiempo y el espacio.
Pero la aparición de Cassandra Nova (interpretada magistralmente por Emma Corrin) va a alterar todos los planes y pondrá en jaque al mismísimo multiverso. No seremos nosotros quienes pongamos palabras a la falta de ideas de Marvel, el excesivo uso de los universos entrelazados para presentar personajes y justificar historias, el cameo por el solo hecho del fan service y la aceptación de que esta película va a terminar siendo un «Jesús de Marvel» para salvar y relanzar las franquicias. No es necesario, para todo eso y 2 horas de entretenimiento tenemos a Deadpool. Y esta vez está muy bien acompañado.