Dan Trachtenberg había revitalizado la saga «Depredador» con «Prey», la secuela de 2022 que se convirtió en un éxito del streaming, que no pasó por salas de cine por decisión de Disney.
Las críticas y la devolución del público hicieron levantar una ceja a los ejecutivos, que ni lerdos ni perezosos, ya le hicieron una copia de la llave de esta franquicia al bueno de Dan. La primera de las producciones encargadas es «Predator: Killer of Killers», una apuesta a la animación, algo inédito hasta este momento para la franquicia. La otra variación de importancia es el formato de antología, porque la película está dividida en capítulos perfectamente identificables con un ancla temporal y espacial determinadas para ubicar a diferentes depredadores en contextos históricos.
El primero de los episodios tiene lugar en la Europa vikinga del año 800, donde una matriarca y líder encabeza una invasión atravesada por la venganza con el fin de aniquilar al asesino de su padre. Al mismo tiempo, su descendencia está en una instancia fundamental de crecimiento como lo es el paso de la adolescencia a la adultez. En el medio lo impensado: la irrupción de un alienígena provisto de una tecnología superior que lo convierte en una máquina de matar. De la misma manera que en las películas anteriores, el Depredador es un ser atraído por la violencia extrema, cualquier contexto en donde se desarrolle una situación de enfrentamiento armado, cuerpo a cuerpo o que haya un involucramiento de armas, allí estará.
La historia tiene una aceleración propia de la estructura antológica, se resuelve sin demasiado desarrollo y el final es abrupto. De todos modos, en cada final de los episodios hay una suspensión narrativa que deja en el aire una posible continuidad para pasar a un nuevo capítulo.
El segmento ubicado en el Japón feudal plantea una variación formal por la decisión de no usar diálogos, salvo hacía el final. Aquí la violencia se mantiene explícita por demás y la historia no profundiza en los devenires de los personajes, al igual que en el cuento anterior. El último tramo es el que se destaca narrativamente, más que nada por la comparación que puede hacerse en función de los episodios anteriores. Torres es un joven hijo de inmigrantes mexicanos, apasionado por la aviación que logra entrar en el ejército, allí cruza su camino con un Depredador. Es notable cómo con una cantidad de minutos similares a las otras historias aquí sí hay una transformación del protagonista, con un objetivo claro y con una empatía transmitida, una cualidad inadvertida hasta este momento en la película.
Dan Trachtenberg tropieza con este intento de presentar un muestreo de opciones en las que el Depredador atraviesa diferentes momentos de la historia de la humanidad. El resultado es un compendio de retazos de posibles películas, cuya animación tampoco colabora para contornear ni mucho menos subsanar las falencias narrativas. Queda esperar por «Predator: Badlands», la continuación de «Prey», también bajo la dirección de Trachtenberg.
«Predator: Killer of Killers» estuvo dirigida por Dan Trachtenberg y contó con las voces de Lindsay LaVanchy, Rick Gonzalez, Doug Cockle, Michael Biehn y Jeff Leach. Puede ver en Disney+.