La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, fue consagrada oficialmente como candidata del Partido Demócrata para competir en las elecciones presidenciales.
La nominación la obtuvo la semana pasada en la Convención Nacional Demócrata celebrada en la ciudad de Chicago, en el Estado de Illinois. Se enfrentará al expresidente Donald Trump en los comicios del próximo 5 de noviembre, que posiblemente sean los más importantes de la historia del país norteamericano.
El evento partidario transcurrió del lunes al viernes en el United Center de Chicago, en donde los casi 5.000 delegados partidarios le dieron a Harris su voto para convertirla en candidata. Se trata de un hito inédito: por primera vez en la historia, quien irá por la Casa Blanca de parte de uno de los dos partidos tradicionales es una mujer de ascendencia afroamericana y sudasiática. Singularidad de la política estadounidense contemporánea: pase lo que pase en noviembre, la palabra “histórico” estará presente ya que, si gana Trump, se volverá el primer mandatario que logra ganar la presidencia teniendo una condena judicial en su contra.
Los tres días de la convención tuvieron lo que podría denominarse una «primera etapa», que transcurrió entre los discursos de los Clinton (Bill y Hillary), los Obama (Barack y Michelle) y del propio presidente Joe Biden quien, para sorpresa de muchos, tuvo un desempeño destacado y enérgico en el que posiblemente haya sido su despedida de los grandes escenarios de la política del país, pronto a finalizar su mandato en enero de 2025.
El plato fuerte, obviamente, fue el discurso de Harris, quien cerró la convención el jueves por la noche con una alocución que apeló a la unidad y el futuro. «Nuestra nación, con esta elección, tiene una oportunidad preciosa y momentánea de mandar al pasado la amargura, el cinismo y las batallas divisivas del pasado. Una chance de trazar un nuevo camino hacia el futuro. No como miembros de ningún partido o facción sino como estadounidenses», dijo la candidata demócrata. «Y déjenme decir, sé que hay personas de varias visiones políticas mirando esta noche, y quiero que sepan: prometo que seré una presidenta para todos los estadounidenses, pueden siempre confiar en que pondré siempre el país por encima del partido y mi persona. En que sostendré los sagrados principios fundamentales, del imperio de la ley a elecciones justas y libres y una transición pacífica del poder».
Mientras tanto, la campaña de la oposición republicana liderada por Donald Trump, junto a su candidato a vice, JD Vance, adoptó un discurso virulento y radicalizado propio de la Guerra Fría, acusando a Harris nada menos que de comunista. Por mencionar un ejemplo, el discurso que brindó el sábado 17 en Wilkes-Barre, Pensilvania, fue un compendio de agresiones y descalificaciones personalizadas. «¿Quién hubiera creído esto? 80 días desde ahora. Vamos a derrotar a una comunista conocida como Kamala Harris. La persona más izquierdista radicalizada para competir por la presidencia. Esto no es lo que este país necesita. Tuvimos suficiente de ellos», dijo el candidato republicano. «Esto es comunista, esto es marxista, esto es fascista, pero, ¿saben qué? Es peligroso, porque ella está diciendo que va a regalar cosas que nunca va a estar posibilitada de aprobar», lanzó y agregó: «¿Han escuchado su risa? Esa es la risa de una persona loca. La risa de una lunática. ¿La han escuchado? Saben, ellos le han prohibido que se ría. He estado esperando que se ría, porque ni bien ella se ría, la elección está terminada».
La discusión económica es otro de los tópicos centrales
Harris propuso recientemente «aprobar la primera prohibición federal» de especulación en los supermercados con el precio de los alimentos, en relación a una de las principales preocupaciones de la ciudadanía, la inflación. Trump recogió el guante y, encuadrado en su eje narrativo, afirmó que ordenaría «a cada secretario de gabinete y jefe de agencia usar todo el poder que tenemos para reducir los precios, pero vamos a reducirlos de una manera capitalista, no de una manera comunista». El magnate añadió que la propuesta de Harris traería hambre, escasez y racionamiento.
Otro tema que adquirió relevancia, particularmente en Pensilvania -uno de los tres Estados que serán decisivos, junto a Wisconsin y Michigan- fue la utilización del fracking. Se trata del proceso de extracción de petróleo y gas predominante en el Estado (criticado usualmente por su nocividad en relación al entorno ambiental). En 2020, Harris había propuesto su prohibición, en pleno auge de la discusión por las energías renovables. Actualmente, la candidata demócrata suavizó su postura, pero Trump no desaprovechó la oportunidad: afirmó que Harris llevará a la ruina financiera a Pensilvania y al país en caso de llegar a ganar.
Harris también se permitió jugar fuerte ante Trump. «Quiere imponer lo que ya está en vigor, un impuesto nacional a las ventas sobre productos de uso diario y necesidades básicas que importamos de otros países», dijo. «Los economistas han hecho los cálculos. El plan de Donald Trump le costaría a una familia típica 3.900 dólares al año». Harris se refería a la propuesta de Trump de imponer un arancel del 10% al 20% a todas las importaciones, y hasta de un 60%, particularmente a las provenientes de China.
Se trata de una campaña extremadamente polarizada. Sin dudas, una de las «perlas» imperdibles, hasta aquí, es la publicación hecha días atrás por Trump en su cuenta oficial en X. En la misma se ve una imagen -sin epígrafe que la acompañe- en la cual Harris se ve de espaldas dando un discurso con la bandera comunista de la hoz y el martillo de fondo ante una multitud roja. Es posible que este desquicio argumentativo de Trump, absolutamente insólito por lo demás (teniendo en cuenta sobre todo quién es Kamala Harris), sea una expresión de la desorientación que podría estar predominando su campaña. Fue impactante el cambio de 180 grados que representó la salida de Biden de la contienda y su reemplazo por Harris quien, contra todo pronóstico, inyectó de dinámica y optimismo una campaña que parecía en pleno naufragio, sobre todo luego del catastrófico desempeño de Biden en el debate televisivo con Trump un par de meses atrás.
Está por verse si al Partido Demócrata le alcanzará para imponerse en noviembre y evitar el retorno del magnate ultraconservador.